Cerca de cumplir los 35 años, Julen Forniés vive su mejor momento a nivel profesional en Leicester, una pequeña ciudad del Este de Inglaterra que hizo historia hace un lustro en el deporte rey con aquel inolvidable título de la Premier League y que el pasado domingo asistió a un nuevo éxito, el quinto de la historia, de su equipo de baloncesto. Parte de la culpa la tiene este gasteiztarra con pasado, entre otros, en el Baskonia, el Araski y el Araberri al que le picaba desde hace tiempo el gusanillo para trabajar en el extranjero. Su primer curso lejos de casa ha sido una especie de cuento de hadas que detalla a continuación.

La temporada ya ha acabado para usted con una alegría inenarrable tras el título de la BBL. ¿Muy satisfecho por cómo le están yendo las cosas en tierras británicas?

-Sí, la experiencia está siendo muy positiva. La adaptación fue bastante sencilla, nada más llegar tuve que guardar la cuarentena y estuve mentalizado de que tenía que hacerme a los horarios diferentes de las comidas, los tiempos de descanso... Una de las cosas que me ha ayudado en mi integración es el hecho de haber podido trabajar con la cantera, además del primer equipo. Me he involucrado con todos los jugadores que hay desde los 16 años para arriba pasando por el sub-18, el equipo de División I -que sería la LEB Oro en España- y el de la BBL.

¿Cómo es la forma de trabajar en Inglaterra respecto a España?

-Muy diferente, sobre todo con Rob Paternostro, un entrenador ítalo-americano que fue en su día jugador profesional y cuya idea de baloncesto es muy estadounidense. No solo el suyo, sino también el de la liga en general.

¿Qué le empujó a probar con esta aventura hace un año?

-Es la primera vez que salgo de casa. Siempre había tenido el gusanillo de salir al extranjero y ver otras formas de trabajar y tener una experiencia de estas características con el fin de seguir mejorando con el inglés, conocer a jugadores en otro entorno y también poder dedicarme full time al baloncesto. Pasaron dos oportunidades antes cuando era más joven y esta vez no me lo pensé.

¿Cómo se gestó su marcha?

-Entre que no pudimos terminar la temporada tras las semifinales de la Copa de la Reina con el Araski y llegó la pandemia, con las dudas por abril y mayo acerca de lo que iba a pasar esta temporada, y también con las incógnitas de mi trabajo por la mañana en una oficina de EDP, surgió la posibilidad de venir aquí. A nivel profesional sí que existía la seguridad de que podría seguir trabajando y el proyecto de los Riders era muy atractivo porque era la posibilidad de volver a trabajar en el baloncesto masculino. Tenía ganas de descansar del femenino y se presentó la opción de fichar por un club que la pasada temporada había descartado la idea de disputar la Basketball Champions League de la FIBA y con la ilusión de si, la pandemia lo permite, jugar en Europa. Entonces todo era un extra: conocer una liga distinta, trabajar con jugadores americanos, perfeccionar el inglés... Esto fue lo que más me motivó para venirme aquí y la verdad es que no me arrepiento para nada.

¿Cómo es ahora un día en su nueva vida?

-Me han cambiado los horarios, antes era más duro. A las siete de la mañana me levanto, me tomo dos cafés mientras reviso las estadísticas del partido del día anterior. Esto es un poco como la ACB. Como el calendario es una locura porque hay que comprimir muchos encuentros durante la semana, tengo que mirar todos los días un par de partidos. Me marcho a entrenar a las ocho, trabajo con varios jugadores durante tres horas en la Academia y luego a las 10.30 cojo una furgoneta para Leicester a entrenar con el primer equipo. Vuelvo a casa hacia las 14.30, como y vuelta a entrenar con la Academia hasta las 18.00. Ceno y hasta la hora de dormir el trabajo que reste por hacer de scouting o vídeo, preparar la base de datos, informes estadísticos... Si queda un pequeño resquicio, también me veo al Baskonia en la Euroliga (risas). También me hacen un día a la semana el test del coronavirus.

¿Es verdad que no hay una excesiva tradición de baloncesto en Reino Unido?

-A ver... No es que no haya tradición, los pabellones tienen gente y luego debemos pensar que Leicester es una ciudad pequeña. Aquí en la cancha de los Riders suelen entrar casi 3.000 personas, algo que está muy bien teniendo en cuenta el tamaño de la ciudad. Lo que no hay son muchas licencias de cantera. Si echas la vista atrás y no hay gente suficiente para ser entrenador, jugador, arbitrar o ser mesa esto hace que no puedan crecer de una manera tan grande como en España, donde hay una cantidad de licencias increíble. El baloncesto les gusta, pero más que ser clubes o colegios que compiten para dar una salida deportiva y educativa a los jóvenes, tienen otras prioridades. Lo realmente importante aquí son las academias. En las capitales y ciudades más importantes, todas tienen una academia masculina y femenina con 20 ó 30 jugadores. Todos estos jugadores pagan un tipo Siglo XXI para formarse y conseguir una beca educativa y de baloncesto en Estados Unidos. Muchos vuelven luego, pero por el camino pierden a un montón de gente. Están intentando crear una liga más atractiva porque están obligados a entretener al aficionado. Poco a poco van dando pasos hacia adelante.

Y, ¿cómo es el tipo de jugador?

-La verdad es que europeos hay muy pocos, la mayoría son americanos e ingleses. Podemos tener hasta cinco americanos por plantilla.

¿Qué papel harían los Riders, por ejemplo, en la Liga Endesa?

-Seríamos un equipo más de LEB Oro que de ACB. Eso sí, hay más de un jugador con nivel para la élite en España. De hecho, en Londres han dispuesto de Deandre Liggins, que estuvo la pasada campaña algunos meses en el Fuenlabrada, y Byron Mullens, que también cuenta con una experiencia en el Estudiantes. Además, los dos han sido NBA. Ashley Hamilton, un alero que está en Plymouth, formó parte del Manresa en su último ascenso a la ACB. Daniel Clark, Andrew Betts... por aquí ha pasado gente de prestigio. Hay jugadores de calidad, sobre todo los estadounidenses, que suelen ser fichados para dar un último toque de calidad a las plantillas. Tienen especial cuidado con que atesoren calidad y sean útiles porque normalmente cuentan con fichas más altas que los jugadores ingleses. Sin embargo, no se puede decir que haya una plantilla concreta que, por ejemplo, pueda competir contra el Gipuzkoa Basket. En LEB Oro podríamos dar la cara tranquilamente, pero en la ACB tengo mis dudas.

Trabaja como asistente de Rob Paternostro, una leyenda del baloncesto británico con 14 títulos a sus espaldas. ¿Qué tal la experiencia a su sombra?

-Mis funciones son las mismas que en cualquier equipo de España. He tenido mucho peso a la hora de trabajar la técnica individual, le gusta cómo trabajo con la plantilla y los jugadores están a gusto. Entonces Rob me ha dado mucha libertad para hablar con ellos y trabajar al inicio y final del entrenamiento. Luego, como en este club en concreto carecían de una estadística avanzada y datos cruzados, es algo que le gusta y me pide mucho. Aquí he podido dar un pasito más respecto a lo que hacía antes, pero el resto de funciones son las mismas: ver partidos, cortar, editar, montar el vídeo, asesorar en el plan de encuentro, preparar ejercicios....

¿Tiene claro ya por dónde pasa su futuro la próxima campaña?

-Todavía no lo sé. He mantenido alguna conversación con el manager y a ellos les gustaría que siguiera. De momento, mi contrato es hasta el 30 de junio y voy a estudiarlo. No lo tengo nada claro aún.

¿Se siente preparado para ejercer como primer entrenador?

-Podría ser. Creo que sí podría dirigir a un equipo aquí en la BBL, pero es algo que no me obsesiona. Estoy muy tranquilo en este sentido. Lo primero de todo era poder trabajar de una manera profesional en un equipo de baloncesto. Parece que después de mucho tiempo me ha llegado la oportunidad y ahora a ver si consigo que esto dure. Ese es mi siguiente objetivo. Por el camino quiero ayudar todo lo que pueda y también aprender. Que la Liga británica tenga un estilo de juego muy americano ha sido un cambio grande: mucho sistema, menos toma de decisiones, otra manera de enfocar las ventajas... Todo esto ha sido un aprendizaje bastante grande. Quiero poner en práctica lo aprendido antes y a ver si conseguimos que dure esto del profesionalismo.

"A los ingleses les gusta el baloncesto pero tienen otras prioridades antes que dar una salida deportiva y educativa a los jóvenes"

"No creo que los Riders pudiesen competir en la Liga ACB, aunque aquí hay más de un americano con nivel para la élite en España"

"Después de mucho tiempo me ha llegado la opción de poder asentarme a nivel profesional y ahora a ver si consigo que esto dure"