La mejor noticia en estos momentos para el TD Systems Baskonia es que tiene once días por delante para recargar pilas. El conjunto de Dusko Ivanovic, como viene siendo habitual en las últimas jornadas, terminó ayer exhausto, con cuatro jugadores por encima de los 30 minutos. El San Pablo Burgos, con una rotación mucho más equilibrada, llegó al tramo final con más gasolina que los jugadores locales y aprovechó el desplome de su rival para endosarle un parcial de 12-32 tras el descanso, suficiente para llevarse el triunfo sin excesivas dificultades.

Las bajas que arrastraba el Baskonia no se hicieron notar en los primeros minutos, en los que Henry, Giedraitis, Polonara y Peters a penas tocaron el banquillo. El alto acierto desde la línea de tres de sus jugadores le sirvió para llegar por delante en el marcador al descanso, pero tras el paso por vestuarios su imagen fue muy diferente. Las piernas no respondieron a los alaveses, que en el tercer cuarto llegaron tarde a casi todos los tiros del San Pablo Burgos, que se dio un festín anotador. Mientras, en el lado opuesto de la cancha, el juego ofensivo azulgrana se volvió lento y previsible, a pesar de que la defensa burgalesa no fue excesivamente asfixiante. Ni siquiera las veces que los tiradores locales se quedaron liberados lograron atinar e introducir el balón en el aro. De hecho, erraron ocho triples consecutivos y para cuando Peters terminó la sequía los de Peñarroya ya contaban con una ventaja de 18 puntos.

Giedraitis, que había sido una máquina de anotar en la primera mitad, se vino abajo y sufrió lo indecible en defensa en su emparejamiento con Benite, Henry perdió balones impropios de un jugador de su categoría y los hombres interiores contemplaron fascinados el recital de baile en la pintura de Rivero y Kravic. Los tiros libres fueron un gran indicador de la falta de fuelle de los gasteiztarras, que registraron un pobre 56% de acierto desde la personal. Ante este desfallecimiento, a Dusko Ivanovic, negacionista del cansancio, no le quedó más remedio que dar más minutos a Raieste y a Kurucs en la segunda parte para que sus puntas de lanza pudieran llegar al final del partido con algo de oxígeno en sus piernas.

Poco aportaron los menos habituales durante el poco tiempo que estuvieron en pista, dando muestras bien de su falta de rodaje, bien del escaso fondo de armario con el que cuenta el equipo. En el último cuarto, el técnico baskonista volvió a situar sobre el parqué a sus hombres de confianza, que exprimieron su reserva de gasolina hasta acercarse a cinco puntos (77-82). Sin embargo, una vez consumida la última gota de combustible, el motor baskonista se paró en seco y no quedó más remedio que empujar el vehículo hasta el bocinazo final. Deberán aprovechar los próximos once días para aprovisionarse y recuperar efectivos, ya que todavía queda la parte más exigente de este largo viaje.