Las matemáticas todavía conceden esperanzas matemáticas al Baskonia de pelear por el 'Top 8', no así las sensaciones que irradia un equipo al que en Europa se le ven las débiles costuras. El objetivo de inscrustarse un año más entre la flor y nata continental se ha convertido ya en un ejercicio de fe casi mesiánico. El Alba, verdugo hace dos semanas en Berlín, también zarandeó en el Buesa Arena a un cuadro vitoriano siempre a remolque de la estética propuesta alemana consistente en un intercambio de golpes y una portentosa velocidad de ejecución.

Descabezado en el timón ante el horripilante día de Vildoza y Henry, sin noticias de los 'cincos' por expreso deseo de un Ivanovic que relegó al ostracismo a Fall y una jornada más corto de efectivos para seguir el altísimo ritmo alemán, el Baskonia cosechó otra dolorosa derrota en uno de esos partidos marcados en rojo para reengancharse al sueño de la octava plaza. Aíto García Reneses no estuvo finalmente en el Buesa Arena por prescripción médica tras superar hace días el coronavirus, pero ello no redujo la peligrosidad ni la mordiente del vistoso forastero teutón.

Sin grandes estrellas entre sus filas pero fiel a una atractiva filosofía, el conjunto alemán se le indigestó una vez más a un maratoniano azulgrana con más corazón que cabeza. O cambia mucho el panorama, o esta Euroliga se le puede hacer eterna al Baskonia. Más que las dos victorias de desventaja respecto al octavo puesto ocupado actualmente por el Anadolu Efes, preocupan mucho más la escasez de recursos en las refriegas de máxima dificultad. Y todo ello por no hablar del delicado momento de jugadores que debían tirar del carro en las situaciones comprometidas.

Un arranque de lo más titubeante donde Granger metió el miedo en el cuerpo fue una especie de premonición de lo que sucedería más adelante. Como cabía esperar dadas las peculiaridades teutonas, fue un partido eléctrico y disputado de poder a poder. Las escasas interrupciones por las faltas -el Baskonia tan solo cometió dos en los primeros 16 minutos- contribuyeron decisivamente a ello. La tropa alavesa ni siquiera fue capaz de efectuar las típicas personales tácticas para desbaratar algunos contragolpes visitantes que desembocaron en una canasta sencilla.

Las alternativas en el marcador fueron una constante en una noche donde la facilidad anotadora de ambos contendientes quedó constatada. Tal y como sucedió en Berlín, Ivanovic se jugó la baza de los pequeños y prescindió durante gran parte del choque de sus tres hombres altos ante un rival vertiginoso y con pívots tan móviles como el alemán. Se trataba de correr hasta reventar y en ese escenario Jekiri, Fall y Diop no gozaron de la más mínima confianza del técnico montenegrino.

Y es que no hubo forma humana de pestañear para seguir el centelleante ritmo de una velada con guarismos elevados. Eso sí, la inspiración de un desmelenado Polonara y las dentelladas alavesas desde más allá del 6,75 posibilitaron el primer amago de despegue en los instantes previos al intermedio.

Las alarmas se encendieron más tarde con un Baskonia completamente desbordado por el dinamismo y la efervescencia del Alba, en el que tanto Fontecchio como Lammers volvieron a apuntar grandes maneras y Sikma también se comportó como un base en la sombra gracias a su capacidad de generación desde el poste bajo.

El ataque vitoriano se paró por completo con tan solo 11 puntos en un tercer cuarto repleto de imprecisiones. El Alba comenzó a amasar ventajas inquietantes y la incomodidad del Baskonia fue in crescendo al aparecer viejos conocidos como la ansiedad o la escasez de ideas. Se sucedieron las faltas en ataque, las pérdidas y, sobre todo, la defectuosa selección de tiro. También se escaparo valiosos rebotes defensivos y ningún jugador de Ivanovic logró entrar en combustió para alterar un inquietante decorado.

El Alba se empeñó en regalar vidas extra a los de Ivanovic con sus regalos en forma pérdidas, pero ni por esas se metió el Baskonia en un partido decantado definitivamente del lado visitante tras una plácida penetración de Eriksson y el posterior triple de Lo. Queda tiempo para reaccionar, pero siendo realistas este equipo vitoriano no desprende las sólidas hechuras de un cuartofinalista continental.