Era un partido claramente señalado en rojo para dosificar las piernas de un equipo con mucha tralla a sus espaldas, aunque por todos es sabido que Dusko Ivanovic rara vez efectúa concesiones a la galería ni regala los minutos a aquellos jugadores que no contraen méritos en los entrenamientos.

De hecho, la matinal ante el endeble Real Betis avanzaba de forma irremediable hacia su epílogo sin que Raieste y Diop hubieran saltado a la pista del Buesa Arena. Además, Kurucs había pasado con más pena que gloria al comienzo del segundo cuarto tras una aparición que había dejado bastante frío al personal y había coincidido con un intento de remontada de los sevillanos gracias a un parcial de 3-13.

Parecía un dèjá vu de encuentros anteriores, pero finalmente no. Y es que el entrenador montenegrino por fortuna se ablandó y adoptó la postura más inteligente posible cuando un partido ya está sentenciado y el modesto rival ha besado la lona.

Cerciorado Ivanovic de que los estériles intentos visitantes por estrechar el marcador eran ya una especie de brindis al sol, llegó el momento emotivo de la matinal que seguramente más agradecieron los aficionados azulgranas y de paso suponen un motivo de orgullo para los responsables de cualquier club: cuatro canteranos en pista para poner la guinda a una victoria.

Con 70-55 en la recta final del tercer cuarto, Diop recibió por fin la alternativa en el juego interior en detrimento de Fall y Jekiri. Raieste, otro que se mordía las uñas en el banquillo aguardando su ansiada oportunidad y ardía en deseos de reivindicarse en el puesto de tres, también volvió a sentirse jugador de pleno derecho mucho tiempo después tras su sonado ostracismo de los últimos tiempos.

No contento con ello, Ivanovic rescató nuevamente a Kurucs para la cuerda exterior y apostó por Sedekerskis, una pujante pieza con cada vez más galones dentro de un equipo que no va sobrado de efectivos. Como consecuencia de todo ello, el TD Systems Baskonia acabó los dos últimos minutos ante el Real Betis con sus cuatro jóvenes, todos ellos guiados por un Henry desplazado ayer del primer plano por el fuego anotador de Vildoza.

Fue el particular guiño de Ivanovic a la cantera de un Baskonia que, dadas las estrecheces económicas actuales, no tiene otro remedio que captar talento a edades muy tempranas para continuar manteniéndose en la cresta de la ola. Difícilmente se repetirá algo similar en el futuro ante la extremada exigencia de un calendario de locos, pero el aterrizaje del abúlico Real Betis permitía esta vez cualquier licencia.