No era Fabien Causeur un jugador a tener demasiado en cuenta en los scotings de esta temporada. El alero francés, martirizado por el coronavirus, apenas había jugado seis partidos hasta ayer. Y con números bastante flojos, además.

Daba la impresión de que la cita ante el Baskonia iba a suponer un capítulo más en su negruzca trayectoria. De hecho, Pablo Laso no apeló a su privilegiada muñeca en toda la primera mitad.

El Baskonia controlaba el partido pese a la ausencia de Vildoza y la escasa aportación de Giedraitis, llamado en principio a multiplicarse en ataque para compensar los puntos que suele aportar el base argentino. El lituano se despidió del partido con un triple, un par de canastas de dos y otro par de tiros libres. Y tres rebotes. Total, 9 de valoración, o sea, un partido gris.

El choque lo sostenían principalmente un descomunal Henry y un Dragic también desatado en el segundo cuarto. Chispazos de Polonara e incluso de un Kurucs que, ayer sí, parecía dar el paso adelante a la hora de tomar decisiones, también en ataque.

Y se llegó al descanso. Y Laso debió pensárselo mejor. El partido se le iba a escapar a pesar de su inacabable arsenal. La rotación madrileña no se cortaba nunca. Hasta tres defensores distintos intentaron sin demasiado éxito cortarle las alas a Henry. Laso decidió que lo mejor era dejar de defenderse y pasar al ataque sin contemplaciones.

Rebuscó en el vestuario y se percató de que allí estaba vestido de corto Causeur. Fresco como una rosa, no había jugado nada, y con ansias de medirse a su ex equipo.

Causeur ya había descansado demasiado. Sal y gánate el sueldo. Maldita decisión para el Baskonia, salvaje irrupción del francés.

Suyo fue el triple que selló el 8-0 con el que empezó el tercer cuarto. Y también anotó el triple que ensanchó esa enorme brecha hasta el brutal 15-0 que parecía dar por finiquitado el partido.

Otro más, el tercero, nada más volver Henry a la cancha para tratar de atajar tanta calamidad. Y siguió sumando y sumando hasta esos 21 puntos que vuelven a poner de moda esa zurda de seda. Bandejas, extensiones, triples... un repertorio enorme y devastador.

Enfrente, el Baskonia capeaba el chaparrón como podía. Su capacidad de resistencia y de agarrarse a los partidos es incuestionable.

Una vez desactivado Kurucs -le duró poco el paso adelante- apareció Sedekerskis para conectar con Henry. Una pizca de Peters, cuarto y mitad de Polonara. ¿Y los pívots? Ni estaban ni se les esperaba. Apenas sumaron cinco minutos entre Fall, Jekiri y Diop en una segunda parte jugada a otra cosa por el Baskonia. La esperanzadora puesta en escena de Fall ante Tavares y la conexión entre Jekiri y Dragic en el segundo cuarto se difuminaron tras el descanso cuando Ivanovic decidió anular a Tavares jugando con pequeños. No estuvo lejos de lograrlo, pero ahí estaba Causeur para desbaratar sus planes.