- Por fin un remanso de paz en medio de una temporada convertida en un thriller permanente y con los corazones a punto de jugar una mala pasada a más de un seguidor. Ya tocaba celebrar un triunfo incontestable y nadie mejor para sufrir la ira alavesa que un Bilbao Basket menor. Tras las taquicardias de unas últimas jornadas resueltas a cara o cruz, el Baskonia vivió ayer un oasis de tranquilidad en un derbi sin ninguna historia y teñido de azulgrana desde el arranque.

Mordisco inapelable a un vecino con un pésimo aspecto y atormentado por las bruscas sacudidas de un anfitrión empeñado en lograr un baño de autoestima. El aterrizaje del Bilbao Basket tuvo efectos terapeúticos para un equipo vitoriano necesitado por fin de una alegría concluyente que disipara el desencanto provocado por los últimos sinsabores en la Euroliga. La vieja sensación de autoridad reapareció en una velada de lo más plácida y presidida por la extrema seriedad local. De no haber mediado la relajación final, el marcador podría haber sido mucho más severo y cruel con el combinado bilbaíno.

El Baskonia ganó y convenció con una de las actuaciones más completas de este ejercicio. De hecho, la tropa de Ivanovic combinó en algunas fases la pegada de un peso pesado con otras virtudes menos vistosas como el sacrificio atrás. Un cóctel explosivo que dejó sin respuestas a los hombres pilotados por Mumbrú, cuya áspera batalla por la permanencia se encuentra en otras canchas y ante otros rivales más terrenales de su liga.

Un derbi antagónico constató la sideral diferencia existente hoy entre dos vecinos como el día y la noche. El Baskonia zarandeó sin piedad a un visitante con bajas de peso pero también la fe justa para dar la sorpresa en el Buesa Arena. Tras el empate a 18, el peso la lógica hizo acto de presencia sobre la cancha de Zurbano, testigo de la redención azulgrana a todos los niveles. Contra el granítico muro local chocó un Bilbao Basket muy inferior en la vertiente física y empequeñecido respecto a la idílica pasada temporada.

A diferencia de jornadas precedentes, el equipo vitoriano manejó con suficiencia el ritmo del derbi vasco y halló un buen equilibrio entre el rigor en el ataque estático y el juego de transición. La segunda unidad de Ivanovic mantuvo la compostura con buenos minutos de Peters o Fall, más asistido por sus compañeros de lo que suele ser habitual. La búsqueda de un pase de más y la manida paciencia a la que siempre alude Ivanovic también favorecieron tiros cómodos ante la pusilánime defensa vizcaína, carente de la más mínima contundencia para poner en aprietos a un anfitrión rebosante de confianza.

La velada amaneció con un frenético ritmo anotador en ambas canastas que resultó un espejismo. El monólogo alavés se hizo realidad muy pronto. El Bilbao Basket aceptó gustoso el intercambio de golpes ante un Baskonia dispuesto a redimirse de sus numerosos pecados ante el Asvel. Esta vez lo logró con creces en un encuentro que sirve para asentarle en la zona noble liguera y le permite cargarse de moral para afrontar el titánico reto de ganar al todopoderoso CSKA en Moscú.

Regresó la mejor versión de Polonara y Giedraitis también volvió a ser ese anotador inclemente de los primeros compases de la temporada. Saliendo desde el banquillo, Vildoza hizo más grande si cabe la herida vizcaína con sus ramalazos de talento. Casi todo fueron noticias positivas en las filas de Ivanovic, que una jornada más prescindió de los servicios de Raieste pero por contra sí involucró en la rotación a sus otros jóvenes (Sedekerkis y Kurucs). El preparador montenegrino se cercioró de que en determinadas jornadas de guante blanco resulta posible y necesario dosificar a las piezas más saturadas.

Tras amasar rentas apabullantes al comienzo del tercer cuarto (52-32), el Baskonia se complicó de forma innecesaria la vida en un epílogo con el punto de mira desviado. Entre los brotes de relajación y las dudas ante la zona 2-3 diseñada por Mumbrú, Ivanovic tuvo que devolver nuevamente a sus pesos pesados en pista. El tibio acercamiento bilbaíno (75-64), capitaneado por las transiciones del vertiginoso Brown y la intimidación defensiva de Balvin, no pasó a mayores y quedó consumada una nueva victoria liguera.

Dos realidades opuestas Las siderales diferencias entre ambas plantillas, agudizadas por las bajas de Mumbrú en el puesto de 'tres' (Reyes y Zyskowski), quedaron patentes ayer en el Buesa Arena. El Baskonia fue amo y señor de un partido sin historia en el que la seriedad azulgrana no dejó margen para ningún tipo de sorpresa.

Implicación colectiva Polonara, Vildoza y Giedraitis llevaron el peso anotador durante la velada, pero Ivanovic agradeció el trabajo oscuro de otros jugadores sacrificados en labores más oscuras. Tan solo el atasco final ante la zona 2-3 del Bilbao Basket evitó que la victoria alavesa fuese todavía más concluyente.