- "Podemos perder en el futuro, pero tenemos que jugar siempre igual que hoy". No hay duda de que a Dusko Ivanovic le gusta su equipo. Al menos, se puede asegurar que hay algunos días que le gusta bastante. Y eso no es poco habida cuenta de la máxima exigencia que caracteriza, antes y ahora, al técnico montenegrino.

Defensa, velocidad y buenas decisiones en ataque. Durante los tiempos muertos en el partido contra el Barcelona, los jugadores tuvieron que escuchar hasta la saciedad el airado mensaje de pasar el balón lo que hiciera falta antes de intentar un mal tiro.

La filosofía de Ivanovic no deja de ser sencilla aunque bien es cierto que no es nada fácil de ejecutar. Porque el montenegrino cree que la clave de las victorias pasa por imprimir una gran y constante intensidad al ritmo de juego, desde luego superior al del rival para acabar superándole por aplastamiento.

Así le ocurrió al Barcelona, que durante el último cuarto se sabía derrotado a pesar de que sus desventajas en el marcador no eran ni mucho menos insalvables. "Hoy nos han dado una gran lección", concluyó Sarunas Jasikevicius. El técnico lituano explicó la superioridad baskonista por la diferente "energía" con la que habían afrontado el partido unos y otros.

A Ivanovic le obsesiona llegar a los últimos minutos de los partidos con un ritmo igual o incluso más alto que el del principio. Muchas veces, cuando está a punto de acabar un entrenamiento y los jugadores ya jadean de cansancio, ordena cinco o diez minutos más de ejercicios intensos. El objetivo es que, cuando llegan los finales apretados o las prórrogas, los jugadores del Baskonia estén acostumbrados a realizar ese esfuerzo extra imprescindible para ganar los partidos.

Esta filosofía resultó muy fructífera en la temporada anterior cuando logró ganar el título de Liga después de ganar varios partidos que parecían imposibles. Así ocurrió en el choque ante Unicaja que certificó el pase a semifinales (87-86), en la antesala de la final contra el Valencia (75-73) y en el duelo decisivo por el título frente al Barcelona (69-67).

Este año, ha habido también finales apretados resueltos por el Baskonia a su favor como los triunfos obtenidos a costa del Valencia (76-73) y Estudiantes (84-86). El único manchón en este particular apartado fue la ajustada derrota cosechada en Burgos (91-89) a manos del equipo revelación de los últimos meses.

El resto, tanto en Liga como en Euroliga, las victorias y las derrotas se han producido con resultados más abultados, sin opción a poner en práctica ese sobreesfuerzo final.

Claro que para llevar a cabo esa filosofía se necesitan soldados adecuados. Y Dusko los está encontrando empezando por los bases (Vildoza, Henry y también el joven Kurucs una vez recuperado de su enfermedad), los exteriores (Dragic, Giedraitis) y los pívots (Polonara, Peters, Ilimane Diop y Jekiri).

No obstante, para completar un ejército que pueda aspirar a cotas altas esta temporada todavía faltaría que se integren Fall, Roieste y Sedekerskis. El gigante francés no acaba de asumir el sistema Ivanovic y da la impresión de que se le están agotando las oportunidades.

En cuanto a los jóvenes, parece que el entrenador no tiene ningún problema con su esfuerzo y capacidad de trabajo, pero es evidente que existe un déficit de descaro y autoconfianza que puede acabar por relegarles en las rotaciones.

Sobre todo si acaba llegando ese refuerzo de alto nivel que falta para llenar el vacío dejado por Carrington. Entonces habrá que volver a analizar las posibilidades.