- Resulta que el auténtico ogro estaba en casa y no llegaba de la Ciudad Condal. El cartel dibujaba antes del salto inicial un partido grande que a la hora de la verdad únicamente duró veinte minutos. El tiempo que necesitó un Baskonia varios escalones por encima del Barcelona en la vertiente física para convertirlo en un sorprendente monólogo. Más allá de que el combinado culé aterrizó ayer en el Buesa Arena sin el concurso de dos piezas básicas (Víctor Claver y, sobre todo, Nikola Mirotic) o mucho más desgastado tras el doble esfuerzo en la Euroliga, su incomparecencia tras el intermedio dejó expedito el camino a un anfitrión vitoriano mucho más hambriento, vigoroso y fresco.

Un encuentro nivelado hasta el intermedio desembocó en un plácido festín baskonista. El Barcelona bajó los brazos y los hombres de Dusko Ivanovic olieron la sangre para lanzarse a su yugular y acabar con la incertidumbre de un clásico que parecía destinado a resolverse en un cara o cruz. Muchas más facilidades de las esperadas ante un gigante culé incapaz de resistir el volcánico ritmo local y que enarboló la bandera blanca de la rendición tras un parcial de 12-1 en los tres primeros minutos de la reanudación.

Coser y cantar para un Baskonia de nuevo solvente como en los albores de la temporada, sostenido por el trabajo coral y que ayer agradeció especialmente la savia fresca brinda por Kurucs. El irreverente letón brindó una energía extra a un anfitrión en el que Giedraitis refrendó su condición de exterminador en ataque, Polonara merodeó las dobles figuras con un despliegue sobresaliente, Jekiri marcó territorio en el juego interior y Vildoza movió los hilos a la perfección desde el timón.

Casi todo fueron buenas noticias en un partido donde Ivanovic dejó para otra ocasión los experimentos con Fall y tampoco recurrió a los servicios de Raieste. Ni rastro, a la postre, de la interminable rotación blaugrana, ya que los grandes nombres propios de Jasikevicius se vieron abrumados por la intensidad local. Sostenido por perfecta combinación de una férrea defensa, el altruismo en el juego posicional y unas endiabladas transiciones, el Baskonia terminó borrando del mapa a un rival con las fuerzas menguadas y con varias marchas menos en cuanto a ambición, poderío físico y entereza en todos los apartados.

Terminó defraudando un clásico jugado de poder a poder y con constantes alternativas hasta el descanso en el que el Barcelona dimitió por sorpresa ante la colmillo afilado baskonista. Los cambios automáticos de la defensa blaugrana tuvieron esta vez una respuesta positiva en un ataque bastante más clarividente de lo habitual y presidido por una excelente circulación de balón. Volvió Peters a la acción y Henry también se subió al barco en una jornada de cuchillos afilados, pero ambos estadounidenses demostraron estar lejos de su plenitud física tras sus respectivos percances.

El dominio inicial de los alaveses se esfumó en cuanto algunos cualificados hombres de la segunda unidad de Jasikevicius comenzaron a hacer acto de presencia. Abrines amagó con repetir la escabechina de la pasada semifinal de la Supercopa, pero tanto el alero balear como el resto de exteriores se fueron apagando con el transcurrir de los minutos. Huérfano de la tradicional munición de Mirotic y la envergadura de Claver cada vez que se planta en el centro de la zona, el Barça malvivió en el puesto de cuatro con unos irrelevantes Oriola y Smits. También le falló la mejor versión de un Higgins desconocido y Calathes fue de más a menos, de ahí que fuera Heurtel su solitaria amenaza durante muchos minutos.

Tras el descanso, el Baskonia se desmelenó y vivió los mejores momentos del partido. Con una pasmosa facilidad para anotar a campo abierto y un prodigioso acierto exterior, la formación de Ivanovic se despegó en el electrónico en un abrir y cerrar de ojos. Pese a su banquillo tan largo, al Barcelona le faltó frescura física para frenar las salvajes oleadas locales. La friolera de 31 puntos le endosó durante este mágico intervalo un anfitrión empeñado en imponer un ritmo infernal con el fin de destapar las numerosas grietas culés. En definitiva, una semana redonda para un TD Systems sostenido de nuevo por un carácter belicoso y capaz de hacerse fuerte en casa para dejar atrás la primera minicrisis de la temporada.

Polonara

Se salió ante el Khimki y ayer rubricó otro sobresaliente despliegue frente al Barça. Anotó desde todos los lugares, fue un jabato en el rebote ofensivo y ridiculizó a los ‘cuatros’ culés.

12-1

parcial letal tras el descanso

El Baskonia rompió el choque al poco de regresar a los vestuarios con un diáfano dominio en los dos aros.

De la igualdad al festín Un partido nivelado y jugado de poder hasta el descanso desembocó contra todo pronóstico en una plácida exhibición de los alaveses. Pese a su interminable banquillo, el Barcelona no pudo seguir el ritmo de un Baskonia de nuevo coral, rocoso y varios escalones por encima en la vertiente física.

Calidad y trabajo sucio El virtuosismo de Vildoza y Giedraitis volvió a quedar patente en ataque, pero el triunfo no hubiese sido posible sin el sacrificado trabajo de los silenciosos guerreros de Ivanovic. Polonara, Jekiri y Dragic brillaron con luz propia, sin obviar la savia fresca brindada en el día de ayer por el joven Kurucs.

Ivanovic El Baskonia recuperó ayer todas sus virtudes para desfigurar el rostro de un impotente Barcelona. El montenegrino manejó una rotación de apenas ocho hombres, ya que el renqueante Peters y Tadas apenas dispusieron de protagonismo. Además, Raieste y Fall quedaron fuera de la rotación. Ayer se cerró una semana redentora en la que el equipo alavés volvió a ser reconocible con un ritmo volcánico.

La impecable labor coral dejó sin respuestas a un visitante culé que enarboló la bandera blanca de la rendición y tan solo vivió de Heurtel

El virtuosismo de Vildoza y Giedraitis tuvo su perfecto contrapunto en el sacrificio atrás de guerreros como Polonara, Dragic, Jekiri o Kurucs