La arenga de Dusko Ivanovic no surtió ningún tipo de efecto. El técnico montenegrino picó en el orgullo a sus discípulos en vísperas de viajar a Belgrado, pero la respuesta que obtuvo de ellos resultó a todas luces decepcionante. Un paupérrimo Baskonia dejó ayer un reguero de dudas en su tétrica visita a un Estrella Roja que, si bien parecía un rival a su alcance antes del salto inicial, se encargó definitivamente de bajarle a la tierra.

El correctivo ante el Murcia pudo entenderse como un pequeño desliz sin excesivos daños colaterales, lo de ayer en tierras balcánicas constituyó un desaguisado en toda regla que dejó un puñado de señalados y de paso refrendó la imperiosa necesidad de incorporar cuanto antes un exterior de ciertas garantías.

Cuando todo parecía un cuento de hadas y las victorias iniciales dibujaban un escenario idílico, de repente han llegado las dudas a un Baskonia que puso la mejilla y vio cómo su modesto rival se la partió con una borrachera de triples en una velada de auténtica pesadilla. El grupo solvente, peleón y rocoso de los primeros encuentros empieza a mostrar unas preocupantes y débiles costuras.

Cualquier salida en la Euroliga constituye una emboscada y se necesitan unos mínimos en cuanto a intensidad y dureza mental que ayer brillaron por su ausencia. Fue una de esas derrotas que enervan a la masa social por el nulo espíritu de lucha y las ciertas gotas de apatía.

El maratoniano azulgrana se cercioró de que hasta el oponente europeo más modesto puede ocasionar un estropicio en una competición donde la clase media-baja quiere alzar la voz. El Estrella Roja entró en erupción y se disparó en el electrónico gracias a la exhibición anotadora de Loyd y Simonovic, dos puñales que negaron el aliento a un visitante falto de mordiente e insolidario atrás.

En la guarida de un anfitrión que difícilmente estará en la pelea por el Top 8, el Baskonia ofreció una imagen descorazonadora. Tras sostenerse a duras penas en unos veinte minutos iniciales que ya olieron a chamusquina, los hombres de Ivanovic terminaron por ver sepultadas sus esperanzas ante el gatillo fácil y la devastadora pegada desde el 6,75 de un Estrella Roja ciertamente sobrado.

loyd, una pesadilla Pese a que las desventajas no fueron muy preocupantes hasta la reanudación, las sensaciones fueron pésimas y el encuentro se convirtió en un mal trago desde el 5-0 inicial. Se repitieron en el Pionir los mismos errores que posibilitaron el primer coscorrón dado por el Murcia. Los jugones del perímetro del Estrella Roja camparon a sus anchas con excesiva facilidad en un partido donde la defensa vitoriana casi nunca llegó a tiempo de puntear los tiros abiertos. La debilidad en el rebote y los consabidos problemas en el ataque posicional también dificultaron al máximo la tarea de conquistar un desértico Pionir, donde se agigantó la figura de exACB como Jordan Loyd. Vista su altanería, cualquiera pagaría en Gasteiz por disponer hoy en día de un exterior de este perfil.

Aunque pronto se contagió de la mediocridad colectiva, Polonara volvió a sostener los débiles cimientos azulgranas en una floja primera mitad donde abundaron los errores a ambos lados de la cancha. Loyd comenzó pronto a talar el árbol alavés y encrespar a Ivanovic, que tardó dos minutos en retirar su confianza en Fall -ayer titular en Belgrado- y tuvo que recurrir a los dos bases ante el precario estado físico de un Dragic prácticamente irrelevante. El esloveno ingresó de forma testimonial en el tercer cuarto sin ser capaz de dar una vuelta de tuerca a la apatía.

Tras el descanso, el Estrella Roja descargó un diluvio universal en forma de triples, la mayoría completamente liberados. Loyd y Simonovic se ensañaron de mala manera con un visitante tierno a más no poder que dejó de sufrir atrás y tendió una alfombra roja para el lucimiento serbio. El vitoriano volvió a ser un equipo corto y sin respuestas. Anida la sensación de que a los canteranos se les queda grande la Euroliga, la producción de los tres cincos se ha vuelto insignificante y Peters malvivió esta vez por sus problemas de faltas, de ahí que el Baskonia fuera el invitado perfecto al festín de un anfitrión en estado de gracia. Giedraitis despertó tarde para maquillar sus números. Otros ni siquiera lo lograron en una tarde-noche de perros que obliga a la reflexión.

las claves

Dos puñales desde el 6,75. La primera mitad ya olió a chamusquina, pero no fue hasta el tercer cuarto cuando el Baskonia se despeñó definitivamente hacia el vacío tras la devastadora exhibición triplista de Simonovic y, sobre todo, Loyd. El ex del Valencia Basket causó un estropicio brutal en las filas azulgranas.

Ni equipo ni nada. El vitoriano volvió a ser un grupo corto, insolidario atrás y sin ningún tipo de respuestas ante un Estrella Roja que le zarandeó sin piedad y destapó sus débiles costuras. A los jóvenes se les queda lógicamente grande la Euroliga, pero el triste papel de los veteranos obligados a tirar del carro fue mucho más preocupante.