- El Baskonia afronta esta noche (20.00 horas) una cita con la historia. Es el partido de sus vidas para muchos boinas verdes en manos de Dusko Ivanovic que, previsiblemente, ya no volverán a vestir más la camiseta azulgrana en el futuro. Lo que parecía un bonito sueño de verano antes de que arrancara esta excitante fase final de la ACB se encuentra a punto de plasmarse en una gesta de proporciones siderales, aunque nadie obvia que resta el paso más difícil de todos. Y es que aguarda nada menos que el Barcelona de los 40 millones de presupuesto, un equipo de los denominados galácticos, plagado de estrellas, armado hasta los dientes y en el que cualquiera de sus descartes podría ser incluso titular en Vitoria.

Seguro que el viejo zorro Svetislav Pesic no está tranquilo y hubiera preferido otro rival menos belicoso para el asalto definitivo. Este Baskonia huérfano de talento en algún puesto pero sobrado de amor propio, corazón y una fe que mueve montañas se ha convertido en un quebradero de cabeza para cualquiera. El técnico montenegrino, auténtico artífice del brutal cambio de piel experimentado por los vitorianos, ha vuelto a imprimir esas señas de identidad que parecían extraviadas y el Barcelona alberga motivos para la preocupación por mucho que su plantilla sea superior en cuanto a número y calidad.

Afortunadamente, este vibrante pulso final no se enmarca dentro de un play off al mejor de cinco partidos, algo que acentuaría el favoritismo del gigante culé. Son cuarenta minutos a vida o muerte en los que nadie debería minusvalorar la capacidad alavesa para obrar la enésima gesta. Tras las épicas victorias ante el Unicaja y el Valencia Basket que han destapado su increíble espíritu de supervivencia, el Baskonia conserva aún las fuerzas suficientes para certificar un último milagro.

Dusko Ivanovic maneja con sabiduría un grupo de guerreros a los que habrá que matar varias veces para apartarles de una gloria que el club vitoriano desea volver a saborear mucho tiempo después. Porque diez años después de izar su último título, precisamente ante el Barcelona gracias a aquel célebre dos más uno de Fernando San Emeterio, el Baskonia se halla ante la pintiparada oportunidad de acabar con su larga travesía por el desierto. Pese al indudable éxito de la clasificación para la Final Four de 2016 de Berlín o el subcampeonato liguero de 2018, las últimas temporadas han dejado un evidente poso de insatisfacción entre la afición.

La posibilidad de conducir la cuarta ACB de la historia a las vitrinas del Buesa Arena reaparece tras una emergencia sanitaria que ha servido para alumbrar un Baskonia más fiable, estable y guerrero. El sobresaliente crecimiento azulgrana en casi todas las facetas del juego lleva el sello de Ivanovic, capaz de resucitar a un plantel huérfano de autoestima y confianza hasta su llegada. Es atrás donde el preparador de Bijelo Polje ha edificado un grupo granítico para enmascarar los problemas en el ataque posicional y permitir que el Baskonia se agarre con uñas y dientes a todos los partidos.

Dado el enorme potencial de los catalanes, hoy será más imperioso que nunca cortocircuitar el ataque de un Barcelona con recursos ilimitados y en el que sus grandes baluartes llegan muy enteros a la final tras la política de rotaciones llevada a cabo por Pesic. El técnico serbio es capaz de poner en liza dos quintetos a cada cual más imponente y cualquiera de los jugadores de la segunda unidad (Heurtel, Kuric, Abrines, Oriola y Davies) atesora el nivel para mejorar las prestaciones de los titulares.

El partido de la fase de grupos puede ser un buen indicio para creer en las opciones del Baskonia, que únicamente se derritió en los compases finales e incluso dispuso de una interesante ventaja al inicio del último cuarto (58-63) que no supo mantener tras entrar rápidamente en el bonus. Cualquier premisa para alzar el título pasa ineludiblemente por igualar el listón físico del Barcelona, que tiene en el purasangre Hanga y Claver a dos baluartes defensivos de primer nivel para ir reduciendo progresivamente el oxígeno de los rivales. El magiar es el primero en marcar un nivel de agresividad por las nubes y el valenciano también marca diferencias cada vez que se planta en mitad de la zona para hacer las pertinentes ayudas.

El duelo Mirotic-Shengelia centra obviamente buena parte del interés, aunque nadie duda de que ambos equipos disponen de secundarios de lujo para decantar la balanza hacia cualquier lado. En este sentido, cabe destacar la impagable contribución de Dragic y Polonara en las filas alavesas. Tanto el esloveno como el italiano brindan un plus saliendo desde el banquillo y el billete para la gran final no se habría entendido sin su magnífica aportación.

Lástima que Janning siga sin ahuyentar los fantasmas que le atemorizan, Vildoza no termine de conseguir la ansiada regularidad y Granger haya llegado con pocos kilómetros en sus piernas para diversificar las amenazas del perímetro alavés. Sin embargo, hoy es una noche para redimirse de todos los pecados cometidos hasta la fecha. Por si las moscas, que la botella de champán esté bien fresca en la nevera para ser descorchada al filo de las 22.00 horas. Vitoria persigue un sueño que no se vive todos los días.