Estaba siendo un partido de guante blanco, el espacio propicio para que los pesos pesados recibieran un más que merecido respiro y los jóvenes azulgranas trataran de reivindicarse de cara a una próxima temporada en la que su protagonismo subirá como la espuma. Todo transcurría entre bostezos y sin grandes sobresaltos hasta que el corazón se le encogió al baskonismo en la primera jugada del tercer cuarto. Jayson Granger, uno de los que más necesitaba llenar el tanque de gasolina tras su prolongada inactividad, buscó una penetración entre un bosque de brazos y piernas verdinegras que pudo acabar en tragedia.

Tras un mal gesto y chocar contra Ventura, el uruguayo bajó a defender en la siguiente jugada con una cojera evidente. Era otra vez el tendón de Aquiles de su pierna izquierda, la misma zona que tras una descarga letal le apartó ocho meses de la circulación en el primer partido de la actual temporada. Inmediatamente enfiló el camino hacia el banquillo y se colocó una bolsa de hielos en la articulación. Sus ojos vidriosos y los gestos de contrariedad evocaban a los peores pasajes de una carrera golpeada en los últimos tiempos por el infortunio. Todo pintaba muy negro, aunque más tarde todo quedó por fortuna en un susto. Y es que Granger abandonó la cancha de la Fuente de San Luis por su propio pie y tranquilizó minutos más tarde al personal en su cuenta de Twitter restando gravedad a su dolencia. En principio, su presencia en la semifinal del domingo no corre peligro.

Este temor a una posible grave lesión constituyó uno de los pocos aspectos reseñables de un partido que no pasará a la historia ni por su estética, ni por la intensidad de los protagonistas. Para el Baskonia, era una tregua antes de la gran batalla de una semifinal ante un adversario todavía desconocido. Para el Joventut, una forma de poner un broche a su destacado participación en esta fase final donde, pese a su eliminación, ha dejado entrever el excelente porvenir de un puñado de canteranos sobrados de desparpajo y calidad, entre ellos el ayer ausente Dimitrijevic y Zagars.

Ivanovic fue el primero en percatarse de la intrascendencia de la jornada. Definitivamente al técnico montenegrino se le ha ablandado esa personalidad de hierro y aquel espíritu voraz que abanderó en sus primeras etapas en Vitoria, donde siempre exhibió un voraz colmillo afilado a la hora de querer ganar cualquier pachanga entre solteros y casados. Los magullados Henry y Shengelia ni siquiera se vistieron de corto, mientras que los minutos de otros primeros espada como Shields, Vildoza, Diop y Eric se vieron reducidos al máximo. Descansos repletos de lógica y sentido común que favorecieron la aparición de la savia fresca, encarnada en Kurucs, Sedekerskis o González, y devolvieron al primer plano a piezas relegadas al ostracismo como García.

Los jóvenes aprovecharon a medias la oportunidad de su coronel. Acaso Kurucs dejó las mejores sensaciones con un desparpajo notable a la hora de armar el brazo. En el lado negativo de la balanza, Tadas -desplazado ya al cuatro- evidenció por momentos una timidez impropia de una promesa que a su edad debería comerse el mundo. Pese a estar dotado de un físico envidiable, el lituano no termina de creerse el tipo de jugador que podría llegar a ser con algo más de mala leche y testosterona. González, por su parte, necesita codearse algún año fuera de Vitoria para adquirir una confianza que ahora mismo brilla por su ausencia.

Por lo demás, el cierre de la fase de grupos dejó un interesante duelo anotador entre Kanter y Polonara, ayer reciclado al puesto de cinco y de nuevo pletórico en todas las facetas. Se llevó finalmente el gato al agua un Joventut más estable y que tuvo en Zagars a un elemento indescifrable para la defensa vitoriana. Una canasta del irreverente letón certificó la derrota del Baskonia, que dispuso de un balón ganador a falta de 14 segundos para haber cambiado el curso de los acontecimientos. Sedekerskis pisó con claridad la línea de fondo, su canasta fue invalidada y la reacción azulgrana del tercer cuarto careció de recompensa. Una anécdota que no empaña las buenas vibraciones que desprende un colectivo que afrontará la semifinal con bastantes más horas de descanso que su rival y llegará a la cita más importante de la temporada con todos sus jugadores frescos, incluido un Granger que hizo cruzar los dedos al personal durante unos minutos eternos.

Canteranos al poder Ivanovic entendió que era una jornada de guante blanco, reservó tanto a Henry como Shengelia y también dosificó a otros jugadores necesitados de una tregua. En su lugar aparecieron los jóvenes a los que el club ha reservado un papel importante para la próxima temporada. El Baskonia cosechó una derrota intrascendente con un equipo de circunstancias, pero llegará fresco a la semifinal.

Esta vez salió cruz Tras un intenso duelo anotador entre Kanter y Polonara, el cuadro vitoriano no pudo salir esta vez ganador y su reacción de la segunda parte careció de recompensa. La tarde se decantó finalmente a favor del Joventut tras una canasta del irreverente Zagars, que careció de respuesta en las filas alavesas tras pisar Tadas la línea de fondo en la última posesión.