- Los refuerzos de Luca Vildoza y Jayson Granger dispararán a buen seguro la cotización del Baskonia en la incierta fase final de la ACB, cuyas fechas quedarán decididas en la jornada de ayer. Sin embargo, no es menos cierto que para que su candidatura al título sea sólida ante gigantes como el Barcelona y el Real Madrid siempre ávidos de gloria necesitará presenciarse una versión del equipo azulgrana mucho más compacta, redonda y coral que la apreciada antes de la interrupción de la actual temporada por la crisis sanitaria.

La redención de muchos jugadores que han defraudado las expectativas constituye una obligación con el fin de que el ambicioso discurso de Dusko Ivanovic pueda llevarse a la práctica sobre la cancha de la Fuente de San Luis. El técnico montenegrino ha situado muy alto el listón alavés, pero cualquier aspiración de conducir la cuarta corona liguera de la historia a las vitrinas del Buesa Arena pasará ineludiblemente por que ciertas piezas en boca de todo el mundo incrementen su rendimiento de forma exponencial.

Y es que, pese a su lenta mejoría a medida que avanzaba el curso, el Baskonia ha sido durante meses un plantel discontinuo, falto de amenazas desde el perímetro y con sonadas debilidades en la pintura que ha delegado su suerte en la mordiente ofensiva de Toko Shengelia. El georgiano, omnipresente pero demasiado solo ante el peligro, ha carecido de escuderos fiables que sacaran las castañas del fuego con cierta regularidad y ahora puede ser el momento de que esos jugadores tan discutidos por la grada se rediman de sus pecados.

En el perímetro, sin ir más lejos, Matt Janning ha estado en boca de todo el mundo debido al desacierto de una muñeca que no ha carburado como en campañas precedentes. Pese a ser un consumado especialista desde la línea del 6,75, el tirador nacido en Minnesota ha exhibido un punto de mira muy desviado a la hora de abrir las defensas rivales. En uno de los últimos partidos previos a la crisis sanitaria ahuyentó fantasmas con un lanzamiento ganador ante el Alba Berlin que desató la euforia de la grada, pero en la balanza de su discreta temporada pesan mucho más un puñado de noches presididas por la enemistad con el aro. Habiendo dejado fogonazos en momentos puntuales, Pierria Henry y Shavon Shields también necesitan dar un paso al frente en un momento crucial donde las deserciones se encuentran prohibidas.

El juego interior tampoco se ha librado de las ácidas criticas de un sector del baskonismo que ha añorado como nunca la mastodóntica figura de Vincent Poirier y la calidad del excesivamente frío Johannes Voigtmann. Con tres cincos de un perfil muy similar e incapaces de complementarse, el equipo vitoriano tampoco se ha mostrado todo lo dominador, rocoso y contundente que sus aficionados esperaban. Sin argumentos de peso en la cercanía de los tableros, el sufrimiento está garantizado. En este sentido, los esfuerzos de Ilimane Diop, incapaz de sostener por sí solo los débiles cimientos de un apartado del juego cada vez más intrascendente en el desenlace de los partidos, han resultado ímprobos ante el insuficiente despliegue de sus dos compañeros.

Tanto Youssoupha Fall como Micheal Eric han quedado en evidencia a lo largo de muchos meses, aunque el senegalés tiene el atenuante de estar viviendo hoy en día su primera temporada al más alto nivel tras su cesión en Francia. En el caso del nigeriano, que venía avalado por sus buenos números en el Darussafaka turco y perfecto conocedor de la ACB tras su paso por Bilbao, sobra decir que ha soliviantado casi siempre los ánimos del personal con errores de todo tipo. Ya se sabía que adelante no era un excelso virtuoso, pero tampoco ha logrado imponerse atrás pese a su imponente planta. En definitiva, Ivanovic tiene muchas piezas que ajustar en las dos próximas semanas para hacer del Baskonia un conjunto realmente competitivo que pueda reivindicarse en la Fuente de San Luis.