- El coronavirus está afectando de forma especial a todas las aerolíneas del mundo, muchas de las cuales deberán ser rescatadas por los gobiernos de sus respectivos países para no acabar en la bancarrota. El patrocinador que ha dado nombre a la Euroliga desde 2010 no es otro que Turkish Airlines y, antes del estallido de la crisis sanitaria, ambas partes negociaban la extensión de un matrimonio que expira al final de esta temporada. Por razones obvias, los apuros económicos de la compañía turca pueden dar al traste con las aspiraciones de ampliar el patrocinio que ha sustentado este imparable crecimiento de las últimas temporadas.

A Jordi Bertomeu le tocará previsiblemente ponerse manos a la obra en busca de otra firma de prestigio que dé continuidad al negocio de una competición cada vez más consolidada, que posee un indudable seguimiento mediático por parte de los aficionados y continúa manteniendo su objetivo de expandirse al mayor números posible de mercados en Europa. Todo hace indicar que el mandamás de la Euroliga no deberá rebuscar en exceso, ya que el balsámico salvavidas se halla dentro de la propia organización tras el acuerdo rubricado el pasado verano con Gazprom para que la poderosa compañía rusa entrara en el selecto grupo de patrocinadores.

El gigante gasístico, que respalda al Zenit de Xavi Pascual -club de miras muy ambiciosas que obtuvo hace un año la controvertida wild card de la organización para jugar esta edición de la Euroliga- y desembarcó en el deporte de Rusia en 2014 comprando los derechos del Triumph Lyubertsy, figura en la pole position para dar nombre al torneo más glamuroso del Viejo Continente. Lo cierto es que hay contadas empresas más solventes y prestigiosas en el planeta que Gazprom, con más de 450.000 trabajadores bajo su manto y cuyas ventas anuales ascienden a 164.000 millones de dólares.