La Copa del Rey se quedó por el camino, el billete para el Top 8 de la Euroliga ha convertido en un ejercicio de fe casi mesiánico y la presencia en el play off liguero empieza a estar seriamente en tela de juicio. Recién iniciado el mes de febrero, el panorama no puede ser más preocupante y desolador para un Baskonia que allá por donde va deja un reguero de pésimas noticias. Ya es un equipo más largo y con una rotación normal, pero ello no redunda en nada positivo ni en ningún tipo de reacción. Lejos de atisbarse pasos al frente de la mano de Dusko Ivanovic, la reinvención soñada con Christon y Dragic aún se hace de rogar y de ello también se aprovechó ayer un Unicaja que tuvo en Jaime Fernández a su brazo ejecutor.

La ilusión derivada del aterrizaje del técnico montenegrino o de los dos nuevos exteriores se evapora ante la certeza de que las derrotas se amontonan en un casillero cada vez más sonrojante. Mientras las caras nuevas tratan de sumar a marchas forzadas, el papel de los jugadores que arrancaron la temporada no puede ser más decepcionante. Por ende, el Baskonia es un hueso fácil de roer para cualquiera y levanta el ánimo al más pintado por culpa de su ternura en todas las facetas, su fragilidad sobre la cancha y los nulos argumentos para competir al más alto nivel.

Shengelia está sobrepasado por el exceso de responsabilidad, los bases se muestran incapaces de generar ventajas, los pívots ni siquiera alcanzan el mínimo exigible, Staukas permanece en su particular limbo y Shields sigue reñido con la continuidad. Un caldo de cultivo cada vez más peligroso mientras la desconfianza y la falta de inteligencia asoman con una crueldad inapelable. La demostración de impotencia ante el Unicaja evocó a otros tétricos pasajes de un curso funesto que si se acabara mañana mismo más de uno respiraría aliviado.

El Unicaja se agarró al saber estar de Jaime Fernández, la fiable muñeca de Waczynski y la sorprendente dictadura de Guerrero bajo los tableros para abrir más brecha en la clasificación con respecto a los alaveses, que podrían quedar hoy a dos victorias del octavo lugar. Un hecho sonrojante a estas alturas de la película pero merecido ante la inoperancia de un grupo que no levanta cabeza.

Siempre a remolque El Baskonia se sobrepuso a base de triples a cuatro caóticos minutos iniciales donde más de uno volvió a temerse lo peor. La tempranera lesión de Brizuela con un esguince en su tobillo izquierdo apenas supuso un revés para las aspiraciones del Unicaja, que se reenganchó rápidamente a la pelea. Un parcial de 0-15 puso en órbita al conjunto vitoriano, que ni siquiera en el escenario más propicio fue capaz de conservar durante un cierto tiempo sus esperanzadoras rentas.

Con Jaime Fernández convertido en un demonio por su facilidad para alimentar a los compañeros y sus letales puñaladas desde el 6,75, el Unicaja se adueñó del control del tempo. El Kirolbet volvió a ser un equipo frágil, poco altruista y deslavazado que se movió a base de fogonazos y apenas encontró la continuidad, un mal endémico para el que no hay antídoto. Dragic, perdido sobre el Martín Carpena, debutó sin dejar nada reseñable e incluso salió en la foto de las jugadas más desafortunadas. La presencia del esloveno permitió, al menos, a Ivanovic ganar una valiosa rotación exterior para compensar el calentón de Janning, cargado con cuatro faltas antes del intermedio tras serle señalizada la tercera de forma rigurosa y la consiguiente técnica.

Los problemas en el cierre del rebote defensivo también fueron una losa demasiado pesada con Ilimane en el ojo del huracán en su emparejamiento con Gerun. El ucraniano provocó infinidad de faltas a los pívots azulgranas, sobre todo el senegalés. Afortunadamente surgió en tierras costasoleñas la versión más rocosa de Eric en esta temporada dejando un mate para el recuerdo tras un fuera-dentro repleto de determinación.

Si bien sus ventajas nunca fueron concluyentes, el Unicaja controló la velada amparado en la inteligencia de Jaime Fernández. Christon, con quien tuvo sus más y sus menos, vivió un calvario para atar en corto a un exterior huérfano de un físico esplendoroso pero sobrado de mordiente y visión. El pésimo arranque del último cuarto dondenó definitivamente a los hombres de Ivanovic, de nuevo faltos de clarividencia y sin contundencia atrás para impedir los tiros abiertos de Waczynski y desangrados ante Guerrero en la pintura.

las claves

Mariscal Fernández El base-escolta del Unicaja se bastó por sí solo para agudizar el pésimo estado anímico y baloncestístico de un Baskonia que también derrapó en el Martín Carpena. Con su sabiduría para crear ventajas y acribillar el aro azulgrana desde la larga distancia, Jaime arruinó el sueño de sumar una victoria balsámica que rescate al Baskonia de su galopante depresión.

Individualidades y no equipo El vitoriano volvió a ser un conjunto plano, previsible, tierno bajo los aros y que se movió a base de impulsos. Ivanovic ya maneja una rotación más larga con los nuevos fichajes, pero ello no redunda en nada positivo a la hora de mantener la intensidad. Los destellos puntuales de Shengelia, Eric y Christon no sirvieron de nada en tierras costasoleñas ante un anfitrión con más empaque.