las claves

Como pollo sin cabeza El Baskonia volvió a ser un equipo plano y sin ideas que se estrelló ante la seriedad del Andorra, cuyas bajas en la zona no se dejaron sentir tanto como las alarmantes carencias azulgranas en el timón. Hannah y Senglin impusieron su ley frente a un Sergi García desbordado y un Janning incapaz de aportar algo de cordura.

La pesadilla del desacierto En una matinal soporífera y de trazos siderúrgicos donde el cuadro del Principado tampoco desplegó un baloncesto de alta escuela, el Kirolbet maldijo la pésima carta de tiro de sus principales exponentes. El desviado punto de mira de Stauskas, Janning o Shengelia propició unos raquíticos guarismos ofensivos.

Vitoria - Sin bases no puede existir jamás paraíso ni consolidarse una reacción. La estabilidad de cualquier colectivo brilla por su ausencia cuando falta una brújula de peso que imponga algo de sensatez en medio del caos más sangrante. El Baskonia se comportó ayer como un pollo sin cabeza, de ahí una nueva puñalada para su autoestima en un momento donde podía divisar la luz al final del túnel. Fue un grupo tan plano y previsible que el fatídico desenlace no pilló desprevenido a nadie. Al Andorra, cuyas sensibles bajas en el juego interior carecieron de la misma trascendencia, le bastó madurar la matinal, imponer un elevado ritmo de juego y cocer a fuego lento a un anfitrión huérfano de ideas para salir triunfador de Vitoria casi tres décadas después.

La mañana había amanecido teñida de sombras y un partido malo de solemnidad por parte de ambos terminó dejando al personal más helado si cabe. Un nuevo paso atrás que mantendrá otra jornada más al equipo vitoriano fuera de los ocho primeros en la Liga ACB, donde encadenó su sexta derrota de la temporada en un Buesa Arena resignado ante el negro panorama que se cierne esta temporada alrededor de un plantel incapaz de codearse ya hasta con los rivales de media tabla.

Sobre todo, si las altas esferas no atajan de una vez por todas el mayúsculo problema de la dirección con la llegada de algún refuerzo. La cuota de conejos de la chistera por parte de Dusko Ivanovic se ha agotado de no mediar un rápido movimiento que erradique un agujero tan negro como el generado por las lesiones de Granger, Vildoza y Henry. Sergi García -preso de la desconfianza- no atesora el nivel necesario para llevar la manija del Baskonia, por no hablar de la falta de solvencia de parches como Janning o Stauskas.

Oda a la impotencia Los progresos de la última semana se vieron difuminados ayer de raíz en la visita de un Andorra mucho más cabal, estable y sólido que no desaprovechó la ocasión de romper su mal fario en la capital alavesa. Ibon Navarro, que se impuso a su mentor en el duelo de banquillos, maniató por completo una ofensiva azulgrana carente de cualquier sentido. La nula creatividad en las filas alavesas fue el caldo de cultivo perfecto para que el plan de partido diseñado por el técnico vitoriano saliera a pedir de boca.

Contadas situaciones de ventaja para tiros liberados, inexistente ejecución del pick and roll, falta de transiciones para evitar el suplicio del juego posicional... El Baskonia fue un constante quiero y no puedo. Para colmo de males, la clamoroso falta de acierto desde la larga distancia también estuvo detrás de los paupérrimos guarismos ofensivos, solo engordados de forma mínima en los minutos de los basura.

No es que el Andorra diera una clase magistral de baloncesto o el virtuosismo de sus jugadores alcanzara unas cotas insospechadas, pero al menos estableció un listón de dureza alto y consiguió un equilibrio interior-exterior suficiente como para profanar la pista alavesa. El cuadro del Principado halló respuestas fiables en dos bastiones con muchos puntos en los bolsillos (Hannah y Senglin), agradeció la chispa de un incandescente Todorovic al inicio del último cuarto, tuvo en el guerrero Sy a un valioso cancerbero defensivo a la hora de amargar la existencia a Shengelia y, por último, se vio sostenido por un brillante Musli para ganar la pelea interior por delante de los tres cincos de Ivanovic.

El Baskonia, por contra, sobrevivió a base de tirones, estuvo reñido con la continuidad y evidenció ser un grupo cogido con alfileres en el puesto crítico de la cancha donde no se pueden esgrimir dudas. La inseguridad de Sergi García fue palpable y Janning no pudo ejercer como apagafuegos pese a su generoso número de asistencias. El técnico montenegrino se jugó la baza de cuatro hombres altos, algo que permitió ganar la batalla física y dominar la pelea del rebote pero dejó al equipo sin un átomo de originalidad y no hizo otra cosa que echar más leña al fuego del descontrol.

Cada ataque convertido en una oda a la impotencia fue minando la confianza de un Baskonia enemistado con el rigor, la cordura y el acierto. El mal balance defensivo del último cuarto, en el que el Andorra facturó infinidad de canastas fáciles en un partido hasta ese instante de trazos siderúrgicos, desencadenó a la postre la enésima decepción.

la figura

Shields El anotador local más estable pese a que muchos de sus puntos llegaron en los minutos de la basura. Trató de multiplicarse en todas las facetas sin entrar en combustión plena.