VITORIA. Donde habían salido airosos todos los visitantes de la Euroliga a lo largo de esta fatídica temporada a excepción del modesto Asvel, el Baskonia volvió a dar la de arena. El Zenit añadió ayer una segunda víctima en el Sibur Arena a su lastimoso expediente como local desde el pistoletazo de salida de la máxima competición. No fue otra que la desangelada y vulgar tropa vitoriana, desquiciante a más no poder y que posiblemente ayer enterró las remotas opciones que le restaban en la Euroliga para reengancharse a la utópica lucha por el Top 8.

Únicamente las matemáticas y las dudas esgrimidas por algunos rivales directos -como ayer el Estrella Roja- sostienen las escuálidas esperanzas de un plantel que cosechó otra derrota hiriente e inexplicable. Básicamente por la extrema vulgaridad de un anfitrión ruso que le proporcionó al Kirolbet infinidad de oportunidades para meterse nuevamente en la pelea y obrar una remontada que se escurrió de las manos en la recta final. Ni siquiera las jornadas de guante blanco ante los oponentes más propicios sirven ya para levantar el alicaído ánimo azulgrana.

Fue un partido rebosante de despropósitos en el que terminó reinando el menos malo. Esa es la inquietante conclusión para el Baskonia, que pese a ver la luz en forma de triples y disfrutar de unas esporádicas ventajas en el último cuarto acabó tendido en la lona con la impotencia de casi siempre. Del caos, del correcalles y del sainete vivido en la cancha rusa, testigo de 41 pérdidas entre ambos contendientes, salió vencedor el Zenit. Tras el 63-65 establecido por Shengelia producto de un rebote ofensivo, se consumó definitivamente la tragedia para un maratoniano azulgrana víctima del cansancio en algunos hombres -léase Henry-, y la falta de temple para consolidar una remontada a base de corazón.

Falta calidad y plantel corto Una canasta en el poste bajo de Thomas y un tiro abierto de Ponitka (67-65) precedieron una pérdida letal de Stauskas que anticipó el desastre. Abromaitis aprovechó el mal balance defensivo azulgrana para poner más tierra de por medio (69-65). El Baskonia acabó inmolándose por culpa de un tiro libre de Henry y otra posterior pérdida del base estadounidense, el imprevisible jugador que posiblemente mejor encarna lo que es hoy en día un colectivo melancólico y depresivo que se muestra incapaz de encontrar algo de regularidad.

No hay un problema de actitud en las filas alavesas, sino de talento y falta de efectivos para mantener el oxígeno a medida que avanzan los minutos. La dirección sigue cogida con alfileres con un Sergi Garcína impotente a la hora de cubrir el vacío dejado por las bajas de Granger y Vildoza, el perímetro también carece de continuidad pese a los fogonazos de calidad de Stauskas, mientras que el juego interior está a años luz de lo que exige la Euroliga. Fall fue un visto y no visto por culpa de las faltas y el capricho de Ivanovic, Eric volvió a ser un coladero ante el poderío del incandescente Iverson -el dueño de la pintura- y Diop no puede sostener por sí solo con sus altibajos un entramado tan endeble. Mientras tanto, los fichajes ni están ni tampoco se esperan, de ahí que el panorama sea ciertamente desolador. Un constante querer y no poder que no lo arregla ningún entrenador.

Tal y como sucedió en el Gran Canaria Arena, al Baskonia le costó coger el pulso al partido y su gélida puesta en escena le hizo remar contracorriente. La velada en San Petersburgo volvió a evidenciar la inestabilidad de un grupo incapaz de alcanzar una cierta continuidad en su juego y con apuros evidentes cada vez que en la acera de enfrentre emerge un rival con ciertas hechuras sólidas. Sin ser un equipo perteneciente a la aristocracia continental, el Zenit también puso de manifiesto las débiles costuras azulgranas.

A remolque durante toda la confrontación, en varios momentos con desventajas preocupantes, el Baskonia reincidió en esa inconsistencia y discontinuidad que están llevando por la calle de la amargura a sus aficionados. Las incesantes pérdidas, la tibieza en el cierre del rebote defensivo, el mal balance a la hora de correr hacia atrás y las graves penurias a la hora de maniatar a los postes de Plaza, sobre todo Iverson y Thomas, le impidieron sentirse cómodo en un encuentro malo de solemnidad e impropio del más alto nivel.

las claves

Abatido en el caos En un encuentro malo de solemnidad donde ambos equipos rivalizaron en despropósitos, el Baskonia terminó hincando la rodilla en un fatídico minuto final donde dos pérdidas de Stauskas y un fundido Henry consumaron otro mayúsculo desastre. Tras el esperanzador 63-65, el equipo vitoriano desfalleció.

Película de terror Pese a que el Zenit solo había ganado un partido como local este ejercicio, fue superior a un Kirolbet blando, sin ideas en ataque, lastrado por su mal balance defensivo y con problemas para cerrar el rebote. Con una rotación escuálida que obliga a saturar de minutos a los titulares, los milagros se antojan imposibles.