Una victoria cómoda. Incluso apabullante por momentos. Una costumbre histórica del Baskonia que esta temporada se había vivido en muchas más ocasiones en sentido contrario que favorable. La matinal de ayer amenazó con convertirse de inicio en un más de lo mismo y las señales que el equipo de Dusko Ivanovic volvió a emitir en el arranque del partido contra el Gran Canaria fueron nefastas. No se habían cumplido los seis primeros minutos del encuentro cuando el electrónico mostraba un parcial 22-10, con el equipo de Fotis Katsikaris sin apenas fallo en sus ataques. El Kirolbet naufragaba de nuevo en defensa y esa escasa tensión atrás le conducía otra vez a equivocarse en el ataque. Un desarrollo muchas veces repetido a lo largo del curso, aunque ayer se protagonizó un cambio de guión que condujo a una variación clara en un desenlace que en otras ocasiones había conducido a derrotas sonrojantes y que ayer deparó un triunfo muy sencillo. Todo un oasis de tranquilidad en medio de la tempestuosa campaña que viene protagonizando el Baskonia.

Superados esos primeros seis minutos en los que el Gran Canaria exhibió un acierto descomunal para castigar los desajustes defensivos vitorianos, la intensidad se incrementó de manera relevante y empezaron a aparecer manos por todas las partes que incomodaron por fin al rival. Mientras, a un ataque que en los primeros compases se sustentó prácticamente en exclusividad sobre los puntos de Shavon Shields se le fueron añadiendo piezas útiles. Así, hasta cinco jugadores baskonistas acabaron el encuentro en los dobles dígitos de anotación, con Ilimane Diop liderando la ofensiva con sus dieciséis puntos.

Precisamente, la figura del pívot merece un apartado destacado. De manera incomprensible para quien desconoce los entresijos del equipo, Diop se quedó sin jugar ni un solo segundo el jueves contra el Fenerbahce. Justificó entonces Ivanovic que fue una decisión técnica. Como poco, de las que resultan difíciles de entender teniendo en cuenta su rendimiento en los partidos precedentes. Sea como fuere, se puede asegurar que el senegalés captó a la perfección el mensaje de su entrenador. A su capacidad para mediatizar a los rivales desde su defensa -por sus características físicas y su movilidad, es el cinco que mejor se amolda a lo que exige el entrenador atrás- unió una gran efectividad de cara a canasta, sobre todo sacando un gran partido a sus constantes presencias en la línea de tiros libres. Con ocho tiros anotados desde los 4,60 metros y cuatro canastas más de dos se convirtió en un martillo en la zona.

También la actuación de Pierria Henry evidenció la necesidad de un base que aporte estabilidad. En la única victoria de la etapa de Ivanovic, el estadounidense superó a sus rivales en la dirección y ayer de nuevo su actuación liderando el juego del equipo fue determinante para alcanzar un oasis de tranquilidad.