Vitoria - El afán por mejorar es una de las señas de Javier Beirán (Madrid, 1987). El madrileño comprendió rápido que en el baloncesto nadie regala nada e hizo del trabajo constante su camino. No fue una explosión de talento precoz. Lo suyo fue ir poco a poco. Dar cada año un pasito más y superarse a sí mismo temporada tras temporada. Debutó con el Estudiantes en ACB y, tras pasar por Gran Canaria, cuando estaba a su mejor nivel en Tenerife sufrió una grave lesión de rodilla. Pero eso no le detuvo. Fue otra oportunidad para mejorar, para conocerse más a sí mismo. Volvió con fuerza y se ganó un sitio en la selección española que se proclamó campeona del mundo este pasado verano. Sin embargo, aunque reconozca su gran satisfacción por este éxito, Beirán solo mira al futuro y está plenamente centrado en su equipo, el Herbalife Gran Canaria, al que volvió con el objetivo de ayudarle a volver a Europa.

Beirán arrancó esta temporada después de vivir "a nivel personal y colectivo el mejor verano deportivo" de su vida, como así reconoce el madrileño. El ahora jugador del Gran Canaria disputó una grandísima temporada con el Tenerife, lo que le valió para ganar el Premio Endesa y ser elegido en el segundo mejor quinteto de la ACB. Eso, unido a su buen trabajo en las ventanas de clasificación, le hizo ganarse un puesto en la selección. "Lo de la selección fue un premio y un reconocimiento a todo el trabajo y esfuerzo que hice en las ventanas y en los últimos años y tuvo el mejor premio posible", declara. Ese premio fue la medalla de oro. El gran hito que hizo a esta generación ganarse un lugar en la historia del baloncesto estatal: "Nos hizo tocar la cima y guardaremos un recuerdo imborrable para toda nuestra vida. Es algo de lo que estoy orgulloso. Ahora, tenemos que centrarnos en nuestros equipos y apartar todo el tema de la selección, pero lógicamente será algo que irá ligado a nuestros nombres".

GRAVE LESIÓN Para llegar a la cima del baloncesto mundial, Beirán recorrió un camino largo y tuvo que encontrarse con varios obstáculos para poder alcanzar este momento. En esa progresión constante se cruzó una grave lesión de rodilla que le hizo tener que trabajar en la sombra para volver al máximo nivel. "Durante la lesión me conocí más que nunca y me di cuenta de que mis niveles eran más altos de lo que pensaba en esfuerzo, sacrificio, intensidad e incluso dolor; en casi todo. Todo eso me ayudó a crecer y me ha ido formando para ser cada día un poco mejor", explica. En ese proceso no estuvo solo. La ayuda de su familia fue fundamental: "Mi hermano y mi padre sufrieron la misma lesión y aunque fue en otra época, sabían por lo que había que pasar. Los meses y momentos malos que se pasan y la luz al final del túnel que se ve cuando se trabaja y se hacen las cosas bien".

José Manuel Beirán, padre de Javier, logró la plata en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles'84. Aquella fue la primera medalla del baloncesto estatal. Esta referencia marcó los primeros pasos del alero del Gran Canaria en el baloncesto y alguna que otra crítica que tuvo que demostrar que era injustificada. "Siempre he tenido que cargar, entre comillas, con ser hijo de y en categorías inferiores tuve que escuchar que estaba por enchufe y esas cosas. Conseguí que me afectara lo mínimo y me ayudara a seguir confiando en mí y saber que los sitios en los que he estado ha sido porque me lo he merecido y por mi trabajo", afirma, un hecho que quedó demostrado una vez alcanzó la élite: "Una vez que eres profesional se busca el rendimiento individual y el colectivo en cada club y da igual que seas quien seas".

Pero más que entorpecer, la figura de su padre y la de toda su familia sirvió de impulso en la carrera de Beirán: "Para mí, más que una carga ha sido un premio y me ha ayudado muchísimo. Los valores que me han inculcado tanto mi padre como mi madre y las cosas que me han ido diciendo en la vida me han ayudado muchísimo". Una vez retirado, José Manuel se dedicó a la psicología deportiva y en ese aspecto también echó una mano a su hijo, aunque el propio Javier reconoce que "aunque hemos trabajado un poco como psicólogo deportivo, me ha ayudado más como padre".

REGRESO A GRAN CANARIA Beirán dio el paso adelante definitivo como jugador en Gran Canaria. En el equipo logró asentarse en la isla y estuvo cuatro temporadas hasta convertirse en referencia del club. Fue en Tenerife, el otro equipo de la comunidad, donde alcanzó su mejor baloncesto, pero en verano decidió cambiar de nuevo de isla y volver a un lugar donde siempre pensó que podría volver. Y lo hizo con un reto marcado: "Estoy muy contento de volver a la que fue mi casa durante cuatro años y ayudar a este equipo a que vuelva a jugar Europa, algo que había hecho en los siete años anteriores y el último no lo consiguió. Es un bonito reto personal y colectivo". Al Gran Canaria le costó arrancar, pero poco a poco va escalando posiciones y se encuentra en el camino de colarse entre los ocho mejores de la ACB, una costumbre que rompió la pasada temporada.

En un futuro cercano aparece el gran reto de los Juegos Olímpicos. El gran sueño de los deportistas y también un reto para Beirán. "Es algo muy bonito y que siempre he soñado, pero sé que es muy difícil. Aparte de una buena temporada, hay que encajar en el grupo, que a veces algún jugador no pueda ir y al final el seleccionador elige a los doce jugadores que mejor pueden formar un equipo", apostilla. Pero al igual que el oro mundialista se queda en el pasado y no sirve como sustento del día a día, el futuro tampoco llega antes de tiempo y Beirán apunta al presente más inmediato: "Antes tengo ocho meses de temporada importantísimos e incluso una ventana en febrero a la que me gustaría ir. Estoy deseando que se cumplan los objetivos con el equipo y en verano ojalá pueda escuchar la llamada del seleccionador para estar en una gran familia". La lucha por entrar en la Copa y en Europa con el Gran Canaria es el primer reto de un Beirán que solo piensa en progresar.