vitoria - Se gastó en vano el comodín del entrenador con la enésima apuesta por un entrenador de métodos conocidos (Dusko Ivanovic) y llegó un base de perfil bajo como Sergio García para tratar de reflotar una dirección golpeada por la lesión de larga duración de Granger y los problemas de Vildoza en el hombro. Esos son los escuálidos movimientos emprendidos por el Baskonia desde que arrancase una temporada mal parida en los despachos con adquisiciones muy lejos de las expectativas iniciales (Henry, Stauskas y Eric) y la continuidad de un entrenador (Perasovic) que estaba ya bajo sospecha desde el final del pasado curso con la prematura eliminación por el título en el Príncipe Felipe de Zaragoza.

Si el Baskonia se hizo en su día grande gracias a la eficiente gestión de Josean Querejeta, ahora también resulta de justicia pedir explicaciones al presidente para explicar el paulatino declive que lleva experimentando el equipo en los últimos tiempos. Por segunda vez desde el año 2015, el Baskonia deberá seguir la Copa del Rey por televisión. Un batacazo inesperado que ni el más pesimista de los aficionados podía intuir, pero que a medida que avanzaban las semanas se ha hecho realidad sin que el entorno se sorprenda.

Y es que la trayectoria azulgrana está resultando decepcionante desde que tuvo lugar el pistoletazo de salida a la ACB. De los primeros clasificados, el equipo vitoriano tan solo ha sido capaz de ganar al Valencia Basket y al Tenerife. Ha perdido contra los dos grandes (Real Madrid y Barcelona) y también se vio sonrojado en las canchas del Andorra y Zaragoza, por no mencionar que el Buesa Arena se ha convertido ya en una cancha asequible para cualquiera. Las esperanzas coperas se han desvanecido en buena medida por culpa de los fiascos ante Unicaja, Fuenlabrada, Burgos y Manresa, rivales modestos que han sabido hurgar en los defectos de un equipo sin la estabilidad ni solidez necesarias para hacerse un hueco entre los ocho mejores al final de la primera vuelta.

Día tras día, todos los defectos de la plantilla azulgrana han salido a la luz con una crudeza dolorosa. La falta de acierto a la hora de reinventarse le ha jugado esta vez al Baskonia una mala pesada. Se fue el discutido Marcelinho, pero no llegó ningún base cerebral que controle el tempo de los partidos. Las sensibles pérdidas de Poirier y Voigtmann también se dejan sentir bajo los aros. Fall está muy verde, Diop da pasos al frente con cuentagotas y Eric -un pívot de un perfil similar a lo que ya había- se ha mostrado desesperante en la mayoría de los partidos. El liderazgo de Shengelia, pagado a precio de oro, también se cuestiona por parte de unos aficionados que ya exhiben sin pudor su descontento. En definitiva, un peligroso caldo de cultivo para encarar la segunda parte de una temporada en la que pintan bastos debido a las carencias de una plantilla corta y abandonada a su suerte.