Vitoria - El lanzamiento triple cada vez tiene un peso mayor en el baloncesto moderno y la dependencia del acierto desde el perímetro es fundamental en el máximo nivel. El Kirolbet Baskonia ha tenido a lo largo de esta temporada serios problemas, por norma general, para anotar desde el arco con fluidez, pero anoche se dio un festín tremendo. Primero para abrir brecha ante un Barcelona incapaz de frenar la tormenta que se le vino encima durante la primera parte; en el tramo final, para sobrevivir al acoso del equipo de Svetislav Pesic cuando las ideas ya se encontraban completamente agotadas. Al principio, con tiros liberados fruto de una buena circulación de balón; después, fruto de decisiones individuales. Unos y otros sumaron para alcanzar los dieciséis anotados (además con un elevado por porcentaje de acierto, el 48,5 %), que suponen la tercera mejor marca histórica del club en la Euroliga, donde el cuadro azulgrana tiene un tope de diecisiete triples anotados.
Los pupilos de Dusko Ivanovic supieron leer a la perfección durante los primeros minutos una defensa del Barça que trataba de colapsar la zona con hasta tres jugadores y enviaba siempre una ayuda cuando Tornike Shengelia leía el balón. Las matemáticas son claras en este sentido: si un jugador está sobremarcado, alguien queda libre. La interpretación fue la adecuada y los balones llegaron a los espacios precisos. En ese momento, con tiros propios de los entrenamientos y de los que cada día los profesionales hacen centenares, todo se reduce a una simple cuestión de acierto. En muchos partidos, la nube negra que se encontraba sobre la cabeza de los jugadores baskonista propiciaba que estos lanzamientos sobre el papel sencillos se convirtiesen en carruseles de fallos inexplicables. Con todo lo negativo que eso conlleva en pérdida de confianza y daño a la autoestima, lo que conducía a las dudas y las renuncias.
Los lanzamientos liberados cayeron como un martillo pilón sobre el aro barcelonista en el arranque del partido. Las muñecas de tiradores afamados como Matt Janning y Nik Stauskas salieron a relucir, lo mismo que el buen momento que atraviesa Shavon Shields. Una fiesta a la que se sumó un Pierria Henry, que en muchas ocasiones se había mostrado renuente a lanzar y que ayer se echó el equipo a sus espaldas a base de aciertos de todos los colores desde el aro.
Y es que si al principio se aprovechó de tiros liberados, el estadounidense exhibió después estilo propio del playground cuando el equipo ya se encontraba completamente atascado y era incapaz de anotar si no era desde el perímetro. Solo entraron doce tiros de dos, uno solo en los últimos quince minutos con el mate final de Shengelia que rubricó el triunfo. En ese tramo, el triple que antes había servido para abrir brecha se convirtió en el flotador que permitió la supervivencia.