Vitoria - Con las uñas del Buesa Arena en carne viva y más de 12.000 fieles conteniendo la respiración, el triple de Pierre Oriola se quedó corto. La agonía de un Baskonia rebosante de corazón tuvo entonces un final feliz. Pudo ser un epílogo traumático para un equipo vitoriano al que el partido se le hizo eterno y que estuvo a punto de desperdiciar una jugosa renta de 21 puntos (54-33), pero el lanzamiento del ala-pívot catalán no encontró el camino del aro para gozo de un público entregado.

Llegó la ansiada liberación para un grupo consumido paulatinamente por el esfuerzo y reo de los nervios que extrajo petróleo del caos. Tras un partido en el que todo fue rodado y el viento sopló a su favor, el Baskonia terminó pidiendo la hora. Incluso vio cómo el gigante blaugrana igualaba la contienda dentro del último minuto tras dos tiros libres de Oriola. Sin embargo, la grada respiró a la postre de alivio después de que se le fuera encogiendo el corazón en un último cuarto repleto de despropósitos que tuvo su punto culminante con una pérdida de Shengelia en el saque de banda que concedió una vida extra al Barcelona.

Aletargado tras su victoria en el clásico y después de ir todo el partido a remolque, el conjunto catalán indultó a la postre a un Baskonia que revivió en el peor momento gracias a su pletórico acierto desde el 6,75 y un mate del georgiano en la cara de Mirotic. Año nuevo, vida nueva. El Baskonia acabó el 2019 como un grupo deprimido que se desangraba allá por donde competía, pero su inicio de 2020 resultó ayer inmejorable con un triunfo de indudable prestigio ante el Barcelona.

Fue la noche de la redención para muchos jugadores, especialmente Pierria Henry, un base que se redimió de sus numerosos pecados en el momento donde incluso se cuestiona su continuidad en Vitoria y que desestabilizó por sí solo al ogro culé. Con un volcánico acierto, una increíble capacidad para meter manos en todos los lugares de la cancha y una personalidad arrebatadora, obvió un problema en su mano izquierda en los albores para ser un guía atinado y con las ideas claras.

resucitar de la tumba Pese a la baja de última hora de Vildoza al recaer de sus problemas en el hombro derecho, el Baskonia firmó un arranque soñado por el que pocos confiaban. Aprovechando la defensa tan hundida del Barcelona que concedió numerosos tiros liberados y el desacierto de los estiletes visitantes, el conjunto vitoriano mandó en el electrónico y el juego con cierta claridad.

Mucho tiempo después, las sensaciones alavesas fueron las ideales para regocijo de una afición que no dio crédito a los que veían sus ojos. La colección de estrellas blaugranas se vio difuminada por la agresividad e intensidad locales en un partido que discurrió por unos parámetros totalmente inesperados.

El Baskonia mostró no solo paseó toneladas de acierto desde el perímetro sino un punto más de energía en la pelea por los balones divididos. Se recobró la puntería, pero también la vocación por dar un pase de más y compartir mejor el balón, una asignatura pendiente que ayer quedó saldada. Salvo en un último cuarto donde la falta de fuelle derivó en un ramillete de ataques pastosos, la tropa alavesa recuperó el ánimo y la entereza para reengancharse a la pelea por el Top 8. De su estado de máxima necesidad hizo virtud un anfitrión liberado mentalmente para firmar 30 minutos de ensueño. A nivel individual, también se reivindicaron jugadores en el ojo del huracán. Henry recobró la alegría al frente del timón, Janning volvió a ser un escolta con puntos en sus manos y Eric también empequeñeció a los pívots de Pesic con su trabajo de intimidación.

Tras el descanso, el Barcelona quiso meterse en la pelea gracias a los fogonazos de calidad de un Mirotic metido en demasiadas guerras subterráneas y que rozó la expulsión en más de una ocasión con sus protestas tras recibir previamente una antideportiva. Delaney y Davis secundaron al hispano-montenegrino en algunos tramos y un Baskonia cada vez más exhausto comenzó a sentir algo de vértigo.

El anfitrión resistió las embestidas culés con un descomunal Henry, que se metió al público en el bolsillo con su verticalidad hacia el aro visitante, su pillería para robar balones y sus triples. El estadounidense fue la punta de lanza de un equipo con otro ardor y con otro espíritu que halló una justa recompensa.

Defensa y acierto El Baskonia despidió el 2019 como un equipo muerto, pero ayer se redimió de sus pecados con una enérgica y superlativa actuación que minimizó durante tres largos cuartos al Barcelona. A base de apretar las líneas de pase, mover el balón con criterio y firmar unos porcentajes de ensueño desde el 6,75, llegó a amasar una renta de 21 puntos.

Agonía con final feliz El conjunto culé despertó del letargo a tiempo y aprovechó el progresivo desfallecimiento alavés para meter el miedo en el cuerpo al personal. Tan solo un mate de Shengelia en la cara de Mirotic y el error final de Oriola le impidieron salir vivo del Buesa Arena.