vitoria - El homenaje previo a Rakocevic y Vidal puso la piel de gallina a más de uno en el Buesa Arena, pero superado ese momento tan emotivo que rememoró la época más gloriosa del Baskonia llegó la hora del sufrimiento extremo y de la impotencia más atroz por comprobar un día más un colectivo completamente desbordado, vulgar e inoperante. Como cabía suponer, el Real Madrid no era el invitado idóneo a la fiesta del tributo a dos leyendas del club azulgrana que no deben dar crédito a la pérdida de competitividad experimentada por el equipo en el que vivieron no hace mucho sus años más dorados.

Pese a una versión más terrenal del conjunto blanco, que no necesitó grandes alardes y dio la sensación de querer gustarse en algunas fases ante la nula oposición que tuvo enfrente, el Baskonia volvió a ser una oda a la impotencia. Esta vez no le faltó actitud como en días precedentes, sino recursos, fe y frescura para plantar cara a un dragón de incontables cabezas como el dirigido por Laso. Dispuso de remotas opciones para reengancharse a un choque que desde el segundo cuarto se convirtió en un monólogo visitante, pero le sobraron las prisas y adoleció de juego colectivo, talento e ideas para obrar un milagro.

La posibilidad de tumbar a un candidato al reinado continental era remota visto el tétrico estado azulgrana y el partido se encargó de confirmar con toda la crudeza del mundo que el Baskonia no está para heroicidades. Fue un constante quiero y no puedo en medio de la indiferencia y el silencio de la grada, que solo se puso en pie para aplaudir a dos mitos antes de darse de bruces contra el terrible paisaje de la mediocridad de la actual plantilla. En definitiva, otro amargo trago mientras siguen pasando de largo las oportunidades para opositar a las posiciones que conducen al Top 8.

música de viento El Real Madrid ganó con una comodidad pasmosa y, lo peor de todo, casi con la ley del mínimo esfuerzo. Esa es la conclusión más terrorífica de otro encuentro tenebroso que refrendó el delicado estado anímico y el proceso de descomposición más absoluto en el que se encuentra sumido un grupo completamente roto. La mezcla explosiva de un entrenador sin ninguna varita mágica para ejercer como reanimador y una plantilla mediocre en muchos puestos está conduciendo al Baskonia hacia la peor temporada que se recuerda en la historia reciente. Hasta el mismísimo Shengelia se ha contagiado ya de la depresión generalizada.

El emparejamiento entre Deck y Stauskas fue una pesadilla para el Baskonia en los primeros compases. El argentino percutió una y otra vez sobre un par mucho más liviano en el poste bajo sacando grandes ventajas que propiciaron el tempranero tiempo muerto de Perasovic. Pese a cuatro minutos iniciales de sequía anotadora hasta la canasta de Fall, el Real Madrid arrancó la velada a bajas revoluciones y esperó paciente el momento para plasmar su superioridad.

Porque la inestabilidad azulgrana volvió a quedar patente en un caótico segundo cuarto aprovechado por el Real Madrid para abrir brecha. El ingreso de la poderosa segunda línea merengue abrió un socavón de dimensiones siderales en el engranaje local. Laprovittola fue un martillo desde el 6,75, Rudy demostró en el Buesa Arena que sigue viviendo su particular segunda juventud y el binomio Thompkins-Mickey maltrató sin piedad al tibio juego interior de Perasovic.

Los pitos ya retumbaron en el Buesa Arena antes del intermedio dada la extrema facilidad con la que el gigante blanco manejó la contienda. El pésimo momento alavés quedó ilustrado un día más con el desacierto en los tiros libres, el predominio de las decisiones individuales sobre el juego coral o el nulo balance defensivo, por no hablar del bloqueo a nivel individual que sufren jugadores como Henry, Vildoza y especialmente Janning, una máquina de fallar desde la larga distancia.

El paso por los vestuarios no alteró el decorado. Los meritorios minutos de Shields no sirvieron para reducir las desventajas ante un Real Madrid que dio incluso la sensación de no apretar a fondo el acelerador. Con más corazón que cabeza y descabezado en la dirección, el Baskonia terminó una noche más reducido a escombros. La pesadilla continúa en medio del inmovilismo de las altas esferas.

Inoperancia absoluta El Baskonia fue un constante quiero y no puedo ante un Real Madrid que ganó con una facilidad pasmosa en el Buesa Arena y nunca forzó a tope la máquina. La falta de ideas y frescura provocó que el ataque no carburara en ningún momento. El equipo acabó el choque con unos guarismos paupérrimos.

Estado anímico Con una mochila muy pesada a sus espaldas derivada de la pésima trayectoria en la actual temporada, el Baskonia demostró un día más que estos partidos ante un transatlántico le vienen muy grandes. Ayer adoleció de juego, recursos y convicción frente a un visitante que se paseó por el Buesa sin necesitar alardes.