vitoria - Primera y mayúscula decepción de la temporada. Jarro de agua fría completamente inesperado. Cuando todo hacía indicar que la tarde invitaba a una sesión de baño y masaje tras una sobresaliente puesta en escena azulgrana, el Baskonia se autoinmoló. Sus 17 puntos de ventaja (53-36) se esfumaron con una facilidad pasmosa en medio de una preocupante espiral de errores que tuvieron su coronación final en un aciago epílogo. La moneda al aire cayó finalmente cruz tras dos tiros libres de Jaime Fernández precedidos de una dudosa falta de Henry, aunque para entonces el partido ya estaba viciado y la tropa alavesa se tambaleaba sobre el alambre. A la postre, se despeñó víctima de su escasa consistencia.

Bastó una simple zona 2-3 de Luis Casimiro, el planteamiento más arcaico en el mundo del baloncesto, para que el conjunto malagueño resurgiera de sus cenizas y metiera el miedo en el cuerpo a un anfitrión con quintetos difíciles de entender en pista por parte de Perasovic y ajusticiado a última hora por los triples de Josh Adams. El base estadounidense fue una pesadilla para los exteriores locales. Suyas fueron las dos dianas que anticiparon un desastre que Shengelia estuvo a punto de remediar con dos tiros libres, a la postre, intrascendentes. El destino le tenía reservado a falta de un segundo un destino cruel al Kirolbet. Tras una tarde para olvidar y favorecido por la rigurosidad arbitral -el contacto lateral de Henry no suele penalizarse nunca a estos niveles ni en ese momento-, Jaime Fernández se erigió en el héroe malagueño.

Balón de oxígeno para el Unicaja y desencanto monumental en las filas de un Baskonia que, tal y como sucedió hace una semana en el Palau Blaugrana, se derrumbó sin paliativos y careció de clarividencia en el epílogo. Después de que Shengelia colocara el 53-36 en el minuto 22, la tropa vitoriana se apagó de forma misteriosa. De repente perdió el norte un equipo que hasta ese instante había paseado una superioridad abrumadora. Pese a algunos esporádicos destellos de Vildoza, la lectura de los bases -especialmente Henry- dejó mucho que desear. Perasovic tampoco puso de su parte prescindiendo de jugadores como Shields o Garino y apostando por sus dos bases. Segunda derrota en tres apenas tres jornadas ligueras y la obligación de remontar cuanto antes el vuelo, empezando la próxima semana por el derbi de Miribilla.

La inclusión de Diop en el cinco inicial fue la primera sorpresa de la tarde, que también vendría acompañada más tarde de la aparición de Miguel González en la cuerda exterior. La tibieza malagueña invitaba a que el técnico croata repartiera esfuerzos. Sostenido por un pletórico Garino en los compases iniciales, el Baskonia dejó buenas noticias hasta el intermedio. La impagable contribución de sus hombres de banquillo contribuyó de forma decisiva al monólogo azulgrana. El músculo y la intimidación del fornido Eric, el colmillo afilado de un Janning desatado desde la larga distancia o la ratonería de Polonara, muy inteligente para causar desequilibrios en la defensa de Casimiro, hicieron más grande la herida de los costasoleños en el segundo cuarto.

bajonazo inesperado Un partido controlado de cabo a rabo por el Baskonia se complicó hasta límites insospechados mediado el tercer cuarto. Bastó una simple zona 2-3 de Casimiro para que la estabilidad vitoriana se resintiera de manera peligrosa. Un devastador parcial de 2-18 instaló la zozobra en el Buesa Arena. Fueron minutos tenebrosos presididos por el cortocircuito en ataque frente al novedoso planteamiento visitante, la errática toma de decisiones, las continuas pérdidas y las clamorosas desatenciones atrás que permitieron a Suárez y Adams campar a sus anchas.

Cuando peor pintaban las cosas, el hombre encargado de intentar sofocar el incendio fue Vildoza, protagonista de los solitarios fogonazos azulgranas que sostuvieron un edificio bastante inestable. Con Henry desplazado al dos, el argentino capitaneó el nuevo despegue que parecía definitivo (69-61 ). Sin embargo, el Unicaja no había dicho su última palabra, opuso su fe y encontró una recompensa inesperada gracias a los triples de Adams y la sangre fría de Fernández. Entretanto, el vitoriano ya era un equipo devorado por la ansiedad y su pésima lectura del juego en los instantes finales. La meticulosidad arbitral de Miguel Ángel Pérez Pérez le dio la puntilla definitiva.

HUNDIMIENTO SIN PALIATIVOS Con independencia de que la última falta de Henry fue demasiado rigurosa, el Baskonia se autoinmoló ayer en el Buesa Arena y perdió por sus propios errores. Sus 17 puntos de renta (53-36) se esfumaron de mala manera tras un simple cambio defensivo de Luis Casimiro que se le indigestó por completo.

ADAMS, UNA PESADILLA Jaime Fernández silenció el Buesa Arena a poco más de un segundo para la conclusión, pero fue Josh Adams con sus triples y su veneno mortal de necesidad quien acrecentó las dudas en un Kirolbet huérfano de una buena lectura de juego para tratar de sofocar el inesperado incendio propiciado por el Unicaja.

Concentró lo mejor de su actuación en un pletórico segundo cuarto donde paseó su colmillo afilado para disparar las ventajas azulgranas. Tampoco fue el salvador ante la zona de Casimiro.