vitoria - Nunca habrá por desgracia en Argentina otra generación dorada como la que, entre otros éxitos inolvidables, conquistó el oro olímpico en Atenas en 2004 o la amarga plata en el Campeonato del Mundo celebrado en Indianápolis dos años antes. Hoy en día, el combinado albiceleste -tan idolatrado por una afición baskonista que lo siente casi como si fuera suyo ante la interminable lista de carismáticos componentes que han desfilado por Vitoria- trata de reverdecer viejos laureles con una mezcla de la veteranía brindada básicamente por el inagotable Luis Scola y la savia fresca inoculada por dos azulgranas: Luca Vildoza y Patricio Garino.

Pues bien, ambos integrantes del Baskonia cosecharon la pasada madrugada en Lima (Perú) su primer gran éxito con la selección absoluta de su país al colgarse la medalla de oro en los Juegos Panamericanos, un título que Argentina no conseguía desde el año 1995. Puede que la gran cantidad de ausencias de los rivales con los que se ha visto las caras, entre ellos Estados Unidos -poblado de universitarios sin experiencia al más alto nivel- resten algo de valor al metal más preciado, pero no es menos cierto que esta renovada selección albiceleste vuelve a estar integrada por jugadores cancheros y sobrados de oficio capaces de dar un susto a cualquiera en el Campeonato del Mundo que arrancará el próximo 31 de agosto en China.

Tras aplastar sin piedad a los bisoños norteamericanos en semifinales, la Argentina de Vildoza y Garino también dio buena cuenta de Puerto Rico en la final, resuelta con un diáfano 84-66 en el coliseo Eduardo Dibós. El protagonismo de los dos jugadores baskonistas, eso sí, resultó desigual. Mientras el base de Perasovic apenas aportó 2 puntos y 2 rebotes en tan solo 10 minutos de juego, el alero se fue hasta los 11 tantos y 3 rechaces en el triple de tiempo sobre la cancha. El Pato volvió a estar inspirado desde más allá de la línea de 6,75 metros con 3 aciertos de 7 intentos.

Sin embargo, el técnico Sergio Hernández volvió a tener en Luis Scola a su particular guía espiritual que tiró del carro desde el salto inicial. A sus 39 años, el ala-pívot bonaerense evidenció una vez más que todavía le queda cuerda para hacer travesuras debajo de los tableros. Es el único viejo zorro que resiste de aquella generación única y ejerce a diario como el faro que alumbra el camino a sus compañeros. Con sus 28 puntos y 9 rebotes, el exbaskonista formó una sociedad letal con un Campazzo (12 asistencias) al que el baloncesto FIBA se le empieza a quedar cada vez más pequeño.

Este golpe de autoridad en los Juegos Panamericanos sirve para alimentar la autoestima de un país como el argentino en vísperas de afrontar el magno desafío del Campeonato del Mundo en China. Argentina no parte, a priori, como una de las favoritas y, de hecho, la posibilidad de que pueda optar a una medalla parece remota teniendo en cuenta el extraordinario nivel de un puñado de contrincantes.

Pese a la presencia de Luis Scola, su juego interior adolece de kilos, músculo y centímetros en una zona de lo más liviana. Huérfano de un cinco dominante, la asignatura pendiente desde hace años, sus posibilidades tienen visos de reducirse como la espuma. Los albicelestes, encuadrados en el asequible grupo B, se medirán durante la primera fase a Corea del Sur, Nigeria y Rusia.