vitoria - Si la estabilidad colectiva del Baskonia se ha resentido en los tramos culminantes de la temporada, tampoco han surgido descollantes apariciones a nivel individual que evitaran un naufragio en toda regla. Tras el billete para la final liguera de la pasada temporada casi una década después, y el notable rendimiento que el equipo ofreció en líneas generales en todos los frentes, el club azulgrana apostó firmemente por la continuidad. A diferencia de lo que suele ser costumbre todos los veranos, la mejor manera de afrontar el asalto a la Final Four de Vitoria prevista en mayo de este año consistía por fin en no empezar de cero, aprovechar que los automatismos ya estaban adquiridos o que la espina dorsal se conocía prácticamente de memoria tras un año de convivencia bajo el mismo techo.

De esta manera, diez jugadores de la campaña 2017-18 recibieron un voto de confianza para seguir a las órdenes de Pedro Martínez. Fueron, en concreto, los bases Vildoza, Granger y Huertas, los exteriores Janning, Garino y Sedekerskis, mientras que también se apostó íntegramente por el cuarteto interior que habían conformado Shengelia, Voigtmann, Poirier y Diop. De las tres novedades introducidas para esta temporada, una fue obligada ante la rápida determinación tomada por Beaubois de aceptar una mareante oferta del Efes y otra deseada (Timma) para aliviar la elevada masa salarial. En lugar del estilista francés y del alero letón llegaron Hilliard y Shields, a los que más tarde se sumaría el desconocido Penava, la sorprendente apuesta del Baskonia para reforzar un maltrecho puesto de cuatro que demandaba una pieza de mayor enjundia.

A la hora de la verdad, la plantilla azulgrana se ha demostrado un año más escasa en cuanto a número para simultanear dos competiciones del máximo nivel como la ACB y la Euroliga. Las lesiones golpearon sin piedad al equipo de Perasovic, que a lo largo de los meses comprendidos entre enero y abril manejó una escuálida rotación de siete u ocho hombres. Ante los diversos percances musculares sufridos por Garino, los dolores de Janning en la fascia plantar o la grave lesión de Shengelia de rodilla tras aquel desgraciado lance con Campazzo, los encargados de tirar del carro fueron Vildoza, Huertas, Hilliard, Shields, Poirier y Voigtmann.

la confirmación de poirier Todos ellos acumularon excesivos kilómetros en sus piernas y el desgaste se ha dejado sentir en la recta final de la campaña. Posiblemente, las últimas fuerzas se consumieron en la eliminatoria correspondiente al Top 8 ante el CSKA, momento a partir del cual el Baskonia entró en una espiral muy negativa. De la misma manera que no se puede decir que ningún jugador ha supuesto una mayúscula decepción en el actual ejercicio, también es cierto que prácticamente ninguno ha acudido al rescate de un equipo exhausto.

Acaso Poirier, incluido en el segundo quinteto de la ACB y la Euroliga, ha sido el jugador en manos de Perasovic que mejor sabor de boca ha dejado en la afición. En su segunda y, posiblemente, última campaña como azulgrana, el francés ha refrendado que es uno de los postes más dominantes a este lado del Atlántico. Su devastadora demostración de poderío en la eliminatoria ante el CSKA fue colosal firmando dobles figuras en casi todos los partidos de la serie y empequeñeciendo a unos cincos de Itoudis huérfanos de centímetros.

Como el resto de compañeros, el galo llegó fundido al último mes de competición y en el último duelo en el Príncipe Felipe sufrió un cruce de cables que perjudicó notablemente los intereses alaveses. Esa alevosa agresión a Alocén sin el balón en juego no venía a cuento y permitió al Zaragoza meter la directa en pos del billete hacia semifinales.

En la dirección de juego, Huertas y Vildoza no han podido escapar a los lógicos altibajos. A sus 36 años, el paulista ha demostrado que todavía es un maestro en la ejecución del pick and roll y conserva una visión de juego privilegiada. Pese a su pérdida de frescura a nivel físico, ha sido una pieza indispensable en los mejores momentos vividos por el Kirolbet. En el caso del argentino, reciclado en muchos momentos al puesto de dos para que exhibiera su desbordante talento y enorme pegada, todavía arrastra algún déficit en cuanto a la lectura del juego y su control de las emociones en los minutos calientes. Si mejora en el futuro la toma de decisiones en los partidos que se resuelven con una moneda al aire, conseguirá ese plus que le falta para encumbrarse como un base de las máximas garantías.

americanos irregulares En la línea exterior, el Baskonia ha vuelto a purgar la orfandad de un anotador compulsivo que metiese el miedo en el cuerpo a sus rivales. Su tirador más fiable, Janning, se quedó por el camino y los restantes doses-treses no se distinguían precisamente por su muñeca de seda y su solvencia desde el 6,75. Hilliard y Shields estuvieron en el punto de mira durante los primeros meses debido a su baja producción, pero dieron un paso al frente conforme avanzaba la temporada. Sin embargo, la aportación de ambos estadounidenses al equipo en el play off ante el Zaragoza ha sido raquítica, viéndose incluso relegados al ostracismo por Perasovic. Garino, siempre sacrificado pero las dosis contadas de calidad, ha enseñado nuevamente que es un jugador de cristal y propenso a las lesiones musculares, de ahí que apenas haya dispuesto de continuidad.

En cuanto a la pintura, un aspecto meridianamente claro ha resultado la convivencia imposible en el puesto de cuatro entre Voigtmann y Shengelia. Ambos jugadores han vuelto a evidenciar que no pueden convivir bajo un mismo techo. Uno anula al otro y viceversa. Sin la alargada sombra del georgiano, el alemán -pitado en el último duelo en casa frente a los maños- se liberó entre los meses de enero y abril. Fue un jugador determinante en todos los sentidos que capitaneó la reacción azulgrana en la Euroliga gracias a una asombrosa capacidad para manchar todos los apartados estadísticos. En cuanto volvió el capitán, su debilidad mental salió nuevamente a flote.

En el lado negativo de la balanza, hay que incluir a Ilimane, Penava -degradado al filial de LEB Plata a finales de febrero- y las restantes promesas azulgranas (Sedekerskis y González), que ni siquiera en las jornadas de guante blanco consiguieron hacerse un hueco en la rotación alavesa. El poste senegalés, cuya química con Perasovic no ha sido la ideal y se vio relegado al anonimato en la segunda parte de la campaña, continúa siendo un foco de máxima preocupación en el Baskonia. No en vano, acaba de dejar atrás otro año en el que su progresión ha sido nula y en sus contadas apariciones incurrió en los defectos de siempre.

Luces y alguna sombra. Su renovación hasta 2024 está justificado teniendo en cuenta su calidad, su juventud y su proyección. Se ha asentado esta campaña como el base titular del Baskonia, aunque todavía necesita pulir algunos defectos que salen a relucir en los momentos calientes de los partidos. Tiene una facilidad innata para fabricarse sus propias canastas. Su crecimiento en el futuro vendrá propiciado por una mejor lectura del juego y un mayor control del ‘tempo’. En este sentido, todavía le falta un camino por recorrer.

Una lesión fatal. El Baskonia hizo un notable esfuerzo a nivel económico para retenerle y la consecución de su pasaporte georgiano daba más sentido al movimiento. Sin embargo, el de Minnesota no ha vivido su temporada soñada. No ha sido el tirador que necesitaba el equipo para desatascar los partidos. Alternó buenos momentos con otros en los que le costó erigirse en una amenaza. Su dolorosa lesión en la fascia plantar, de la que recayó en la serie ante el CSKA, le ha dejado fuera de combate en los últimos meses.

El que tuvo, retuvo. El veterano timonel paulista ha demostrado a sus 36 años que todavía le queda cuerda y baloncesto en sus manos, si bien lo normal es que la próxima campaña recale en algún club menos exigente. Su visión de juego, su habilidad en el ‘pick and roll’ -Poirier fue su mejor socio- y su oficio al frente del timón sostuvieron al Baskonia en muchas fases de la temporada. Lástima esos problemas musculares que minaron su confianza en la recta final, donde como sus compañeros entró en una espiral muy negativa.

Lejos del ‘killer’ soñado. Es cierto que ha protagonizado notables actuaciones y que ha sido un jugador disciplinado a la hora de hacer equipo, pero en líneas generales su rendimiento no ha estado a la altura de lo que necesitaba el Kirolbet. No fue la primera opción para sustituir a Beaubois y ha firmado apariciones intermitentes sin llegar a alcanzar la combustión plena. Era su primera experiencia en Europa y le costó coger la velocidad de crucero. Su triste papel ante el Zaragoza le aboca a abandonar este verano la capital alavesa.

Casi un visto y no visto. El club ha tardado más de un año en buscar una solución a sus dolores en un tobillo que le ha llevado por la calle de la amargura. Lastrado por los problemas físicos, dio continuidad en los primeros meses a su mal papel de la pasada temporada. En enero pasó por el quirófano para remediar su calvario y no ha podido ayudar al Baskonia lo que hubiese sido ideal en los momentos calientes de la campaña. Pese a su larga inactividad, se le vio fresco y recuperado en el infausto ‘play off’ ante el Zaragoza.

Jugador de cristal. En su segunda campaña como azulgrana, el ‘tres’ albiceleste ha vuelto a adolecer de la continuidad soñada demostrando que sus fibras son muy sensibles. Ha sufrido varios lesiones musculares que le han impedido asentarse como un pilar del Baskonia en la cuerda exterior. No va sobrado de calidad ni es un tirador excelso, pero compensa ese escaso virtuosismo con un notable espíritu guerrillero. De los pocos que llegó fresco al final de curso, algo que le permitió protagonizar alguna actuación destacada.

Debilidad mental. Es uno de los jugadores más desconcertantes del Baskonia de los últimos años. Va sobrado de calidad, corre el contragolpe como nadie, tiene visión de juego, amenaza triplista... Cuando se siente importante y con confianza, su impacto en el juego azulgrana ha sido colosal. Sin embargo, la vuelta de Shengelia ha rescatado a ese ala-pívot tierno y endeble en el plano psicológico que no sabe estar a la altura de las circunstancias. El Buesa Arena se ha cansado de él en algún momento y no ha dudado en silbarle.

Despliegue insuficiente. Aterrizó en Vitoria procedente de Italia con la credencial de ser un anotador compulsivo y su temporada, siendo aceptable, tampoco ha satisfecho las expectativas más ambiciosas que existían dentro del club azulgrana. Ha puesto de manifiesto que es capaz de hacer muchas cosas sobre la cancha y brinda una notable energía desde el puesto de ‘tres’, pero ha desaparecido en algunos partidos importantes donde debía haber sido una pieza mucho más sólida. Su muñeca desde el 6,75 ha funcionado con cuentagotas.

Un obrero útil. Este desconocido americano se convirtió en el único fichaje de la entidad alavesa pese a la plaga de lesiones. No se le puede poner ningún reproche, ya que siempre se ha entregado al máximo cada vez que ha dispuesto de oportunidades. Fue capaz de subir el listón defensivo cuando aparecía sobre la cancha, aunque va tan justito de calidad que también incurría en errores de bulto. Con la vuelta de Shengelia pasó a un segundo plano, aunque en el Príncipe Felipe estuvo a punto de revivir a un equipo con las baterías agotadas.

Escaso protagonismo. El alero vallisoletano podía haber dispuesto de muchas más oportunidades, especialmente en varios partidos de la ACB ante rivales de escaso fuste. Sin embargo, Perasovic no lo creyó oportuno ante la sorpresa generalizada. Tras militar en el filial de LEB Plata en el arranque de la temporada, las lesiones de otros compañeros le permitieron subir al primer equipo y disponer de minutos, eso sí muy pocos para lo que se esperaba en el seno del Baskonia. En cualquier caso, todavía está muy verde.

Un expediente X. Es un fichaje para el que, a estas alturas, casi nadie encuentra todavía alguna explicación. Como que se mantuviese en el ‘roster’ durante muchos meses sin ser cedido a otro lugar donde dispusiera de continuidad. Tras llegar sobre la bocina procedente del baloncesto universitario estadounidense, esta imberbe promesa bosnia fue enviada finalmente al filial de LEB Plata. El Baskonia necesitaba un ‘cuatro’ de mayor enjundia que esta arriesgada apuesta necesitada de muchas horas de vuelo en el concierto europeo.

Otro año desaprovechado. Ni siquiera pudo iniciar la temporada con el Baskonia, ya que recayó de sus problemas de espalda y debió permanecer en el dique seco más de tres meses. Regresó a un equipo en el que los roles ya estaban asignados y muy necesitado de victorias, por lo que el año no ha sido ni mucho menos fructífero para este lituano necesitado de continuidad. Da la sensación de que está agotando su crédito en Vitoria y no se le darán muchas más oportunidades. Ha dispuesto de un rol secundario con Perasovic.

Dominio bajo los aros. Ha sido, de largo, el jugador más solvente y regular del Baskonia en la temporada. Por si alguien lo dudaba, ha confirmado que es uno de los mejores pívots a este lado del Atlántico. Tras un despliegue colosal a lo largo de muchos meses, el francés acabó fundido y desquiciado, como así lo denota su injustificable agresión del pasado domingo a Alocén. Su demostración de poderío en el ‘Top 8’ ante el CSKA ha terminado de poner los colmillos largos a los ojeadores de la NBA, casi seguro su próximo destino.

Regreso poco afortunado. Un lance desgraciado con Campazzo le dejó en el dique seco durante varios meses. La gran paradoja es que durante su ausencia el Baskonia desplegó un baloncesto de alta escuela y encontró la mejor versión de Voigtmann. Su retorno coincidió con el bajón del equipo. Estuvo demasiado revolucionado y ansioso en los últimos partidos, muy lejos de la versión que necesitaba el conjunto vitoriano para salir del agujero negro. Sus problemas con el tiro libre han vuelto a ser una constante en esta temporada.

Más de lo mismo. Pasan las campañas y el rol del senegalés no varía en Vitoria. No ha gozado casi nunca de la confianza de sus entrenadores, aunque él debería ser el primero en reflexionar acerca de los nulos progresos que está realizar como jugador en los últimos tiempos. Es incapaz de controlar sus emociones, comete faltas absurdas y en ataque sigue adoleciendo de recursos técnicos para ser una amenaza. Da la sensación de que, en lugar de evolucionar, da pasos hacia atrás. Se mantiene a la sombra de grandes jugadores.