Vitoria - El Kirolbet Baskonia había firmado una actuación sensacional durante la primera parte y, por mucho que el CSKA hubiese cerrado el marcador, llegaba al último cuarto en una situación ventajosa para alcanzar esa victoria que le permitiese regresar a Moscú y jugarse en un quinto partido la presencia en la Final Four de Vitoria. Pero lo que era el gran sueño de un equipo y de una afición tornó en una pesadilla de más de siete minutos en el último cuarto. Los que fueron del triple de Patricio Garino que puso el 76-72 en el electrónico a falta de 8.59 al tiro libre de Darrun Hilliard a 1.21 de la conclusión y que servía para alcanzar los 77 puntos. En ese interludio, el equipo moscotiva había asegurado ya su regreso a mediados de mayo a la capital alavesa con un parcial 0-15 que echó por tierra todo el trabajo anterior y fulminó la sensación de que el ruso era en esta ocasión un rival accesible. El equipo de Velimir Perasovic había trabajado a la perfección para tener la oportunidad de disputar ese quinto partido, pero el gran apagón anotador que sufrió en ese fatídico cuarto final le condenó a despedirse de la Euroliga, una competición en la que ha vuelto a cuajar una actuación notable por mucho que quede el regusto amargo de que se estaba más cerca del CSKA de lo que indica el balance 3-1 final en una serie en la que se han cedido los dos partidos en el Buesa Arena tras haber logrado un histórico triunfo en Moscú.

El Baskonia firmó una exhibición en dos cuartos iniciales en los que defendió de maravilla y percutió con precisión en el ataque para dejar al CSKA al borde del colapso, pero el equipo de Dimitris Itoudis ha mostrado en Vitoria un carácter de superviviente que muchas veces se le ha echado en falta. Los rusos supieron agarrarse a un clavo ardiendo para mantenerse vivos en esa primera parte en la que los vitorianos golpearon con contundencia y en el tercer cuarto comenzaron a tejer su reconstrucción para dejar el marcador casi igualado. Y ahí, como ocurriese el miércoles, a los de Perasovic se les hizo de noche.

Un triple de Garino puso el 76-72 y en ese momento llegó la oscuridad. Los siguientes ataques se resumieron en cinco pérdidas consecutivas, cuatro tiros de dos errados, dos tiros libres fallados, otras dos pérdidas y otros dos lanzamientos desde los 4,60 metros al limbo. Un desastre absoluto que cada vez generaba más ansiedad y del que sacaba partido el CSKA para darle la vuelta al marcador y coger una renta que le permitió gestionar los últimos minutos con absoluta comodidad. El Baskonia perdió el juego colectivo, renunció a su ventaja en el juego interior y abusó de las individualidades con todos los balones llegándole a un Darrun Hilliard que no fue capaz de resolver, mientras que Nikita Kurbanov ahogaba al base en una solución táctica brillante. Un apagón inesperado que hundió el sueño.