Vitoria - El CSKA ha sido durante los últimos años uno de los grandes dominadores de la Euroliga y esta temporada el Kirolbet Baskonia había sufrido en muy pocos momentos esa sensación de chocarse contra una auténtica pared o de encontrarse delante de un muro prácticamente imposible de franquear. Una versión que Dimitris Itoudis recuperó en el primer cuarto de ayer, con un planteamiento inicial que rompió con la tendencia reciente. Apuesta por un quinteto de un potencial físico mucho más grande con Daniel Hackett, Nando De Colo, Nikita Kurbanov, Andrey Vorontsevich y Kyle Hines y la entrega de la batuta al base-escolta galo, que había pasado de puntillas por una serie en la que los mandos del cuadro ruso había estado en manos de Sergio Rodríguez y la pareja estadounidense formada por Cory Higgins y Will Clyburn. Con una dureza defensiva muy superior a la mostrada en Moscú y con De Colo anotando y repartiendo, además de aprovechar la ausencia de inicio de Vincent Poirier, el equipo del Ejército Rojo abrió brecha con celeridad hasta la decena de puntos. Una ventaja que le permitió resistir las acometidas del Baskonia cuando el pívot parisino ingresó en la cancha, acompañado de un Darrun Hilliard que tuvo efecto microondas para que el equipo se calentase son sus triples, aunque los mismos eran respondidos por los moscovitas merced a la gran lectura de juego de De Colo, que le permitió alimentar de balones a unos compañeros con dificultades para generarse sus propios tiros pero que se encontraron con el camino libre para anotar merced a las ventajas que generaba su compañero. El primer cuarto se cerró con un parcial 18-28 que sería determinante en la resolución del duelo.
Al equipo de Velimir Perasovic le costó más de veinte minutos de un esfuerzo titánico recomponer la igualdad inicial en el marcador. Recuperar cada punto suponía un trabajo destajista ante un CSKA que ofreció una versión defensiva de muy alto nivel. Lo mismo que el Kirolbet, que convirtió el camino a su canasta en un verdadero capo de minas. Y aquí un factor clave fue la explosión en el rebote ofensivo de un CSKA que se encontró con muchas segundas opciones -hasta once al final del encuentro- después de unos primeros partidos de la serie en los que los vitorianos habían candado a la perfección su zona, con Higgins y Clyburn ejecutando.
Había conseguido llegar el Baskonia a la cima del Baskonia justo en el arranque del último cuarto con dos triples consecutivos de Janning para primer empatar el duelo y luego adelantar a los azulgranas, pero ahí apareció el mejor De Colo de la temporada. La figura apática y huidiza de los dos primeros partidos de la serie dio paso a ese jugador que hace no tanto dominaba la Euroliga. Doce puntos consecutivos para devolver la ventaja a su equipo después de verse por detrás en el marcador y esa sensación de dominio que durante tiempo ha destilado y ahora parecía dormida.
El galo, con una técnica y cuatro faltas a sus espaldas para firmar 28 puntos al final del encuentro, lideró el ataque de su equipo, pero fue la defensa la que determinó el partido. Eliminado Hunter y con cuatro personales Hines, Itoudis apostó por Joel Bolomboy, que fue clave con varias acciones determinantes atrás ante un Baskonia que había hecho lo más difícil y, justo en ese momento, perdió la templanza que se requería para llevarse una victoria que le acercaba a su Final Four. Al equipo vitoriano le faltó el poso de los grandes cuando había hecho lo más difícil, precisamente, ese saber estar que mostró De Colo. Y también la maestría táctica de Itoudis para hallar el antídoto a sus problemas.