vitoria - Tras el triunfo que consiguió el pasado jueves en Moscú, el segundo en la historia del club y el primero desde las semifinales de la Euroliga de 2005, el Kirolbet Baskonia tiene ante sí esta semana la oportunidad de sellar en el Buesa Arena su presencia en la sexta Final Four de su historia, sin duda la más especial por celebrarse en Vitoria. Una meta que parecía prácticamente imposible hace unas semanas -y qué decir unos meses atrás, con el arranque de temporada que protagonizó el equipo- y que aún hoy sigue siendo tremendamente complicada de alcanzar. Pero, al menos, en esta ocasión, al contrario que en las últimas ante el propio conjunto ruso o en la anterior campaña contra el Fenerbahce, el equipo de Velimir Perasovic ha ofrecido razones reales para creer en sus posibilidades. Que no es poco teniendo en cuenta la envergadura del reto al que ha de enfrentarse, el de dejar fuera de la Final a Cuatro a un club que ha estado de manera consecutiva en las siete últimas y que solo se ha perdido este evento en dos ocasiones (2002 y 2011) desde la escisión de la ULEB de la FIBA y su posterior reunificación en la Euroliga.

En los cuatro enfrentamientos que estos dos equipos han protagonizado hasta la fecha, el Baskonia ha demostrado que no está tan lejos del CSKA como en temporadas precedentes. Las enormes diferencias presupuestarias entre los clubes no se han trasladado al parqué, donde el balance es de dos victorias para cada contendiente. Pero, sin quedarse solo con el resultado final, la verdad es que la sensación de dominio de los de Perasovic ha sido bastante superior en el transcurso de los partidos, aún cuando en dos de ellos haya caído derrotado después de haber ido muchos minutos por delante en el marcador.

En sus dos victorias, el equipo vitoriano ha conseguido colapsar el ataque de los rusos, dejándole en porcentajes de acierto muy bajos para meter 72 y 68 puntos, respectivamente. Mención especial a la labor de desgaste que se ha realizado sobre un Nando de Colo que está muy lejos de ser ese jugador dominante de antaño. En las dos derrotas de su equipo, se quedó en dos puntos en la primera fase en Vitoria y el pasado jueves solo anotó seis. Y sus actuaciones no han sido mucho mejores en las victorias, con sendas anotaciones de once puntos.

El equipo azulgrana está consiguiendo que el francés pase prácticamente de puntillas por sus duelos y un factor clave es que no se añadan nuevas piezas al tridente conformado por Sergio Rodríguez, Cory Higgins y Will Clyburn, que llevan todo el peso del ataque de su equipo con su capacidad para generar desde el exterior, donde la aportación a nivel físico de Daniel Hackett -defensa y ventaja sobre los bases en el juego al poste- es un factor también necesario de descifrar.

Seguir manteniendo a raya al juego interior de Dimitris Itoudis -el dominio baskonista en el rebote es un factor fundamental- se antoja clave. Kyle Hines y Othello Hunter están aportando poco en ataque y en defensa están sufriendo lo indecible, mientras que Nikita Kurbanov se ha mostrado como un elemento que puede ser diferencial para equilibrar fuerzas ante la poca confianza del preparador griego en Alec Peters, Joel Bolomboy y Andrey Vorontsevich y los problemas que a nivel físico le supone utilizar a Clyburn como falso cuatro.

Más fondo de armario Y es que, a la hora de mirar a sus respectivos banquillos, el preparador croata está obteniendo unos rendimientos mucho más interesantes que su homólogo heleno. Después de los enormes problemas de lesiones que ha tenido desde el pasado mes de diciembre, ahora Perasovic cuenta con cierto fondo de armario del que está sacando partido. En este sentido, cabe destacar el importante paso adelante que han dado algunos jugadores, como Shavon Shields y Darrun Hilliard, erigidos en máximos anotadores azulgranas en los dos primeros partidos de la serie.

La defensa se presenta como el factor clave para un Baskonia que tiene muchas piezas para incrementar al máximo su nivel en esa faceta y que buscará una vuelta más de tuerca en un Buesa Arena que se espera sea una caldera a punto de ebullición. Y, en ese sentido, sobre los arbitrajes van a correr ríos de tinta, en un sentido u en el otro, a lo largo de los próximos días.

La historia de duelos entre los dos clubes en los últimos años ha propiciado todo un serial de dimes y diretes -las corridas de toros o las peleas de lucha libre- en el que la frustración casi siempre ha estado del mismo lado. Y los dos episodios anteriores al más reciente, en el que el arbitraje estuvo a un nivel mucho mejor al que se vio el martes o en el último duelo de la fase regular en el que se rozó el escándalo, no han hecho sino incrementar esa sensación de que contra el CSKA hay que competir contra algo más que un equipo, pero que cuando los criterios son más parejos las fuerzas sobre la cancha se igualan al máximo. El deseo del Baskonia es que se mantenga esa misma línea para poder explotar su poderío físico y atosigar a su rival desde la defensa. Argumentos que han hecho del equipo de Perasovic un aspirante de verdad a la Final Four de Vitoria.