Un gigante jugando contra seres humanos de carne y hueso. Esa fue la incontestable sensación de dominio que transmitió en la jornada de ayer Vincent Poirier. El pívot baskonista fue absolutamente imparable para sus adversarios en ambas zonas a lo largo de los casi 22 minutos que estuvo sobre el parqué y se convirtió en el potente faro que guió al Kirolbet a su histórica victoria en el inaccesible feudo del CSKA.
En el duelo que inauguró la serie el galo no pudo ejercer su dominio y sin su habitual referencia en el juego interior el conjunto de Perasovic terminó volcándose demasiado en el exterior. Ayer, el croata optó por revolucionar el quinteto inicial dando entrada a la dupla Shengelia-Voigtmann mientras que Poirier esperaba su turno. Unos minutos de descanso que le permitieron disfrutar de más frescura y a los que puso punto final con una irrupción espectacular en la contienda.
Cada balón que se acercaba a las inmediaciones del aro acabó en sus manos y firmó una estadística inmaculada sin un solo fallo. Todo ello, además, acompañado de una intensa defensa que minimizó al máximo a sus pares. Ni siquiera la prescindible tercera falta personal que cometió segundos antes del descanso descentró al francés.
Peras volvió a reservarlo en el arranque del tercer periodo y cuando regresó a la pista para ser protagonista de la hora de la verdad de nuevo sacó a relucir su inmisericorde dictadura. No importó que el Itoudis ordenara a sus discípulos elevar el nivel de su asfixiante defensa hasta límites casi inhumanos. Poirier siempre encontró el hueco, por pequeño que fuera, para hundir el balón en la canasta o tocarla lo justo con la yema de los dedos para que el rebote acabara en sus manos o en las de un compañero.
Sus números a la conclusión de los cuarenta minutos son lo suficientemente claros como para no precisar de explicación alguna. 14 puntos con un perfecto 6/6, 15 rebotes (4 de ellos ofensivos), 4 robos, 2 asistencias y un tapón para un total de 32 de valoración en 21 minutos y 43 segundos de juego. Unas cifras sin duda estratosféricas que Poirier todavía fue capaz de adornar un otro registro igual de increíble. Antes del encuentro, estaba a falta de diez capturas para superar el récord de mayor números de rebotes en una temporada -lo tenían con 256 Marjanovic y Honeycutt-. Pues bien, al baskonista le sobraron 5 y ya lidera esta clasificación histórica con, de momento, 262.
El senegalés no estaba haciendo muchos méritos para jugar en los últimos tiempos y ayer vio los toros de la barrera por decisión de Perasovic, que apenas contó con él de forma fugaz después de que Poirier cometiera su tercera falta antes del descanso.