Vitoria - Pocas veces ocho jugadores de un equipo profesional se han visto tan exprimidos. A diferencia de hace algunas décadas, cuando las rotaciones suponían prácticamente un sacrilegio y las plantillas eran muy reducidas, la exigencia física y mental del baloncesto de hoy en día demanda cambios constantes, una rotación muy larga y profundidad de banquillo para poder sobrevivir. En los últimos tiempos casi siempre se ha proclamado campeón un conjunto interminable que ha dispuesto de puestos hasta por triplicado. En este famélico Baskonia, dotado de un espíritu competitivo envidiable, la precariedad es una seña de identidad inequívoca que provoca sudores fríos en sus aficionados, resignados y estupefactos al mismo tiempo ante la inacción de las altas esferas.

Desde hace más de un mes, una reducida pero indomable guardia pretoriana pelea sistemáticamente contra molinos de vientos sin que nadie acuda a socorrerla. Lejos de haber perdido comba a nivel clasificatorio, el equipo vitoriano transita en la tercera posición de la ACB, aunque su gran mérito reside en haber incrustado muchas jornadas después su figura en el Top 8 de la Euroliga. Incluso podría ocupar actualmente un lugar más desahogado tras quedarse a las puertas de dos victorias épicas a domicilio ante el Fenerbahce y el Olympiacos.

La gran duda estriba en saber hasta cuándo durará la gasolina, cuya aguja está algunos días en la reserva a la hora de encarar los minutos finales, o si esta desmedida acumulación de kilómetros en las piernas pasará factura a medio-largo plazo cuando lleguen los momentos culminantes de la temporada, empezando dentro de tres semanas por la Copa del Rey.

Mientras algunos rivales directos se permiten el lujo de realizar convocatorias y oxigenar a sus jugadores determinantes, Perasovic debe realizar malabarismos de toda clase en el banquillo azulgrana. Con dos bases puros (Huertas y Vildoza), dos escoltas (Janning y Hilliard), un solitario tres como Shields, un único cuatro (Voigtmann) y una pareja de cincos (Poirier e Ilimane), la productividad extraída por el técnico croata a una materia prima tan reducida está siendo máxima. Únicamente la versatilidad de algunos hombres permite al Baskonia sostenerse a duras penas en pie.

A saber, Vildoza es capaz de desplazarse sin problemas al dos para destapar su virtuosismo en el uno contra uno, Hilliard sigue obligado a emparejarse con aleros más fornidos que le aventajan en centímetros, mientras que Shields e Ilimane sufren lo que no está en los escritos cuando salen de su hábitat natural para dar oxígeno a Voigtmann, que una vez restablecido de su fiebre es el baskonista que más desgaste está acumulando ante la nula confianza de Perasovic en Penava.

Lo cierto es que ya no se le puede reprochar nada a un plantel exprimido como nadie en la ACB y la Euroliga que el pasado domingo sólo falleció por asfixia ante el Barcelona tras tres cuartos de dominio. La cuota de minutos para cada jugador bordea en la mayoría de los casos la treintena, un trajín insoportable y de consecuencias imprevisibles.

Tras la última lesión muscular padecida por Patricio Garino y el enigma respecto a la fecha de vuelta de Tadas Sedekerskis, un jugador que tampoco está predestinado a disponer de un rol importante en el Baskonia, la responsabilidad de llegar en unas aceptables condiciones físicas a la Copa tan solo incumbe a las altas esferas, incapaces hasta ayer mismo de hallar en el mercado algún salvavidas que inyecte frescura a un grupo tremendamente exigido.

Marcelinho A sus 35 años, necesita dosificarse, pero ha jugado casi 30 minutos de media en el último mes debido a la baja de Granger. Con todo, mantiene una gran forma.

Vildoza No solo se ve obligado a llevar la manija, sino que Perasovic aprovecha su versatilidad para desplazarle al ‘dos’. Nunca suele jugar menos de 20 minutos.

Janning Está ‘tocado’ por su esguince de tobillo en Badalona y ha perdido eficacia en el tiro exterior. En su caso, suele actuar entre 25 y 36 minutos, otra barbaridad.

Hilliard Obligado en muchos instantes a actuar como ‘tres’ por la ausencia de Garino. Se mueve en una horquilla de 20-30 minutos. También ha dado un paso al frente.

Shields Rendimiento intermitente. Alterna buenos partidos con otros más discretos. Es el único ‘tres’ puro del plantel, aunque también ejerce como ‘cuatro.

Voigtmann El caso más preocupante. Llegó a jugar 41 minutos en El Pireo porque carece de un sustituto natural en la plantilla tras la grave lesión de Shengelia.

Poirier Uno de los que emite más señales de fatiga. Encargado de sostener el juego interior. Su sufrimiento en el duelo reciente ante el Barcelona ya fue latente.

Ilimane También ha debido reciclarse en algunos momentos al puesto de ‘cuatro’. Sus minutos han subido como la espuma durante el último mes.