el baloncesto siempre está abierto a resurrecciones milagrosas y es un juego imprevisible que depara resultados rocambolescos, pero el rival que aterriza mañana en el Buesa Arena es, sobre el papel, uno de los más propicios para que el Baskonia se mantenga una jornada más en puestos de Top 8. El Armani protagonizó un arranque continental de ensueño con seis victorias en las ocho diez primeras jornadas, pero desde entonces ha entrado en barrena con una trayectoria ciertamente negativa que alienta un moderado optimismo antes del salto inicial.
El conjunto italiano, que ha cedido en ocho de los últimos diez encuentros, se halla inmerso en una grave crisis de identidad de la que no parece conseguir escapar. En apenas dos meses, donde únicamente ha sido capaz de conquistar el OAKA a domicilio (83-86) e imponerse en el Mediolanum Forum al endeble Buducnost (111-94), ha pasado de pelear por las cuatro primeras posiciones a comprometer seriamente su pasaporte para el cruce previo a la Final a Cuatro del Buesa Arena. Tan solo el colista Darussafaka firma números más discretos que un club cuya faraónica inversión de las últimas temporadas -esta campaña se le atribuye un presupuesto de 25 millones de euros- apenas se ha traducido en resultados positivos.
En realidad, el de Simone Pianigiani es un equipo de extremos que no está tan trabajado como otros, vive básicamente del inagotable talento de su columna vertebral y continúa incapaz de enderezar su maltrecho rumbo lastrado por una escasa predisposición al sacrificio atrás. De un lado, el rival azulgrana se mantiene como el máximo anotador de esta Euroliga -empatado con el Real Madrid- gracias a una media de más de 87 puntos por encuentro, pero en el otro lado de la balanza su defensa es la segunda más vulnerable de los dieciséis participantes -tan solo el Gran Canaria encaja más- con 86,7 tantos de media.
Consecuencia directa de todo ello es que los partidos del Armani acostumbran a ser de muchas revoluciones y están presididos por un tanteador elevado. Se trata de un escenario en el que el Kirolbet también se siente cómodo, si bien su actual parte de guerra le obliga durante algunos tramos a contemporizar y tomarse un respiro con el fin de no llegar exhausto al epílogo. Afortunadamente, la rotación de los transalpinos tampoco es de las más largas a nivel continental en este ejercicio.
Entre los pistoleros más despiadados de la máxima competición se encuentran precisamente dos exazulgranas a los que la defensa vitoriana intentará atar en corto: Mike James y Vladimir Micov. Del volcánico base con licencia para jugarse los balones calientes ya se conocía su instinto asesino ante el aro rival, mientras que el alero balcánico está firmando posiblemente la mejor temporada de su carrera con una pegada pocas veces apreciada hasta la fecha. Eso sí, tanto el estadounidense como el balcánico acumulan ya muchos kilómetros en sus fatigadas piernas, siendo los dos jugadores de la Euroliga que más tiempo permanecen en cancha con 35 y 32 minutos, respectivamente.