vitoria - Ya es un clamor para el que no existe ningún tipo de respuesta desde las altas esferas, cuyo silencio tampoco ayuda a comprender una situación que va derivando poco a poco hacia el surrealismo. Caracterizado en el pasado por su desbordante ambición a la hora de mejorar su plantilla o por ser uno de los clubes más activos e inquietos en los despachos, incluso en aquellos momentos donde las arcas del Buesa Arena han estado presididas por las telarañas, la actual parálisis del Baskonia se mantiene en el punto de mira de unos aficionados cada vez más soliviantados. La falta de caras nuevas que proporcionen algo de energía y aire fresco a un grupo tan escuálido alimenta cualquier tertulia baloncestística en la ciudad.
En una temporada propicia para hacer algo grande en una Euroliga con tres claros favoritos para la Final Four pero todo muy igualado de ahí hacia abajo, el malestar ya es latente. Huérfano de cuatro jugadores (Shengelia, Granger, Garino y Sedekerskis), obligado sistemáticamente a realizar esfuerzos sobrehumanos con apenas ocho piezas útiles y las fuerzas al límite, el actual Kirolbet no da mucho más de sí pese a su encomiable gen competitivo. Compite con un espíritu elogiable y se exprime como casi nadie, pero ello no es suficiente ante rivales armados hasta los dientes que demandan, por ejemplo, llegar a los finales de partido no solo con las piernas frescas sino también la mente despejada.
Tanto Velimir Perasovic como la plantilla reclaman desde hace tiempo auxilio en forma de, al menos, un fichaje que alivie la precariedad existente, pero sus deseos no se ven satisfechos, las preciosas oportunidades de encaramarse a las posiciones de Top 8 continúan pasando de largo y el desasosiego empieza a alcanzar unos límites preocupantes. Mientras el equipo se deja la piel, las miradas se dirigen inevitablemente al palco.
En el discurso que debe hacer para no dejar en mal lugar a sus superiores, el técnico croata -que juega con lo que tiene sin decir una palabra más alta que la otra- viene a justificar que el mercado no ofrece grandes oportunidades y que es mejor apelar a la paciencia con el fin de que algún mirlo blanco se ponga a tiro. Sin embargo, dichas explicaciones resultan contradictorias teniendo en cuenta la proliferación de fichajes entre los adversarios directos con los que el Kirolbet compite para hacerse con un hueco por tercer año consecutivo en el cruce previo a la Final Four.
un grupo exprimido Con unas minutadas entre pecho y espalda que obligan a retrotraerse a la década de los 80 y 90, la incógnita estriba en saber cómo repercutirá en el futuro este desmedido desgaste cuando se avecinen los momentos culminantes de la temporada. El inminente retorno del Pato Garino no arreglará casi nada, ya que otras patas de la mesa siguen cojeando más de lo debido. Las mayores urgencias están centradas en el cuatro, un puesto a todas luces conflictivo donde Voigtmann carece de un escudero ante la nula confianza existente en el bisoño Penava. La gestión del caso relativo al ala-pívot bosnio carece de cualquier tipo de lógica desde el arranque de la temporada. Ni juega en Vitoria por estar demasiado verde ni tiene la opción de crecer en otro club ante el rechazo frontal del club a una cesión.
El misterio que envuelve la lesión de Granger, aquejado de la enfermedad del Haglund en su maltrecho tobillo izquierdo y que de momento sigue un tratamiento conservador, también produce desconcierto entre la masa social. Las continuas ausencias del uruguayo deberían haber motivado el aterrizaje de algún temporero que descargue de responsabilidad a un Huertas entrado en años y permita a Vildoza desplazarse al dos para explotar su vena anotadora.
Disfrazado de malabarista en la banda y poco dado a innovar con los residuales González y Kurucs, Perasovic no puede extraer ya más jugo a un grupo famélico que, con algún retoque de calidad, podría elevar su cotización con el fin de hacer realidad el sueño del billete para la Final Four más especial que se recuerda. Todavía queda tiempo suficiente para satisfacer dicho objetivo, pero el margen de error se ha reducido de forma considerable.
otros rivales sí se mueven Mientras el Baskonia no concreta ningún refuerzo pese a su estado de máxima necesidad, sus rivales directos de cara a la conquista de una plaza para el Top 8 sí se están mostrando activos en el mercado en busca de esa pieza que les permita subir algún peldaño en cuanto a competitividad. Con el curso continental ya en marcha, siete equipos han movido ficha.
El Gran Canaria (Nikola Radicevic, Josh Magette y Siim-Sander Vene) y el Buducnost (Norris Cole, Goga Bitadze y James Bell) se llevan la palma con tres caras nuevas por barba, pero también acaban de introducir novedades el Panathinaikos (Sean Kilpatrick), el Zalgiris (Deon Thompson) o el Armani (Alen Omic). Con anterioridad, el Khimki también reclutó a Garlon Green y el desahuciado Darussafaka hizo lo propio con el anotador Toney Douglas. En Vitoria, la inacción más inexplicable.