vitoria - Lo que empezó como una fiesta gracias al aforo completo, el marco incomparable de un Buesa Arena lleno a rebosar y la esperanza de tumbar al vigente campeón de Europa derivó en una auténtica pesadilla para más inri con posibles daños colaterales debido a la lesión de Toko Shengelia. Fue un lastimoso suplicio de principio a fin, un ejercicio de impotencia que no formaba parte de ningún guión previo pero que se hizo realidad con toda la virulencia del mundo para lamento de un sexto jugador silenciado e incrédulo ante lo que vieron sus ojos.
El Baskonia sufrió un nuevo sopapo de realidad ante un grande armado hasta los dientes que volvió a poner en evidencia la escasa longitud y los desequilibrios estructurales de una plantilla que para determinadas batallas se antoja cortísima. Nada que no se supiera, por cierto, pero los milagros efectuados últimamente por Perasovic y sus discípulos tienen un límite mientras las altas esferas se mantengan con los brazos cruzados a la hora de reforzar un equipo escaso de fondo de armario. El desequilibrio de fuerzas ante el Real Madrid resulta tan evidente que hasta un tercer o cuarto espada en manos de Laso como Yusta se disfrazó ayer de héroe merced a su compulsiva vena triplista. Al Baskonia le quedó el orgullo de Huertas y poco más en una velada insufrible que pudo haber desembocado en un tanteador de escándalo si los blancos no hubiesen levantado el pie del acelerador en los compases finales tras alcanzar su máxima (48-74).
Con todo, la derrota no fue lo peor que extrajo el Kirolbet de una velada torcida desde el arranque que no pudo ser enderezada en ningún momento. Y es que el club vitoriano cruza los dedos por el estado de la rodilla derecha de Shengelia, lastimada al inicio del tercer cuarto. Después de que Campazzo se le cruzara por delante en pleno galope hacia el aro visitante para tratar de arrebatarle el balón, la rodilla del georgiano se desestabilizó al impactar en su caída contra el suelo. Una acción temeraria y recurrente en el caso del argentino, que siempre sobrepasa los límites deseables y ya desencadenó otra lesión del pívot baskonista en el pasado cuando jugaba en el Murcia. Toko tuvo arrestos para anotar los dos tiros de la antideportiva con que fue sancionado Campazzo por su exceso de fogosidad, pero inmediatamente pidió el cambio ante los persistentes dolores en la articulación, empotró su máscara contra la pared con rabia y enfiló el camino hacia el vestuario con un rictus de preocupación que hace temer lo peor. Sobra decir lo que podría implicar una hipotética baja de larga duración del hombre franquicia de Perasovic.
otra vez tavares El Real Madrid refrendó su condición de bestia negra del Baskonia, más empequeñecido que nunca, carente de argumentos y a remolque desde el salto inicial. El destrozo irreparable de los 13 minutos iniciales, saldados con un parcial demoledor (13-31) que puso cuestas arriba la victoria, marcó el devenir del encuentro. El ánimo del Buesa Arena decayó a las primeras de cambio ante el abrumador dominio del Real Madrid, que volvió a tener en Tavares a su factor desequilibrante con su mera presencia en la zona.
Un día más, la tropa alavesa se estrelló ante los enormes tentáculos del gigante caboverdiano, cuya sola presencia atormentó a los pívots de Perasovic e impidió cualquier canasta sencilla bajo el aro merengue. Las débiles costuras azulgranas también quedaron desnudadas por una escasa contundencia defensiva, encarnada en Janning. Causeur maltrató al estadounidense en los albores con sus penetraciones sobradamente conocidas por su lado izquierdo. Para colmo de males, un secundario de Laso como Yusta acribilló el aro local. Y todo ello aderezado de la dictadura de Campazzo, que manejó el tempo de la velada su antojo.
La lesión de Shengelia fue la última palada de tierra sobre un Baskonia no solo abandonado por sus principales referentes sino también huérfano de fe para contrarrestar a un molino de viento. El Real Madrid evitó hacer sangre en un epílogo que se hizo eterno. El billete matemático para la Copa del Rey todavía deberá esperar, pero seguramente esa sea en este instante la última de las preocupaciones de un combinado vitoriano que vive en el alambre desde hace semanas debido a sus bajas y ahora suspira por un diagnóstico benigno para la rodilla de su gran emblema.