El suspense únicamente se prolongó durante los minutos finales del tercer cuarto. Después que los operarios tardaran lo suyo en arreglar el tablero destrozado por Shengelia a la vuelta del descanso tras un fallido intento de alley oop con Huertas, el cuerpo y la mente azulgranas se enfriaron más de lo debido. El pertinente parón perjudicó los intereses del Baskonia, que tras la momentánea tregua vivida en el Mytishchi Arena vio frenada en seco su hegemonía, traducida hasta entonces en una ventaja de nueve puntos (36-45) que anteriormente había ascendido a quince (21-36) en plena tormenta visitante de juego, intensidad y sobriedad en ambos aros.

En cuanto volvió a entrar en calor y recobró el aliento, el maratoniano azulgrana acabó sobrado para hincar el diente al Khimki, uno de los conjuntos más endebles de la Euroliga que, huérfano de sus grandes faros (Gill y, sobre todo, Shved), fue una presa fácil para un Baskonia cada vez más sólido que encadena su tercera victoria consecutiva a domicilio en la Euroliga y mantiene el aliento en la nuca del nutrido vagón de aspirantes al Top 8.

La ocasión se antojaba pintiparada para subsanar el grave tropiezo de la semana pasada ante el Barcelona y la tropa vitoriana no desaprovechó una coyuntura de lo más favorable para prolongar sus esperanzas en la máxima competición, que ayer alcanzó su ecuador con el Kirolbet más vivo que nunca y preparado para continuar su escalada en una segunda vuelta donde el Buesa Arena no solo tendrá la llave de la clasificación sino también de la conquista de la posición más alta posible al término de la fase regular.

Exceptuando el tercer cuarto, donde perdió el rigor defensivo y se adentró en un callejón oscuro, el Baskonia facturó ayer en la periferia de Moscú una de las victorias más claras de la presente edición continental. No solo las bajas de sus dos estrellas martirizan a este frágil Khimki sino también su inconsistencia en todas las facetas y especialmente una tibieza defensiva que permitió a los vitorianos manejarse con una suficiencia impropia de estos niveles. El anfitrión llegó tan tarde al partido como su estrella, el divo Shved, que ocupó la butaca de los lesionados con las hostilidades ya desatadas entre ambos conjuntos en una actitud que deja en muy mal lugar al jugador mejor pagado de la Euroliga.

muchos jugadores enchufados El equipo azulgrana dio continuidad a su pletórica exhibición del Martín Carpena y barrió por momentos de la pista a un oponente que confirmó las razones de su precario estado clasificatorio. Pese al discreto papel de Shengelia, muy incómodo con su máscara recién estrenada y sin chispa tras el viaje relámpago a Estados Unidos, el juego coral del Baskonia desarmó por completo a un Khimki que solo minimizó daños gracias al ingreso de Markovic, cuya pegada desde la larga distancia y asociación con Mickey originó los esporádicos brotes de inquietud lo largo de la velada.

En esta ocasión, quien capitaneó el monólogo fue Shields con 13 puntos en un primer cuarto de ensueño. El alero danés se apagó progresivamente, pero Perasovic dispuso de numerosos jugadores enchufados que permitieron mantener la compostura a un Baskonia absolutamente autoritario, altruista -ayer estableció su récord de asistencias en esta Euroliga con 26-, solvente en el trabajo de contención y con una clara vocación por un ritmo centelleante. El Khimki se vio atormentado por sus pérdidas, la mayoría provocadas por una buena defensa azulgrana, y fue incapaz de contener el álgido caudal de juego surgido de las manos de Huertas y Vildoza. Voigtmann, mantenido por Perasovic en el cinco inicial y que rayó otra vez a un magnífico nivel, también fue un generador constante desde el poste bajo durante muchos minutos.

El pletórico arranque del último cuarto, donde Perasovic agradeció la irrupción de un sobresaliente Hilliard, terminó de certificar la supremacía alavesa. Bartzokas, fuera de sus casillas, se vio sancionado con una técnica y el Baskonia puso tierra de por medio con un baloncesto mecanizado, su templanza y su clarividencia en ataque. Por ende, los puestos de privilegio vuelven a estar a tiro de piedra.

Una victoria coral. Shields protagonizó un arranque volcánico, tanto Huertas como Vildoza brindaron una estabilidad notable a la dirección de juego, Voigtmann dio continuidad a su magnífico despliegue del Martín Carpena, Janning fue una amenaza constante y en el último cuarto también irrumpió un sobresaliente Hilliard.

Parón perjudicial. Las únicas gotas de suspense acontecieron en el minutos finales del tercer cuarto cuando el partido se interrumpió media hora después de que Shengelia destrozara el tablero. El fuelle azulgrana se enfrió más de lo debido, pero el Baskonia enderezó rápidamente el rumbo e hincó el diente con facilidad a un Khimki huérfano de sus faros Shved y Gill.