Vitoria - Frenazo en seco y vuelta a las andadas. La escalada triunfal del Baskonia se detuvo la noche más inesperada. La Euroliga penaliza al máximo cualquier día malo y el equipo vitoriano dio ayer un grave paso atrás en sus aspiraciones de colarse mucho tiempo después en puestos de Top 8. El Barcelona aterrizó en el Buesa Arena en estado prácticamente vegetativo, pero revivió en un cuarto final donde se agarró a la clase de Pangos para clavar un puñal y cortar de raíz la dinámica tan positiva de los pupilos de Perasovic.

Con 13 puntos a todas luces trascendentales y un control del tempo que se echaría de menos en los inoperantes bases locales, el elegante canadiense rememoró su mejor versión exhibida la temporada pasada en Kaunas y frustró la estéril reacción vitoriana del tercer cuarto. El Barcelona planteó un duelo de trincheras, se adaptó mucho mejor al excesivo juego subterráneo y maniató a los principales estiletes alaveses merced a sus férreos grilletes defensivos. Si Pangos fue el brazo ejecutor de Pesic, Seraphin y Pustovyi también gobernaron la pelea bajo los tableros. Ni Shengelia, borrado del mapa tras los dos brutales impactos recibidos por parte de Singleton, ni Poirier pudieron contrarrestar el músculo, los kilos y la enorme envergadura del poderoso juego interior culé.

Cuando necesitaba un último empujón para colarse dentro del grupo de elegidos, el Baskonia recibió un jarro de agua fría completamente inesperado. Tras una de esas veladas de codos afilados y raquíticos guarismos ofensivos, permitió la resurrección de un granítico Barcelona que, a excepción de su monumental parálisis del tercer cuarto, impuso su ley en el Buesa Arena. Tras hacer lo más difícil y en el preciso instante que el viento soplaba a su favor, el equipo vitoriano se derrumbó por completo en diez minutos finales aciagos. Un intervalo donde se vieron resucitados los peores fantasmas de la campaña con tres directores de juego sobrepasados, un perímetro sin pegada y una pintura empequeñecida ante la interminable rotación de postes que maneja Pesic.

el espejismo del tercer cuarto Del esperanzador 55-46 al inapelable 62-73 solo hubo margen para la exhibición de Pangos y una cascada de ataques mal gestionados que abrieron la puerta a la rebelión de un gigante culé adormecido en los últimos tiempos. Las opciones permanecen intactas, pero el Baskonia dilapidó ayer buena parte del crédito que tanto le había costado ganar a base de pundonor, fe y buen juego.

La corpulencia de Seraphin resultó indefendible para el Baskonia en los primeros compases. El efímero exbaskonista durante el último lockout de la NBA, devuelto por Pesic al cinco titular, amargó la existencia a su compatriota Poirier percutiendo hacia dentro con su poderoso físico. Para colmo de males, un terrible manotazo de Singleton en el rostro de Shengelia envió al georgiano al banquillo con su nariz sensiblemente lastimada. Otro viejo conocido del Buesa como Ribas, la otra sorpresa culé de inicio y anclado en un sorprendente anonimato en los últimos tiempos, también brindó soluciones al Barcelona y cortocircuitó muchos ataques alaveses con sus pegajosos marcajes y robos.

Las numerosas pérdidas y las graves desatenciones en el rebote defensivo forjaron el dominio catalán, si bien el Kirolbet no le perdió la cara al encuentro gracias a sus esporádicas oleadas triplistas, la mordiente de un renacido Shields y algunos errores de bulto en las filas blaugranas, protagonizados casi siempre por Tomic y Claver. Sus desventajas nunca fueron lo suficientemente grandes como para verse atenazado por los nervios y la propia inestabilidad e inconsistencia blaugranas obrarían la reacción tras el intermedio.

Con el paso de los minutos, el Baskonia fue ahogando la circulación de balón visitante y subiendo paulatinamente su intensidad atrás. Las canastas del Barcelona empezaron a llegar con cuentagotas y el aro local se le hizo diminuto en un espantoso tercer cuarto blaugrana. Pese a que su virtuosismo adelante tampoco fue para echar cohetes, el Baskonia se disparó en el marcador con una suficiencia pasmosa merced a un parcial de 16-4. Ese escenario que parecía idílico precedió el hundimiento del epílogo, en el que Pangos campó a sus anchas para recordar lo duro que será el tránsito vitoriano hacia el cruce previo a la Final Four.

Hundimiento y Pangos. Tras muchos minutos por detrás en el marcador, un buen tercer cuarto permitió al Baskonia divisar la luz y encarar el último periodo con una jugosa ventaja. Sin embargo, los vitorianos naufragaron por completo en el peor instante y asistieron a la exhibición del base canadiense con 13 puntos en ese intervalo.

Máxima incomodidad. El Kirolbet nunca pudo desplegar su juego habitual ante los férreos grilletes de un Barça que llevó el partido a su terreno, apostó por un ritmo cansino y extrajo petróleo del gran papel de tres ‘olvidados’ de Pesic como Ribas, Seraphin y Pustovyi.

El único que vio el aro culé con regularidad. Notables oleadas triplistas que, a la postre, carecieron de recompensa. Pese a sus rachas de acierto, se vio maniatado al final por Ribas.