Vitoria - El Barcelona llegaba ayer al Buesa Arena inmerso en una profunda crisis de juego y de resultados. Y cuando eso sucede en un teórico candidato a todo siempre comienzan a aparecer los primeros jugadores señalados. Uno de ellos era el base canadiense Kevin Pangos, que acumulaba un buen número de encuentros sin ofrecer su mejor nivel. Durante gran parte de la contienda de ayer mantuvo este línea discreta pero, desgraciadamente, en el momento decisivo se reconectó y se convirtió en el faro decisivo que cegó por completo al Baskonia.

Cuando mejor parecían pintar las cosas para el combinado de Velimir Perasovic tras dejar a su rival en únicamente siete puntos anotados en el tercer cuarto y arrancar el parcial definitivo con una tranquilizadora renta en el marcador, el director de juego blaugrana se encargó de dar la vuelta a la situación. Cogió la batuta en sus manos y, además de dirigir con acierto a sus compañeros, se marcó un espectacular solo ante el que nada pudieron hacer los jugadores locales.

En un abrir y cerrar de ojos el Barcelona restableció en el equilibrio en el marcador y, a partir de ese momento, Pangos apretó el acelerador para llevar a su equipo hasta una victoria con la que ni siquiera se atrevían a soñar apenas unos minutos antes. Nada menos que trece puntos anotó el canadiense en el cuarto definitivo llevando siempre, además, el encuentro al ritmo de juego que más le convenía a su equipo.

Penetraciones imposibles, tiros de media distancia, triples... el repertorio del base blaugrana parecía inagotable en esa fase del choque. Por si fuera poco, también incomodó sobremanera en defensa a sus pares, lo que motivó que el plantel convirtiera en misión prácticamente imposible los intentos de acceso al aro. Ni con Vildoza al mando de las operaciones ni cuando buscó una alternativa concediendo el timón a Huertas pudo enmendar Velimir Perasovic el rumbo del equipo. Y es que la luz de Pangos resultó imposible de apagar para el Baskonia.