Vitoria - Desde la llegada de Velimir Perasovic al banquillo en sustitución de Pedro Martínez, el Kirolbet Baskonia ha regresado a unos tiempos pretéritos en el mundo del baloncesto. Aquellos en el que los entrenadores depositaban su confianza en un núcleo muy reducido de jugadores y en el que las aportaciones desde el banquillo eran escasas, poco más que tres relevos útiles, uno por posición entre base, perímetro y juego interior. Precisamente, entonces la ventaja de los grandes clubes era contar con un fondo de armario más amplio que el de sus competidores, lo que les dotaba de más frescura a la hora de afrontar los partidos. Poco a poco, la longitud de los equipos fue creciendo, llegando primero a la rotación completa de dos jugadores por cada una de las cinco posiciones para dar paso después a las doce piezas útiles. La máxima expresión de este crecimiento, en la que los más poderosos económicamente siempre han ido un paso por delante en la evolución, las representan quienes se permiten el lujo de poder realizar convocatorias, teniendo sus entrenadores que realizar descartes en cada partido porque cuentan incluso con más recursos de la docena que se puede inscribir en cada encuentro. Una adaptación necesaria a un panorama actual que, desde la implantación del nuevo sistema de competición de la Euroliga, ha incrementado de manera sustancial tanto la cantidad como la exigencia de los esfuerzos. En plena catarata de partidos encadenados sin tiempo apenas para el descanso, el Baskonia de Perasovic viaja en contra de la corriente, con las rotaciones reducidas casi a la mínima expresión y la confianza del croata depositada en un número de jugadores muy reducido que es el que acapara la mayoría de los minutos.
En las poco más de tres semanas que el técnico de Split lleva al frente del equipo, el camino que ha elegido es priorizar la presencia en cancha de los jugadores que considera que le acercan más a pelear por las victorias. En los ocho partidos de Perasovic (cinco de Euroliga y tres de ACB), Matt Janning y Tornike Shengelia han superado la treintena de minutos en tres ocasiones, mientras que Vincent Poirier lo ha hecho en dos. Por establecer una comparativa, el única en una situación similar en la etapa de Pedro Martínez fue Shavon Shields, quien ostentaba ese particular honor de haber pasado de los treinta minutos sobre la cancha.
A este tridente que goza de la plena confianza del preparador baskonista cabe añadir, en segundo instancia, tanto a Luca Vildoza como a Darrun Hilliard para completar el núcleo de confianza. Las alternativas van difiriendo con los partidos, ya que en algunos casos el preparador balcánico ha otorgado mayor relevancia a Marcelinho Huertas como director de juego alternativo y en otras se ha decidido por Jayson Granger, optando en muchas ocasiones por dos bases sobre el parqué para paliar la baja del lesionado Patricio Garino y utilizando como aleros tanto a Hilliard como a Janning, que van cambiando de posición dependiendo de las necesidades del equipo. También en el poco espacio que deja la pareja interior de referencia ha ido el técnico alternando su confianza, dependiendo del rival, entre Johannes Voigtmann e Ilimane Diop.
En todo caso, el peso de la segunda unidad se ha reducido de manera considerable. Y la opción de buscar nuevas alternativas recurriendo al banquillo resulta del todo imposible teniendo en cuenta que las dos últimas fichas que se inscriben son las de Ajdin Penava y Miguel González, dos jóvenes que ni cuentan con la confianza del croata ni están preparados para el nivel de exigencia de la Euroliga. En este sentido, el club ha roto por completo con su proceder histórico, cuando a la mínima oportunidad recurría al mercado para buscar refuerzos, más aún con lesiones como la que actualmente mantiene a Garino en el dique seco y con la evidencia sobre la mesa de que Perasovic no confía plenamente en todas sus piezas. De momento, todo hace indicar que su núcleo duro seguirá sometido a un gran esfuerzo en una semana en la que se van a encadenar tres partidos sin apenas descanso.