vitoria - El baloncesto moderno obliga cada vez más a contar con el mayor número posible de tiradores solventes que sean capaces de alojar la pelota dentro de la red desde distancias hasta hace no demasiado inimaginables. Es la evolución imparable de un deporte en el que el crecimiento físico de sus practicantes lleva a tener que alejarse de la canasta para encontrar espacios. El Kirolbet Baskonia ha transitado con éxito ese camino pero, en los últimos tiempos, pasaba por uno de esos baches que amenazan seriamente las posibilidades de éxito de quien los padece.

Resulta de sobra conocido que las rachas son moneda de curso habitual entre los killers de larga distancia y, desgraciadamente, los azulgranas llevaban demasiado en la parte baja de la montaña rusa. Sin embargo, el encuentro de ayer frente al Breogán puede suponer el inicio de la escalada baskonista hacia el que debería ser su estado más habitual.

Porque el conjunto del Buesa Arena recuperó por fin el acierto que parecía haber extraviado de manera irremediable. Y lo hizo, además, apoyándose en unos actores principales inesperados. El equipo concluyó los cuarenta minutos con unos espectaculares 61% (13/21) y 60% (21/35) de acierto en los triples y los lanzamientos de dos respectivamente y los principales impulsores de esta reactivada puntería no fueron precisamente los tiradores más letales del grupo.

Porque el expediente más inmaculado le correspondió a un Ilimane Diop que rubricó un espectacular 6/6 en tiros de dos (casi todos lanzamientos alejados) y 1/1 en triples. Tampoco falló (2/2) desde 6,75 Shengelia y el mismo balance presentó Darrun Hilliard. El reto ahora es conseguir que no sea flor de un día y el Baskonia mantenga este nivel de acierto el mayor tiempo posible.