vitoria - Nadie puede negar en este instante que la Euroliga 2018-19 no será una más en la historia del Baskonia. Al menos, antes de que se lance el balón al aire las expectativas deben ser mayores de las habituales. La ilusión a la hora de protagonizar un papel destacado se ha extendido como la pólvora entre una masa social expectante por los próximos movimientos de las altas esferas. Con la Final Four concedida ya desde hace semanas al Fernando Buesa Arena de Vitoria entre los días 17 y 19 de mayo del año que viene, existe una especie de obligación moral por tratar de construir una plantilla lo suficientemente potente que permita al Kirolbet ser uno de los cuatro invitados a la fiesta.

La reunión más elitista del Viejo Continente no será lo mismo sin la silueta azulgrana. De ello es consciente Josean Querejeta, todo su equipo de trabajo y también unos aficionados deseosos no solo de que continúen un año más los grandes estiletes del equipo en Vitoria sino también de que se concrete algún fichaje galáctico en busca del imprescindible salto de calidad.

El problema reside en que la competencia será nuevamente feroz para el Kirolbet una vez conocida la identidad de los quince restantes participantes. Con respecto a la última edición en la que los alaveses se quedaron a las puertas de completar el lustroso cartel del Stark Arena de Belgrado tras sucumbir en el cruce de cuartos de final en cuatro partidos ante el todopoderoso Fenerbahce, han perdido su trozo de pastel dos equipos de la ACB (Unicaja y Valencia Basket), el Estrella Roja y el Brose Baskets.

El testigo de los malagueños ha sido recogido por el Darussafaka, campeón de la Eurocup, en sustitución de los levantinos ingresa contra todo pronóstico el Gran Canaria como mejor clasificado de la Liga Endesa, el Buducnost montenegrino de Nemanja Gordic releva al Estrella Roja como nuevo monarca de la Liga Adriática y el Bayern Munich desplaza al conjunto afincado en Bamberg tras erigirse en el nuevo rey de Alemania en dura competencia con el Alba de Aíto García Reneses.

Por lo demás, mantienen su plaza los once clubes con mayor solera que se han ganado una licencia A así como el Khimki gracias a su condición de finalista de la VTB League. Es decir, apenas habrá cenicientas en un torneo que rebosa glamour por todos sus poros y donde, al menos, seis o siete equipos encaran el pistoletazo de salida con un presupuesto superior al del Baskonia. La prueba de la enorme dificultad que entrañará el objetivo azulgrana es que el Anadolu Efes, colista de la pasada temporada, acaba de arrebatarle a golpe de talonario a Josean Querejeta a uno de jugadores más talentosos (Rodrigue Beaubois).

El elenco de favoritos no diferirá en exceso respecto a otras ediciones con un puñado de transatlánticos dispuestos a mantenerse en la cresta de la ola, entre ellos el campeón Real Madrid, el CSKA o el Fenerbahce -asiduos de las últimas Finales a Cuatro- y otros esperanzados en recuperar su espacio entre la flor y nata. Eso sí, Zeljko Obradovic acaba de recibir una pésima noticia con el anuncio oficial de que Dogus dejará de patrocinar al equipo turco. Hasta ahora, este conglomerado de empresas del país otomano financiaba su faraónico proyecto con la friolera de 15 millones de euros anuales.

posibles reivindicaciones Además del conjunto cervecero anteriormente citado, que acaba de hacerse con los servicios del escolta francés o Vasilije Micic y también aspira, entre otros, a Scottie Wilbekin, Trey Thompkins o Malcolm Delaney, se espera una mayor pujanza por parte de otros gigantes continentales empeñados en dilapidar su prestigio. Son los casos del Barcelona o el Maccabi, fuera del Top 8 y con evidentes problemas para ser competitivos en los últimos tiempos. También está por ver si el Armani Milán, que ha vuelto a irrumpir como un elefante en una cacharrería en este mercado estival de fichajes (Nemanja Nedovic, Jeff Brooks, Amedeo Della Valle, previsiblemente el exbaskonista Mike James...) da por fin con la tecla para elevar su cotización.

Nunca se puede desdeñar tampoco el potencial de los dos colosos griegos. Tanto el Olympiacos -aún sin entrenador- como el Panathinaikos, que finalmente se mantendrá fiel a Jordi Bertomeu pese a la velada amenaza de su díscolo presidente de irse con la FIBA, siempre aspiran a las cotas más elevadas y serán dos cocos a tener muy en cuenta. Por último, difícilmente podrá repetir el Zalgiris una trayectoria tan conmovedora como la del pasado curso que le permitió retornar casi dos décadas después a una Final Four. La desintegración del combinado lituano empieza a ser una realidad, si bien todavía no está nada claro que su principal gurú (Sarunas Jasikevicius) termine abandonando el barco.