vitoria - Se las prometía felices un Kirolbet que volvió a tutear al Real Madrid durante muchos finales y llegó a soñar con el 2-1 hasta prácticamente el bocinazo final. Sin embargo, su objetivo se le escurrió de las manos en siete minutos finales completamente aciagos donde no encontró la fórmula para romper la tela de araña del Real Madrid, siendo Tavares quien volvió a levantar un muro con sus enormes tentáculos.
El gigante caboverdiano, reclutado por el club merengue con la temporada ya iniciada tras las graves lesiones de Kuzmic y Ayón, se ha convertido en el elemento más determinante del rival azulgrana en la gran final liguera. Doncic se lleva los galardones a nivel individual y Carroll es un asesino silencioso cuyo veneno hunde al más pintado, pero la capacidad que tiene el ex del Gran Canaria para condicionar los partidos desde atrás carece de parangón en otro jugador en los últimos tiempos. Pedro Martínez consiguió minimizar su impacto en el primer asalto al sacarle de su zona de influencia gracias al acierto triplista de Voigtmann y ayer trató de repetir la misma fórmula en los minutos finales. Esta vez el tiro le salió por la culata porque el alemán -muy limitado por su esguince de tobillo- no estuvo fino desde el 6,75 y, a renglón seguido, Tavares fue el autor de la acción decisiva que enterró las últimas esperanzas alavesas.
El georgiano, bastante desafortunado en esta final, muy inseguro con el balón en las manos y lastrado por la acumulación de faltas, trató de desbordarle a base de velocidad en una penetración a canasta. El marcador sonreía al Real Madrid por escaso margen (76-79) y era el momento para reducir la desventaja. Cuando la canasta que hubiese colocado a los locales a un único punto parecía una realidad, el cinco madridista llegó desde atrás como una locomotora y propició el desengaño con un tapón descomunal. Doncic sentenciaría más tarde desde la personal.
Lo cierto es que el Kirolbet se pegó ayer un tiro en el pie dentro del último cuarto donde pasó del cielo al infierno en un escaso margen de tiempo. Después de que Janning estableciera un esperanzador 72-65, el conjunto vitoriano se desmoronó como un castillo de naipes víctima del cansancio. El nefasto parcial de los siete minutos finales (6-18) ilustró a las claras el desbarajuste con un puñado de ataques pésimamente ejecutados y una ansiedad que tampoco condujo a buen puerto. En ese intervalo, tan solo Huertas aportó algo de luz a la ofensiva con dos canastas contra tablero, pero Pedro Martínez le retiró de la cancha en una decisión cuando menos controvertida.
Los dos restantes puntos azulgranas llegarían en los últimos segundos a cargo de un inoperante Timma, que acabó el choque con una estadística bastante sospechosa. La parálisis local contrastó con el colmillo afilado de un Real Madrid resucitado de la mano de Carroll o un multidisciplinar Doncic, que se fue hasta los 29 de valoración pese a no completar una excelsa actuación. Es lo que tienen los genios de otra galaxia como el esloveno.
El Baskonia también murió ayer en parte por su escasa precisión en algunos tiros abiertos en la recta final del encuentro. Jugadores como Janning, Huertas o Shengelia no acreditaron la solvencia de otras jornadas y el Real Madrid se aprovechó de ello.