Pedro Martínez ha ido trufando las comparecencias del Kirolbet Baskonia en estos play off de pequeñas novedades tácticas con las que tratar de sorprender a sus sucesivos oponentes. Rara vez ha repetido un planteamiento de un encuentro para otro y en la jornada inaugural de la final apostó por la sorpresa en el puesto de base. La trampa que planteó en esta ocasión a Pablo Laso fue introducir a Luca Vildoza en el cinco inicial por delante de Marcelinho Huertas y Jayson Granger. Un escenario impensable en el tramo inicial de la temporada, cuando el argentino no era más que un meritorio joven recién llegado que parecía encontrar graves problemas para hallar su sitio en el equipo. Sin embargo, todo eso ha quedado hace tiempo en el limbo de los recuerdos vagos. Su respuesta ayer despejó las escasas dudas que aún pudieran quedar sobre sus posibilidades. Porque el pibe se doctoró cum laude y nada menos que en la universidad del vigente campeón de Europa.

Solo la descripción del escenario entrecortaría el pulso de muchos pero, en su caso, se convirtió lo convirtió en una fuente inagotable de madurez, aplomo y decisiones acertadas en los momentos de máxima tensión del choque. Su estreno ya fue prometedor, imponiéndose a su compatriota Campazzo pero las faltas personales le privaron de un mayor protagonismo hasta el descanso. Lo recuperó con creces en el último cuarto.

Entró a pista a falta de 5.58 para el final con 70-72 en el marcador y se adueñó por completo de la situación. En ese tiempo anotó 9 puntos sin fallo (un triple y seis tiros libres), dio una asistencia y capturó un rebote ofensivo clave cuando restaban once sgundos pero, sobre todo, dio una auténtica lección de personalidad y madurez. Disfrutó como pocos son capaces de hacerlo manejando las situaciones más calientes y encontró siempre la solución más acertada. Mañana, le espera otro gran examen.