vitoria - Nada más concluir el primer encuentro de la serie disputado el lunes, todos los protagonistas advirtieron de que el segundo capítulo de la semifinal no tendría nada que ver con el desarrollo de ese duelo inaugural. Las predicciones se cumplieron completamente y, como consecuencia, el Baskonia se encontró en una situación mucho más incómoda que cuarenta y ocho horas antes. Sin acierto para superar la atosigante defensa catalana ni intensidad para contener el ataque rival, el plantel de Pedro Martínez se encontró por detrás en el marcador y, lo que probablemente era peor, también en la iniciativa. Así, llegó al descanso con diez puntos de desventaja y habiendo ofrecido una imagen muy desdibujada de sí mismo prácticamente en todos los aspectos del juego.
Estaba claro ya en ese momento que continuando por ese camino el destino final no sería en absoluto feliz y el paso por los vestuarios sirvió para que los jugadores vitorianos resetearan las ideas. La escuadra de Zurbano optó por agitar la coctelera desde el arranque del tercer periodo y esa metamorfosis fue, sin duda, una de las claves del resultado final.
Para ello, el Kirolbet Baskonia recuperó una de sus principales señas de identidad de toda la temporada. De esta manera, después de haber firmado un muy pobre 3/12 en los veinte minutos iniciales, se reconcilió con el acierto desde la línea de 6.75 para volver a ser un conjunto letal desde esa distancia.
Aunque evidentemente el mérito de esta transformación es colectivo, resulta obligado destacar un nombre propio. Y es que Matt Janning fue el encargado de prender la mecha que dio paso a la auténtica revolución en la que se convirtió este tercer cuarto y que llevó al Baskonia a enjugar la desventaja que arrastraba en el marcador y situarse en la rampa de salida hacia el 2-0 que le sitúa a un pasito de regresar a una nueva final de Liga.
El americano se enfundó el traje de killer implacable para convertir nada menos que cuatro triples sin fallo de manera prácticamente consecutiva devolviendo la iniciativa en el marcador a los azulgranas después de mucho tiempo (61-60 a 2.30 para el final del periodo). Cada lanzamiento se convertía en un torpedo a la línea de flotación culé y, además, encontró la colaboración de sus compañeros para firmar un espectacular 7/9 global en este cuarto.
El Kirolbet ya no abandonó este recuperado acierto desde la larga distancia y sobre esa puntería reforzó también su intensidad defensiva hasta terminar acabando con su rival por asfixia. Pese a que el Barcelona no bajó lo brazos, se vio definitivamente superado en el cuarto final por una revolución local gestada con mira telescópica.