Vitoria - Regresó ayer el Kirolbet Baskonia a Vitoria desde Turquía con un 2-0 en su eliminatoria contra el Fenerbahce, pero con la sensación de haber dado un importante paso adelante en el segundo partido de la serie habiendo encontrado aspectos del juego en los que hacer daño al conjunto de Zeljko Obradovic. El vigente campeón de la Euroliga, pese a sus dos victorias, no ha destilado ese aroma de equipo inabordable ante el que casi nada se puede hacer. Tras un primer encuentro en el que el cuadro de Pedro Martínez pagó su frío inicio para ir a remolque en el marcador en todo momento, en el segundo el toma y daca fue una constante y la moneda acabó cayendo del lado local por pequeños detalles. Y en esos aspectos tendrá que incidir en el Buesa Arena el Baskonia para recorrer en dos partidos el camino de regreso a Estambul.

El viernes ya se pudo apreciar una mejoría evidente con respecto al rendimiento que el cuadro azulgrana dio el miércoles en el arranque de la eliminatoria. En ese duelo inicial, la defensa planteada por Zeljko Obradovic se hizo indescifrable para los vitorianos en un primer cuarto en el que echaron por tierra sus opciones de victoria. La agresividad en el cambio automático en el bloqueo directo frontal y la amenazadora presencia de Jan Vesely en las ayudas cortocircuitaron a un Baskonia que se vio acogotado por la intensidad defensiva de los turcos y que, además erró varios lanzamientos liberados en buenas posiciones.

Verticalidad ofensiva Ya en la segunda parte del primer encuentro, pero, sobre todo, en el partido del viernes, cambió Pedro Martínez algunos aspectos de su ataque. Donde normalmente prima el pase y la circulación, le dio una mayor relevancia a la verticalidad, el uno contra uno y el dos contra dos. Todo ello para tratar de castigar ese cambio automático de la defensa otomana y hacer daño tanto a Vesely -la clave de toda la defensa de Obradovic por su potencial físico que le permite defender a cualquier jugador y llegar a las ayudas intimidando cerca de canasta, sobre todo cuando hace pareja interior con Jason Thompson- como al exterior pequeño que quedaba emparejado con el pívot. Así, los Luca Vildoza, Rodrigue Beaubois y, sobre todo, Matt Janning forzaron más acciones de bote y penetración -se echa de menos alguna pieza más con capacidad de hacer daño con este estilo y, en este sentido, habrá que ver cómo marcha la recuperación de Jayson Granger-, mientras que Vincent Poirier también hizo mucho más daño recibiendo balones cerca del aro y Tornike Shengelia mantuvo su línea. Una conjunción de factores positivos que condujo a elevar la anotación y los porcentajes de tiros, muy bajos en el primer duelo.

Si en el plano ofensivo Pedro Martínez ha encontrado soluciones -todavía hay que controlar más las pérdidas y el acierto en el tiro libre se presume fundamental ante un rival que no duda a la hora de mandar a la línea al contrincante cuando se encuentra en ventaja-, en defensa todavía existe un margen de mejora bastante amplio.

El factor Granger Bradley Wanamaker ha sido el jugador que ha marcado los dos primeros partidos de la serie por la enorme superioridad que ha exhibido ante las defensas de Marcelinho Huertas y un Vildoza que le ha puesto en mayores apuros. Lo del brasileño es una simple cuestión física, ya que se ha visto claramente superado en esa vertiente por el poderoso base estadounidense. Su capacidad para cortar hacia el aro a base de piernas o para asociarse con Vesely ha sido el gran quebradero de cabeza para el Baskonia, que tendrá que aguardar para comprobar si el regreso de Granger puede paliar en parte esa desventaja física.

La amenaza del gigante checo también ha sido una constante en los dos duelos inaugurales de la eliminatoria. Vesely interpreta maravillosamente el juego del bloqueo y continuación -con un director de juego como Kostas Sloukas todo parece más sencillo- y su potencia y capacidad de salto le hacen imparable cuando recibe el balón en movimiento. Ahí ya no se puede hacer nada, por lo que hay que tratar de mitigar el problema antes de que se produzca y cerrar los pasillos hacia el aro para que no se encuentro con espacios y tenga que forzar situaciones estáticas en las que no define tan bien. El problema es que de esa atención especial se pueden beneficiar otros jugadores que no tienen tanta capacidad para generar ellos mismos con el balón, pero que son grandes aprovechadores de los espacios y tiran con porcentajes muy altos.

Dentro del apartado defensivo, otro factor fundamental para los intereses del equipo vitoriano es recuperar el nivel de control del rebote que tenía antes de esta eliminatoria. Durante la fase regular, el Baskonia fue uno de los mejores en este registro estadístico, pero en los dos partidos en Turquía ha concedido excesivas segundas oportunidades (12 rechaces de ataque concedidos sobre 24 rebotes totales en el primer encuentro; 9 sobre 25 en el segundo) que han lastrado muchos sus opciones. El viernes Poirier se hizo fuerte atrás y se notó su contundencia, pero el francés necesita más apoyos en este sentido para contrarrestar a un Fenerbahce que carga con fuerza -y tiene centímetros y músculo para hacerlo- para evitar las salidas en transición de un equipo que apenas ha podido correr y que necesita hacerlo en el Buesa Arena -punto importante, comprobar dónde ponen los árbitros el listón de los contactos tras dos partidos muy desiguales en este sentido- para recorrer el camino que le tiene que llevar de vuelta a Estambul.