La cuesta se empina un poco más y el sueño de la sexta Final Four de la historia se le escurre definitivamente de las manos al Baskonia, que tampoco pudo talar ayer el árbol turco pese a su ostensible mejoría respecto al asalto inaugural. La meritoria respuesta azulgrana careció de recompensa. Nimios detalles volvieron a condenar al Kirolbet, siempre con la lengua fuera a la hora de seguir el frenético ritmo anotador que impuso el Fenerbahce. El duelo de pistoleros acabó en las manos del vigente campeón, a la postre con más tablas y entereza que un visitante con carencias reproducidas en la dirección de juego. Fue una película demasiado vista ante esta clase de rivales: remar y remar hasta la extenuación para al final desfallecer en el último suspiro con el depósito de la gasolina en la reserva.

Se marchó por el desagüe la segunda oportunidad de recuperar el factor pista en la caldera del Ulker Sports Arena, un imponente santuario que obliga a rozar la perfección para abandonar el mismo por la puerta grande. El Baskonia creyó en la proeza, pero su parálisis ofensivo durante varios minutos del último cuarto le abocó a otro desenlace funesto. Huérfano de una buena lectura de los bases y maniatado Shengelia en el poste bajo, no le quedó más baza ofensiva que la pegada de un excelso Janning. Una jornada más, Beaubois maquilló números cuando la derrota era inevitable.

En un duelo a pecho descubierto donde dio la cara de forma notable, el Kirolbet desperdició una ocasión de oro para meterse de lleno en una eliminatoria donde ya pintan bastos. Se acabó el margen de error para un grupo que, si quiere inmiscuir su figura en la reunión más elitista del Viejo Continente, deberá encadenar tres victorias consecutivas ante el vigente campeón. Para no llevarse a equívocos, parece sobre el papel un objetivo de muy difícil plasmación aun con la inminente vuelta de Jayson Granger en el tercer partido. Queda como bala en la recámara el aliento del Buesa Arena para estirar lo máximo posible el desenlace de la eliminatoria, pero la ventaja que ha adquirido el conjunto de Obradovic se antoja prácticamente definitiva.

una pérdida de vildoza, decisiva Porque juega ya sin red un Baskonia lastrado en el peor momento por la pésima gestión de sus dos bases sanos. Tanto Huertas -decreciente en el plano físico y desbordado por Wanamaker- como Vildoza, un joven dotado de un futuro esplendoroso que todavía lucha contra su bisoñez, naufragaron por completo en los minutos donde se coció la suerte del ganador. Con 86-82 en el marcador, el argentino incurrió en una pérdida determinante que supuso el principio del fin. Para colmo de males, otra pésima defensa en la siguiente acción a Wanamaker se tradujo en un triple que dinamitó la contienda.

Donde los sudamericanos esgrimieron dudas y una preocupante falta de estabilidad, el Fenerbahce encontró un filón en la fornida figura del base estadounidense, el brazo ejecutor de un anfitrión que opuso más tablas, oficio y saber estar para reducir el intento de insurgencia azulgrana. Con todo, muy pocos reproches se le pueden realizar un Kirolbet que, pese a competir por momentos al límite de sus posibilidades, mantuvo siempre el aliento en la nuca al Fenerbahce y se quedó a las puertas de conquistar la fortaleza otomana. El corazón y el ímpetu no bastaron ante un gigante que no sufrió ningún tipo de vértigo ni temblor de piernas.

Poco o nada tuvo que ver la puesta en escena del Baskonia con la del pasado miércoles. En esta ocasión supo desbordar la defensa de Obradovic merced a una primorosa circulación de balón. También aprovechó los cortes por debajo de la zona de los exteriores para sumar infinidad de canastas fáciles. En el lado negativo de la balanza, al Kirolbet le penalizaron en la primera parte las prematuras faltas de sus hombres altos. Shengelia fue el gran damnificado en este sentido con muchos minutos en el banquillo cuando su juego de espaldas estaba causando estragos en el Fenerbahce.

El cuadro turco encontró, eso sí, una plácida autopista para perforar el aro azulgrana. Vesely destapó las débiles costuras de los pívots, especialmente Voigtmann, Kalinic también dejó en evidencia a Timma en el arranque del tercer cuarto y la versatilidad de Datome, al que Obradovic colocó como falso cuatro, provocó graves desajustes. En definitiva, otro puñal para la autoestima de un Kirolbet obligado ya a una hazaña mastodóntica.

Mala gestión final. El segundo asalto fue una película muy vista en la presente temporada. El Baskonia remó hasta la extenuación para llegar con opcionas a los últimos minutos, pero las indecisiones de sus bases le arrastraron hacia otro desenlace fatídico. Con 86-82, una pérdida de Vildoza que precedió un triple de Wanamaker causó un estropicio letal.

Mejoría en balde. El Kirolbet supo leer a la perfección la poderosa defensa del Fenerbahce, que se mostró como un grupo más vulnerable de lo que es costumbre. Sin embargo, el conjunto turco tuvo en el tramo de la verdad en Wanamaker a su brazo ejecutor, sin obviar las letales apariciones de Vesely o Datome.

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Soluciones en balde. Debió hacer encaje de bolillos en la primera parte ante la peligrosa acumulación de faltas de los hombres altos. A la hora de la verdad, el técnico catalán volvió a purgar la falta de un base dominante. El declive físico de Huertas, errático en el último cuarto, y la bisoñez de Vildoza impidieron al Baskonia asaltar la fortaleza otomana. Con todo, el equipo ofreció una gran imagen.

Devastadora pegada desde el perímetro para poner en apuros al Fenerbahce. El baskonista más estable en un cuarto final donde se le apagó la luz al resto de compañeros.