vitoria - El próximo miércoles 28, es decir justo un día antes del desembarco del Khimki en el Buesa Arena, expira el plazo dado por la Euroliga para realizar los últimos fichajes. Una vez superada esa jornada marcada en rojo, ya no habrá margen para acometer la llegada de nuevas incorporaciones con independencia de posibles lesiones. Varios clubes del Viejo Continente, básicamente los aspirantes a izar el título allá por el mes de mayo y los dotados de recursos económicos, se han movido en los últimos tiempos.

El Panathinaikos (Adreian Payne y Mike James), el CSKA (Victor Rudd), el Olympiacos (Bobby Brown), al margen de un Barcelona virtualmente eliminado (Edwin Jackson), no han desaprovechado la ocasión para robustecer su armazón y relanzar más si cabe su candidatura. ¿Y el Baskonia? De momento, la parálisis más chocante pese a que la plantilla en manos de Pedro Martínez reclama a gritos desde hace tiempo algún refuerzo que venga a paliar las graves deficiencias estructurales en algún puesto.

Cuando Kevin Jones -flamante fichaje del Nanterre francés- declinó a finales de enero la escuálida propuesta de renovación trasladada desde las oficinas de Zurbano, consistente en renovar mes a mes, todo hacía indicar que el club azulgrana se guardaba algún as en la manga con el fin de tratar de mejorar el equipo de cara a un tramo crucial de la temporada. Las cábalas eran numerosas dado que, además, quedaba libre una plaza libre de extracomunitario. Desde reclutar otro ala-pívot que complementase a Toko Shengelia, reforzar la inestable dirección ante la escasa solvencia del trío Granger-Huertas-Vildoza hasta incluso decantarse por otro exterior que elevase sobremanera el fuego anotador del perímetro, tal y como fue el propósito inicial de las altas esferas con Jordan McRae como el escogido para desempeñar dicho rol.

La necesidad apremiaba al Baskonia, que en breve debía afrontar el asalto a la Copa prevista en el Gran Canaria Arena y también se sumergía en una fase crítica de la Euroliga con partidos decisivos a la hora de reengancharse a la áspera pelea por el Top 8. Pues bien, transcurridas ya prácticamente cuatro semanas desde el adiós de Jones, el inmovilismo sigue vigente más allá del regreso al grupo tras su lesión de Rinalds Malmanis, una promesa todavía demasiado verde para responder a la enorme exigencia que implica vestir la elástica de un transatlántico continental como el inquilino del Buesa.

patas que cojean Tras este cambio de fichas, se diría incluso que el potencial vitoriano se ha resentido claramente. La comparativa entre Jones y Malmanis no deja lugar a las dudas acerca de quién ofrece más garantías. Sin ser una estrella rutilante, el curtido cuatro norteamericano ofrecía minutos de consistencia y sostenía el edificio con su oficio cuando Shengelia necesitaba oxígeno en el banquillo.

Está quedando constatado que el báltico, cuyo destino debía estar en el filial de LEB Plata de reciente creación, no constituye un recurso suficiente para determinadas refriegas que demandan un plus en cuanto a experiencia y madurez. Ante el CSKA, fue relegado el jueves al ostracismo por Pedro Martínez. El preparador catalán recicló a Voigtmann al puesto de cuatro cuando el georgiano necesitó tomarse algún respiro.

Superado ya el ecuador de la campaña, el Baskonia se mantiene como un conjunto desequilibrado y mal estructurado en el que, sobre todo, dos demarcaciones siguen demasiado cojas. En un club que siempre se ha distinguido por su pasmosa facilidad para agitar el árbol cuando detecta carencias o los resultados dan la espalda, resulta sorprendente esta falta de reacción que amenaza con sepultar las esperanzas de alcanzar el Top 8.

Si bien Pedro Martínez no ha puesto el grito en el cielo, al menos de puertas hacia fuera, sus decisiones en los últimos duelos dejan entrever que difícilmente habrá novedades durante los próximos días para tratar de disparar la cotización alavesa en la máxima competición. La actual plantilla baskonista es válida para competir a un nivel notable en la ACB, pero la Euroliga representa un torneo de caza mayor donde las débiles costuras quedan desnudadas con más facilidad.