Vitoria - Al Baskonia le ha llegado la hora de la verdad. Apreciada la extrema dificultad que suponen dos carreras de fondo como la Liga ACB y la Euroliga donde los clubes con mayor presupuesto que el suyo terminan imponiendo la lógica, la Copa del Rey se ha convertido en el torneo más alcance de su mano. Por el atractivo formato y concentrarse en apenas cuatro días, las perspectivas de éxito año tras año suelen ser casi siempre inmejorables antes del salto inicial, si bien la cruda realidad es que el techo azulgrana desde hace prácticamente una década son las semifinales y las últimas ocho coronas se las reparten en exclusividad el Real Madrid (5) y el Barcelona (3).
En esta edición que ayer vivió su pistoletazo de salida en Las Palmas, sobre el papel una de las más abiertas que se recuerdan pese a la incuestionable tiranía ejercida por los merengues a nivel doméstico desde el arranque de la temporada, emerge el enésimo rayo de esperanza a la hora de recuperar el idilio perdido con el evento que todos los febreros moviliza a un ingente número de aficionados en Vitoria.
Desde el lejano 2009, año en que el Baskonia conquistó su sexto y último galardón, las alegrías han brillado por su ausencia y las frustraciones han sido el pan nuestro de cada día. Ni la lejanía ni lo costoso de la estancia en la isla han rebajado la expectación de la masa social por ver a Toko Shengelia izar este domingo el título, algo que pondría fin a una travesía por el desierto que está resultando interminable.
El primer escollo en el camino hacia La Séptima será a un horario casi discotequero el Barcelona, un equipo indescifrable e imprevisible después de que su directiva decidiera hace días dar un brusco volantazo al timón con la fulminante destitución de Sito Alonso y la llegada de Svetislav Pesic.
Ambos equipos vuelven a verse las caras tras el reciente estropicio causado por los alaveses a un adversario por entonces en estado depresivo al que el veterano serbio parece haberle cambiado el estado de ánimo y elevado su confianza tras lo visto en el encuentro ante un malherido Bilbao Basket. Con respecto al pasado 4 de febrero, la formación culé introduce tres jugadores nuevos que ese día no se vistieron corto por expreso deseo de Sito y ahora ampliarán su rotación: los exteriores Pau Ribas, Petteri Koponen y Rakim Sanders.
elegidos para la gloria El diáfano favoritismo del Baskonia se ha mitigado, en parte, tras el movimiento en el banquillo catalán y todo lo que no sea un partido cerrado constituiría una sorpresa. De nada servirán en el Gran Canaria Arena las desiguales tendencias de ambos contendientes hasta la fecha. La óptima línea de juego y resultados del último mes, truncada tan solo en la visita continental al rocoso Panathinaikos, se somete a examen ante un decepcionante Barcelona, al que Pedro Martínez difícilmente habrá podido destripar por razones obvias.
Cualquier premisa para hacer algo grande en tierras insulares pasará ineludiblemente por asistir a una gran versión de la columna vertebral, integrada por Jayson Granger, Rodrigue Beaubois y Toko Shengelia. El salto de calidad del Baskonia también deberá llegar del siempre controvertido Johannes Voigtmann, un pívot con alma de base que, pese a su consabida tibieza bajo los aros, siempre sume al equipo en otra dimensión cuando exhibe su talante multidisciplinar.
La presente Copa también es el momento esperado por muchos seguidores alaveses para que Janis Timma explote sus virtudes y justifique de una vez por todas el esfuerzo del club para incorporarle en el pasado mercado estival. De momento, el tres letón no ha superado el listón dejado por Adam Hanga, su rival de esta noche que en compañía del fornido Sanders conforma la pareja de exteriores más explosiva y física de la ACB.
En definitiva, cuarenta minutos al filo de la navaja que pueden preceder un enfrentamiento algo más suave en una hipotética semifinal ante el vencedor del cruce entre el Gran Canaria y el Fuenlabrada, en principio con claro favoritismo para el anfitrión. Sin embargo, ese choque previsto para el sábado queda demasiado lejos para un Baskonia que, tras sellar el pasaporte hacia la isla sobre la bocina con su triunfo ante el Betis Energía Plus, tendrá en Las Palmas un camino más asequible que otros pesos pesados para alcanzar la final soñada. Sin embargo, ese hecho no garantiza nada.