vitoria - Necesitado de savia fresca para contener el progresivo desplome del Baskonia en las últimas semanas, Pedro Martínez acaba de introducir un cambio sustancial en la jerarquía dentro de la dirección de juego. En espera de lo que depare el futuro, el emergente e irreverente Luca Vildoza sube con merecimiento un peldaño, mientras que el controvertido Marcelinho Huertas desciende hacia el tercer escalón.

El baloncesto moderno ha evolucionado hacia una vertiente tan física y atlética que cualquiera queda en evidencia si básicamente vive ya de su cerebro. De nada sirve el prestigio que un veterano del Vietnam con muchas cicatrices en el cuerpo haya podido labrarse cuando un joven hambriento de gloria viene pisando con fuerza desde atrás. En este sentido, el argentino ha adelantado al brasileño a tal velocidad que difícilmente puede haber ya vuelta atrás.

Ambos bases se lo han puesto muy fácil al entrenador catalán para alterar de un plumazo unos roles que parecían muy marcados cuando quedó configurado el proyecto. A Pedro Martínez no se le han caído los anillos para dar un brusco volantazo en una demarcación permanentemente en el ojo del huracán y donde la alargada sombra de Shane Larkin sigue siendo manifiesta.

Detrás de la pérdida de pujanza protagonizada por el combinado vitoriano, clasificado sobre la bocina para la Copa del Rey, ubicado actualmente en la sexta posición en la ACB y a dos victorias de los puestos que abren la puerta del Top 8 de la Euroliga, existen varias razones de peso. Una de ellas, sin duda, reside en la inestabilidad de la dirección de juego, donde se cocinan a fuego lento los campeones.

Con Granger inmerso en problemas para erigirse en un timonel de las máximas garantías y de un rendimiento constante en las grandes refriegas pero también polivalente a la hora de brindar soluciones en el puesto de dos con su capacidad de desborde y electricidad en el uno contra uno, la competencia entre Huertas y Vildoza para copar los minutos que deja libres el uruguayo ya tiene un indiscutible vencedor.

El joven argentino llegado del Quilmes, cuyas notables últimas actuaciones le han devuelto al primer plano, se está comiendo el espacio del alicaído carioca, inmerso en un túnel oscuro del que no logra salir y cada vez menos protagonista en un Baskonia que añora como nunca el esplendor de su espectacular primera etapa en Vitoria.

adrenalina positiva Pocos dudan ya acerca de que Vildoza ha llegado para quedarse definitivamente y disponer a partir de ahora de un importante peso específico en los planes del cuerpo técnico. Rescatado por el club del ostracismo para la ACB, donde fue dado de alta el viernes en lugar de Garino, el albiceleste está brindando buenas dosis de frescura, vértigo y descaro en la dirección, necesitada de ese ritmo alto con el que los vitorianos se sienten como pez en el agua.

El riesgo de que sus imperfecciones salgan a la luz en los tramos calientes y acuse a corto plazo el elevado peaje de su consabida bisoñez flota en el ambiente, pero no es menos cierto que el Baskonia se halla necesitado de un jugador como él que contagie su adrenalina positiva.

Antes de que sus inocentes pérdidas de balón en el infausto tramo final del choque ante el Real Madrid en el WiZink Center fuesen una de las causas del desplome azulgrana, Vildoza dejó detalles para la esperanza en muchos aspectos del juego. Por ejemplo, desatascó varios ataques con su álgida producción exterior, inyectó dinamismo y no se arrugó atrás pese a su abrumadora desventaja física ante ese fenómeno llamado Luka Doncic.

Si bien es el futuro y se mantiene como una apuesta de largo recorrido del Baskonia, las débiles costuras de Huertas han acelerado el paso al primer plano de un base rabioso y con ganas de comerse el mundo tras ser poco menos que una figura testimonial desde el arranque de la campaña. Ni su compatriota Pablo Prigioni ni tampoco Pedro Martínez en sus primeros pasos en Vitoria le insuflaron la seguridad que necesitaba un joven de apenas 22 años al poco de salir de su zona de confort.

Las escasas apariciones de Vildoza obedecían más a la necesidad de encontrar un revulsivo cuando el partido discurría en contra de los intereses alaveses que a una clara muestra de confianza en sus posibilidades. Un escenario que se estaba volviendo en contra de un timonel sobrado de desparpajo y con valentía a raudales para imprimir otro ritmo más vivo a los encuentros. Ante el Armani, ya fue significativo que Vildoza participase en los minutos calientes mientras Marcelinho, titular aquella velada, caía en el más absoluto de los olvidos. Pedro Martínez no es ajeno a una realidad tozuda.