Vitoria - Sin gasolina en el peor momento, estrellado ante la previsible hegemonía de un rival dotado de más recursos y, sobre todo, rendido a la desbordante calidad del Chacho, un verdadero demonio en el Buesa Arena que aniquiló a un más que meritorio Baskonia con una apabullante exhibición. Tres largos cuartos duró la bonita ilusión de tumbar al CSKA, pero el conjunto vitoriano acabó devorado por el cansancio, su extrema pasividad a la hora de conceder dos rebotes ofensivos a Hines y especialmente una letal parálisis ofensiva que le amargó la existencia durante el último cuarto. A lo largo de siete minutos de este intervalo sobrevivió con un solitario triple de Timma. Exhausto y fundidos sus plomos, ahí cavó su tumba frente a un forastero en el que se agigantó desde su primera entrada en pista la mastodóntica figura de Sergio Rodríguez.

El genio canario justificó con creces el titánico esfuerzo económico del gigante ruso para que renunciara a echar raíces en la NBA. Granger y Huertas asistieron impertérritos a un conmovedor recital de juego que le dejó incluso cerca de las triples figuras. Fue la punta de lanza de un CSKA algo más terrenal de lo que todos intuían antes del salto inicial pero que, aún lejos de su plenitud, atesora una envidiable materia prima para resolver cualquier partido a golpe de talento. Pocos reproches a la postre a un Baskonia que aceptó con valentía el cuerpo a cuerpo con el mejor equipo ofensivo de la Euroliga antes de derrumbarse en un epílogo donde careció de aire en los pulmones y también malvivió por la ausencia de faros que frenaran su imparable hundimiento.

Acabó la primera vuelta de la fase regular de la Euroliga con un desenlace hasta cierto punto lógico que agrava las urgencias de cara a la segunda vuelta continental. Mucho deberá remar el Baskonia para asegurar una plaza en el Top 8, un territorio desconocido hasta la fecha cuya conquista estará plagada de espinas. Pese al refuerzo ayer de Garino, falto de ritmo e intrascendente en todos los sentidos, la tropa alavesa purgó esta vez la falta de clarividencia y oxígeno en otro final a cara o cruz.

un arranque esperanzador Más allá de las oleadas triplistas de Timma, el sobrio trabajo de intendencia de Poirier, el descollante arranque de Shengelia y algunos destellos de Beaubois, el empuje del Baskonia resultó insuficiente. Su último cuarto alumbró algunas carencias preocupantes. También le fallaron sus hombres de refresco ante la escasa pegada de Voigtmann, Huertas, Jones o Janning. El CSKA, sin hacer nada del otro mundo y con un De Colo más apagado que de costumbre, se escapó vivo por detalles puntuales. Si los rusos profanaron el Buesa Arena fue básicamente gracias a la clase inagotable de un Chacho simplemente en otra dimensión.

El espectacular inicio azulgrana careció de continuidad en cuanto Itoudis puso en liza al hombre llegado de los Sixers de la NBA en lugar de un desacertado De Colo. El canario le cambió la cara al CSKA, que aprovechó las tempraneras faltas de Shengelia y las primeras rotaciones de Pedro Martínez para reducir a cenizas el 18-5 de los albores. Como si estuviera en el jardín de su casa, Sergio Rodríguez reactivó a los suyos gracias a un extraordinario concierto en la dirección. Nada exigido por sus pares, su varita mágica silenció el Buesa Arena. Sus triples, asistencias y la nítida dictadura a la hora de controlar el tempo del partido enterraron en un santiamén los méritos alaveses. Otros secundarios de lujo de Itoudis como Hunter y Clyburn también abrieron vías de agua en la defensa local.

En realidad, la velada estuvo presidida por la nula contundencia de ambos equipos en labores de contención hasta prácticamente el cuarto final. Hubo barra libre para los tiros abiertos y las penetraciones, amén de la lentitud generalizada para correr hacia atrás. El Baskonia también se vio lastrado por su rápida entrada en el bonus en algunos cuartos, lo que permitió a los rusos acudir a la línea con excesiva facilidad. Tan solo sus notables oleadas triplistas le permitieron seguir el ritmo a un CSKA cuyo desbordante talento tuvo el contrapunto de su tibieza en el cierre del rebote defensivo. Sin embargo, dos capturas providenciales de Hines le salvaron de la posible quema en el epílogo. Por entonces, el Baskonia ya era un colectivo consumido por el esfuerzo que necesitaba una bombona de oxígeno.

Rodríguez, amo y señor. El base canario dio una auténtica exhibición en Vitoria. No entró en el cinco inicial de Itoudis, pero con él en pista la ventaja alavesa (18-5) se esfurmó en un santiamén. El ‘Chacho’ cambió por completo el decorado del choque con sus triples, asistencias y, sobre todo, el absoluto control del ‘tempo’.

Sin gasolina en el epílogo. El Baskonia sobrevivió con una solitaria canasta de Timma durante siete minutos del último cuarto, momento en el que ya era un equipo consumido por un esfuerzo sobrehumano que terminó hincando la rodilla ante el ogro ruso. La puntilla procedió de dos dolorosos rebotes ofensivos de Hines y sendos triples de Sergio Rodríguez y Higgins.

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El problema del base. Ni Huertas ni Granger le brindaron la confianza suficiente en la jornada de ayer, por lo que debió alternar con ambos. Exprimió en varias fases a los titulares ante la escasa pegada de algunos suplentes que no supieron dar una vuelta de tuerca a la intensidad defensiva. Pese a la derrota, pocos reproches mereció un Baskonia que compitió de tú a tú con un gigante.

Su tempranera segunda falta frenó un prodigioso inicio de partido en el que destrozó al CSKA. Terminó siendo minimizado por la defensa rusa, pero hizo unos números sobresalientes.