vitoria - Hasta la fecha, es el gran descubrimiento de una temporada enderezada a partir del cambio de inquilino en el banquillo. Un desconocido que hace tres años pululaba por las catacumbas del baloncesto francés domina hoy con puño de hierro la pintura del Baskonia y se hace acreedor a una impensable catarata de elogios tras su colosal rendimiento en las recientes victorias a domicilio en Estambul y Andorra.
Vincent Poirier, el último sonado acierto de Alfredo Salazar al frente de la secretaría técnica, constituyó en el pasado mercado estival una apuesta de lo más valiente que la mayoría observó con cierto escepticismo. Como vulgarmente se dice en estos casos, no había empatado con nadie, supuestamente era un diamante por pulir carente de la más mínima experiencia al más alto nivel tras competir en el modesto Paris-Levallois -al que venía de conducir a las semifinales de la Pro A de su país- y carecía del pedigrí de otros jugadores. Con un contrato de larga duración hasta el año 2020 y viendo otros precedentes, la lógica invitaba a un primer ejercicio de duro aprendizaje en Vitoria antes de la futura explosión que le condujese directo a la NBA. En definitiva, ese proceso seguido por tantos y tantos jugadores que en el pasado vistieron la elástica azulgrana.
Pues bien, transcurridos ya casi tres meses oficiales de competición, Poirier se ha convertido en una de las grandes sensaciones de la ACB y la Euroliga. En un mercado de hombres altos cada vez más desértico, el Baskonia ha encontrado un filón de la máxima utilidad. Coincidiendo con la lesión de Ilimane Diop, el espigado poste nacido en Clamart se ha encaramado a la pole position dentro de las preferencias de Pedro Martínez para la rotación interior. Nadie duda de que se ha asentado con merecimiento en la titularidad desplazando a un segundo plano a un Voigtmann extremadamente laxo que, si bien ha despertado del letargo en algunos partidos, se muestra impotente para igualar su enorme ascendencia en todas las facetas del juego.
margen de mejora En un alarde de sinceridad, el técnico catalán fue muy diáfano cuando fue cuestionado por el francés al poco de su llegada a Vitoria. Reconoció sin ambages que carecía de referencias suyas, por lo que ni siquiera fue alineado el día de su estreno ante el Tecnyconta Zaragoza en el Buesa Arena. Eso sí, su percepción cambió rápidamente al percatarse de su valía en los entrenamientos y, sobre todo, los partidos con una jerarquía sorprendente que le ha llevado a alcanzar las dobles figuras ante dos adversarios bien dotados bajo los aros como el Anadolu Efes y el Andorra.
Pese a que su juventud (24 años) diga lo contrario, Poirier representa ya una apuesta más de presente que de futuro. Todavía comete errores derivados de su inexperiencia, como esa manifiesta querencia a cargarse de faltas, pero en su caso se adivina un potencial extraordinario gracias a una complexión física y una envergadura que muy pocos pívots poseen a este lado del Atlántico.
El galo está sorprendiendo a propios y extraños, entre otras cosas, por su química con los bases a la hora de asociarse en el pick and roll, por dotar de equilibrio a la ofensiva vitoriana gracias a un notable juego de espaldas al aro -algo en vías de extinción entre los hombres altos- y también por una más que aceptable mano tanto en los tiros de cuatro-cinco metros como desde la personal. Dos tiros libres suyos con una sangre fría pasmosa permitieron al Baskonia ajusticiar al Anadolu Efes y llevarse por delante a su técnico Velimir Perasovic.
A todo ello, que no es poco para un joven con un indudable margen de mejora, Poirier añade un voraz espíritu reboteador -carga el ofensivo de forma brutal-, una buena coordinación en sus movimientos, una movilidad inusual para su altura y también un notable desplazamiento lateral, virtudes que alumbraron el domingo ese inverosímil tapón a la mole Karnowski en el Principado que certificó la sexta victoria consecutiva de los vitorianos en la ACB. Es previsible que los altibajos en su rendimiento hagan acto de presencia en una temporada muy exigente en el plano físico y mental, pero el baskonismo se frota las manos ante la pujanza de un poste muy por encima de las expectativas iniciales.
Un desconocido. Cuando el Baskonia anunció su fichaje procedente del Paris-Levallois, muchos aficinados se quedaron bastante fríos. Carecía de experiencia al más alto nivel y hace tres años competía en las catacumbas del baloncesto francés. El club se había fijado en primera instancia en su compatriota Moustapha Fall, pero sus problemas físicos le hicieron decantarse por esta segunda opción.
Virtudes claras. En Vitoria ha dejado claro que, entre otras cosas, se asocia a la perfección con los bases en el ‘pick and roll’, tiene juego de espaldas al aro -algo en vías de extinción entre los hombres altos-, es un reboteador voraz -carga el ofensivo de manera brutal- y también es un intimidador de primer nivel amparado en su notable envergadura.
Estadística. El ‘cinco’ nacido en Clamart promedia 6 puntos y 4,5 rebotes en la Euroliga, mientras que en la Liga ACB aporta 6,8 tantos y 4,8 rechaces.