- Pablo Prigioni ha hablado por primera vez desde que dimitiera como entrenador del Baskonia a finales de octubre tras una derrota continental ante el Valencia Basket. Lo ha hecho para un medio argentino, Básquet Plus, donde ha abordado sin tapujos el fracaso que ha supuesto su primera andadura en los banquillos. El de Río Tercero, que vive ahora a caballo entre Vitoria y Alicante a la espera de encontrar un nuevo acomodo profesional, posiblemente como asistente de una franquicia en la NBA, ha querido extraer aspectos positivos de una experiencia que, a su juicio, “me ha dejado mucho aprendizaje, por más que haya sido corta”. “He sacado muchas cosas positivas sobre lo que pasó. Perder partidos, situaciones que me tocaron vivir en el día a día... Ahora tengo como una hoja de ruta, que antes no tenía cuando decidí aceptar el trabajo. Esto me sirve mucho para cuando tenga la oportunidad y decida otra labor, sea donde sea”, desgrana Prigioni.
Su marcha no fue fruto de un calentón, sino algo madurado a la vista de los malos resultados de un Baskonia que bajo su dirección arrancó con un catastrófico 0-4 en la Euroliga y tan solo fue capaz de ganar dos partidos al Estudiantes y GBC a nivel doméstico. “Era una cuestión de tiempos, y ahí radicó mi decisión. Como entrenador primerizo, yo necesitaba unos tiempos y lo sabía, incluso antes de empezar. Y que yo me pudiera dar ese tiempo era que los resultados me acompañaran un poco para mantener la calma y la tranquilidad. Los tiempos del Baskonia no eran los mismos que los míos. Viendo que los resultados apretaban los tiempos del equipo y no me iban a dar a mí los que necesitaba, empecé a pensar hasta dónde podía perjudicarse el club para que yo pudiera desarrollarme como entrenador. Le estaba haciendo pagar al club mi desarrollo”, puntualizó.
Tras recalcar que “en el día a día había veces que me encontraba muy cómodo y otros en los que estaba incómodo”, Prigioni dejó claro que su fuerte exigencia consigo mismo le abocó a tomar una decisión traumática pero también beneficiosa para las dos partes. De hecho, el Baskonia ha remontado más tarde el vuelo con la llegada de Pedro Martínez. “Creía que teníamos plantel como para ganar algunos partidos más. Después, con el tiempo, viendo los sistemas de ataque y de defensa que quise implementar, no tengo ninguna duda de que eran los adecuados. Yo no valoro un ataque por los puntos anotados, sino por las situaciones de tiros claras que te proporciona. Estoy contento con el sistema que usé. Quizá tendría que haberlo implementado de forma más progresiva, con menos situaciones, y a medida que avanzara la temporada ir aumentando el número. Y lo mismo con el tema defensivo”, insistió el albiceleste.
sin marcha atrás Uno de los episodios más sonados tuvo lugar al día siguiente de su dimisión cuando los jugadores azulgranas, en vísperas de tomar un vuelo a Bamberg, se personaron en su domicilio para que reconsiderara su postura. Algo que Prigioni recuerda todavía con emoción y agradecimiento. “Lo que hicieron fue brutal. Me hicieron dudar. Pero yo no suelo cambiar de decisión. Difícil que la cambie. No por orgullo, sino porque cuando la tomo lo hago muy convencido. No me parecía además bien, porque si volvía podía malinterpretarse como que les daba otra oportunidad a los jugadores, y eso era exponerlos a ellos. Jamás iba a hacer eso”, recordó Prigioni, convencido de que “el equipo es muy bueno, está súper balanceado y puede pelear por los títulos esta temporada”.
Tampoco se arrepiente de no haber iniciado su carrera como entrenador en un club más modesto que el Baskonia. “Yo siempre preferí empezar en el mejor equipo posible, porque tenés mejores jugadores que pueden desarrollar un baloncesto más sencillo y de manera más rápida. Es lo que pienso. Quizá por ser el lugar donde fue, me juega una parte sentimental, porque yo no quería perjudicar al club. Desarrollar a un equipo nuevo lleva tiempo, unido a las lesiones y un calendario tremendo en las primeras jornadas”, destacó.
Por último, Prigioni dejó claro que su futuro pasa por ser asistente en la NBA. “No soy una opción fácil para entrar a un equipo, porque soy bastante selectivo; no porque me quiera hacer el interesante, sino para cuadrar la situación laboral con la familiar. Antes que nada, soy papá. Veo muchos entrenadores que están solos viviendo en una ciudad y mis hijos están en una edad en la que eso no me apetece. Vitoria me cerraba por eso en todo. Ahora mismo no es fácil mover a los chicos, entonces que consiga un trabajo donde pueda tenerlos a ellos no es tarea fácil. Intentaré ir a la NBA a algunos equipos que me han invitado a pasar tiempo con ellos. Quizá esa pueda ser una opción: ser parte de un staff para el año que viene. Es algo que me atrae y no lo descarto”, concluyó el de Río Tercero. - DNA